Quantcast
Channel: Carta de ajuste
Viewing all 779 articles
Browse latest View live

Cara a cara. 1977.

$
0
0

El primer cara a cara de nuestra televisión no fue el de Aznar y González y ni siquiera el formato es algo novedoso. Ya desde finales de los cincuenta Victoriano Fernández Asís enfrentó a personas con opiniones encontradas ante las cámaras pero, por supuesto, todo era muy cordial y desde luego no se hablaba de política. Fue en noviembre de 1977, en plena Transición y con ganas de hablar de todo, cuando se estrenó un programa con ese título precisamente, "Cara a cara", y clarísimas intenciones: ofrecer a los espectadores careos entre invitados con opiniones contrarias. Y sí, por primera vez los protagonistas podrían ser políticos. 


El periodista y politólogo Federico Ysart fue su director y presentador. Bregado en la redacción del diario "Madrid" y fogueado en la SER, su firma sería reconocible más tarde en "Cambio 16" y más recientemente en "ABC". Por aquel entonces era asesor del vicepresidente del Gobierno para Asuntos Políticos, Fernando Abril Martorell, y desde ese área se proyectó un debate para televisión que finalmente se concretó en este "Cara a cara". El propio Ysart se encargó de ponerlo en marcha. Declaraba por entonces a la revista "TeleRadio": "La idea ofrecía bastantes riesgos por ser una fórmula inusual en nuestro medio. El programa ahí está. Creo que se da un contraste dialéctico entre fuerzas políticas o entre ideologías distintas con absoluta libertad, libertad que garantizan los mismos protagonistas del espacio".


La fórmula era sencilla y, quizás por eso mismo, muy eficaz. Cada programa se iniciaba con una filmación con datos biográficos de los contendientes de unos 3 minutos aproximadamente cada una y después se pasaba a la confrontación en el plató. Un set sencillo (ni siquiera podríamos definir como decorado el fondo de madera) albergaba a los invitados, nada distraía la atención de lo importante: sus palabras. La realización estaba claramente destinada a la escucha, había plano y contraplano, se enfocaba durante el discurso y también en las reacciones y eran habituales las pantallas partidas. Tdoo eso que hoy nos parece tan moderno ya había sido probado hace casi 40 años. La duración variaba entre los 30 y los 45 minutos, se realizaba en directo y como decía Ysart: "Se trata de un diálogo y hay veces en que es imposible cortarlo. Lo importante es que la cuestión que se debate quede suficientemente clara, aunque esto es casi imposible. Son dos puntos de vista enfrentados con tesón por cada una de las partes y, evidentemente, a través de una discusión de media hora es muy difícil que dos personas se pongan totalmente de acuerdo. Se trata de que el espectador reciba los ingredientes, esas dos opiniones, y pueda hacerse un cuadro y se quede con los elementos que más le interesen de una y otra postura. Es decir, que salga una conclusión resultante de la defensa que cada una de las dos partes ha hecho en su turno".


A pesar de que a priori no se pretendía que la política fuera la protagonista cada semana y que la intención fuera llevar también a científicos, escritores o sociólogos dependiendo del tema más candente esa semana, finalmente fueron los miembros del Congreso los que más veces aparecieron en este espacio y los que generaron mayor interés. Sin embargo, el que ha permanecido en la memoria para muchos fue precisamente el primero, sobre las elecciones sindicales y protagonizado por los líderes de las dos centrales mayoritarias, CCOO y UGT (con gran disgusto de otras minoritarias como USO). Como bien apunta Manuel Palacio en su libro "La televisión durante la Transición española" (Cátedra, 2012): "Fue un éxito de repercusión pública; tanto es así que el enfrentamiento televisivo de ambos militantes antifranquistas ha dejado una cierta huella en el recuerdo, al menos en uno de los latiguillos que Nicolás Redondo le espetaba a Marcelino Camacho: Mientes, Marcelino, y tú lo sabes". Otros que llamaron la atención fueron los debates entre Rodríguez Sahagún y Ramón Tamames, el de Gonzalo Fernández de la Mora y Enrique Tierno Galván o, atención, el del diputado del PSOE Javier Solana y el senador de UCD Jiménez Blanco sobre ¡el consejo rector de RTVE en la propia TVE! No se llegó a ningún acuerdo y todavía hoy seguimos sufriendo que el Gobierno de turno utilice la tele a su antojo (¡qué nostalgia aquel islote temporal de hace unos años!). 
   El "Cara a cara" de Ysart no duró mucho en antena, apenas una temporada. Otros formatos más plurales como "La clave" se quedaron en la parrilla e Ysart no dejaría la tele, continuaría con programas no demasiado alejados de éste como "Diálogos institucionales". Los cara a cara electorales, digámoslo claro, son mucho más encorsetados que aquellos de finales de los setenta. Todos hemos perdido la virginidad, los políticos y sus asesores, que usan todas las tretas posibles para arrimar el ascua a su sardina ... pero también, no lo olviden, la audiencia que difícilmente se cree ya sus palabras. 


   

El primer Sorteo Navideño retransmitido por TVE

$
0
0

Tres cámaras, sólo tres cámaras se utilizaron para la primera retransmisión del Sorteo Extraordinario de Navidad. En 1962 TVE estaba prácticamente en pañales pero cada año sus profesionales se retaban a sí mismos para conseguir sorprender a sus escasos televidentes (como se les llamaba entonces). Aquella temporada la tele patria ya tenía unos cuantos éxitos en su parrilla: "Gran Parada" y "Amigos del lunes" se disputaban el título de "mejor programa de variedades". "Ésta es su vida" tenía enganchados a los espectadores los miércoles y las series "Bonanza" y "Perry Mason" encantaban a la chavalada y a los adultos respectivamente. Los jefazos decidieron que era hora de ofrecer en directo y para toda España el Sorteo Navideño y lo hicieron como pudieron. Hoy en día tres cámaras nos pueden parecer insuficientes pero la mayoría de los programas que se realizaban en directo desde el Paseo de la Habana usaban dos. Sólo los grandes formatos nocturnos tenían tres operadores, uno de ellos manejando una grúa, epítome del lujo técnico televisivo.


La unidad móvil se apostó a la entrada en el primigenio salón de sorteos lo que acaparó la atención de los curiosos. En la programación enviada a las revistas no se había anunciado la retransmisión, algo habitual en la época donde se tomaban decisiones de este tipo con cierta improvisación, así que la campaña dentro de la propia TVE fue primordial en los días previos. Al año siguiente se inauguraría el nuevo edificio de Loterías y los propios locutores se preguntaban si el nuevo sistema del que tan misteriosamente se hablaba por entonces significaría la desaparición de los niños de San Ildefonso en el Sorteo, afortunadamente no fue así.


Jesús Álvarez, la estrella asentada y todoterreno de la Casa, y José Luis Uribarri, el joven profesional que ya apuntaba maneras, fueron los locutores elegidos para retransmitir este evento por primera vez. Sería el comienzo de una larga (y muy fructífera) relación entre la tele y la Lotería. Tanto Álvarez como Uribarri repetirían en esta tarea en varias ocasiones. En aquel año hubo 29 premios mayores y más de 2.000 menores. El primero y el último que sonaron en las voces de los niños canoros se llevaron 20.000 pesetas por tal honor. El sorteo duró algo más de tres horas y fue considerado un éxito técnico. Decía un cronista de la revista "TeleRadio" dos semanas después: "La gente, la poca gente que asiste personalmente a los movimientos de bombos, saltos de bolitas, está más atenta a las enormes cámaras de Televisión Española que al sorteo en sí. En la calle, el coche, unidad móvil de TVE, con una gran maraña de cables que trepan edificio arriba, es objeto de la curiosidad de los tranquilos viandantes de la mañana madrileña". 

Fotos: Calderón para "TeleRadio"

Navidades Philips 1961 con Carmen Sevilla y Augusto Algueró

$
0
0

Carmen Sevilla, actriz y cantante con películas de grandísimo éxito como "La hermana San Sulpicio", "Violetas Imperiales", "La fierecilla domada" o incluso la hollywoodiense "Rey de Reyes" a sus espaldas. Augusto Algueró, su flamante marido, compositor y director de orquesta, gran intérprete de piano. Ambos se encontraban en 1961 en pleno momento de expansión internacional y en diciembre regresaban a España tras haber actuado juntos en Buenos Aires, Montevideo y Milán. A pesar de que TVE había anunciado para su día de Navidad la representación de "Cuento de Navidad" dentro del espacio "Tengo un libro en las manos" y después la película de Sáenz de Heredia "La mies es mucha", los espectadores se encontraron, casi por sorpresa, con un especial patrocinado por Philips protagonizado por estas dos figuras y realizado en directo.


La marca había sido una de las primeras en patrocinar programas para la incipiente televisión como "La hora Philips". Con este especial navideño se apuntaba un nuevo tanto porque se garantizaba el 100% de los televidentes y, por lo tanto, su mensaje publicitario sería visto por un par de millones de personas en todo el país al mismo tiempo. Absolutamente rentable. Carmen Sevilla interpretó las canciones más populares de sus filmes más exitosos y finalizó su actuación con una versión íntima y con deje flamenco del célebre "Noche de paz" acompañada por un coro de pastorcillos mientras los chicos de atrezzo simulaban una nevada en el exiguo plató. Era la primera vez en que Sevilla-Algueró actuaban ante las cámaras de TVE. "No había tenido la oportunidad ni tiempo, a causa de mis películas. He estado varias veces en los estudios pero no como actuante sino por otros motivos: entrevistas, etc..." decía Carmen de España entonces. Aseguraba antes de la emisión en directo sentir "una gran responsabilidad. Estoy muy nerviosa y un poquitín asustada pero creo que todo quedará bien". Cuando la periodista Mari Carmen Blanco de TeleRadio le preguntaba por las diferencias entre el cine y la tele respondía: "En realidad el ambiente es muy parecido y en algunos momentos se llega a confundir algunos platós. Sin embargo, a la hora de trabajar es distinto porque mientras en el cine todo se puede hacer de forma más confiada, ya que si uno se equivoca puede repetirse, en la televisión no valen estas equivocaciones". ¡Quién le iba a decir a esta estrella que treinta años más tarde sería famosa precisamente por sus errores!


Augusto Algueró dirigía la orquesta del programa e interpretó al piano algunas de sus composiciones cinematográficas más famosas, entre ellas las de las películas de Marisol y Rocío Dúrcal. Reciente como estaba tras su paso por Eurovisión, "Estando contigo" no podía faltar en este programa. A pesar de que Conchita Bautista no había conseguido una buena posición en el festival, la canción fue popularísima en nuestro país y la versión de Marisol la había encumbrado a las listas de los discos más vendidos. En esta ocasión sería la propia Carmen Sevilla quien la cantaría, no en vano ella misma se la había inspirado a su marido. 
   "Navidades Philips" dejó contentos a los directores de TVE, a los de marca, a los propios artistas que desde entonces colaboraron con nuestra tele (y con las de Hispanoamérica) en multitud de ocasiones y, también y mucho más importante, a la audiencia. Un buen cambio de estrategia en la programación a última hora que funcionó aquel 1961.

El regreso de "Vivir para ver" en 1977

$
0
0

En 1976 Alfredo Amestoy había triunfado de forma totalmente inesperada con un programa que entonces resultaba difícil de calificar y del que sólo se emitieron cuatro entregas. A pesar de eso, "Vivir para ver" se había situado en el panel anual de aceptación de la audiencia en segundo lugar, tan sólo por debajo de "Heidi" y por encima del "Un, dos, tres", "La casa de la pradera" y "El hombre y la tierra". Si además tenemos en cuenta que el programita tuvo graves problemas de censura, que Amestoy enamoraba tanto como enervaba, que los medios con los que contaba eran modestísimos... sorprende aún más tal éxito. Pero "Vivir para ver" tenía algo más: era el primer zapping de nuestra historia y el periodista usaba los cortes de programas y series de televisión para hacer una crítica, nada velada, a la política en plena Transición, y por ende a la sociedad española. Amestoy no era precisamente un hombre taimado y discreto, su exacerbado sentido de la comunicación y un cada vez más acendrado histrionismo hacían que cada palabra suya pudiera ser interpretada de mil maneras distintas... todas contradictorias entre sí. 


Tras este panorama descrito nadie se esperaba el regreso del formato ¡casi un año después! Pero así se anunció en diciembre. En enero de 1977 reapareció en las pantallas de TVE los jueves a las 21h, justo después del Telediario 2 la crítica de Televisión hecha por la propia Televisión a la manera peculiar e ingeniosa de Alfredo Amestoy, tal y como se describía en la programación. Y lo hacía justo después del Referéndum por la Reforma Política lo que suponía que las limitaciones en los contenidos serían menores. Decía el director-presentador justo antes de iniciar la nueva etapa del espacio que hasta ese momento el producto se terminaba apenas unas horas antes de la emisión y que entonces tenía que ser visionado por la jefatura de Programas de la Casa. En el caso de que se decidiera que había que cortar algo, como era imposible por la premura antes de ponerlo en antena, directamente no salía al aire y se perdía para siempre porque al jugar con la actualidad de lo visto durante la semana se quedaba obsoleto. "Ahora sometemos primero el guión al director general pero nosotros seguimos trabajando con poco tiempo. Yo termino el guión en la madrugada del domingo para abarcar la última actualidad. El director general lo ve por la mañana y nos ponemos a grabar. Una vez terminado, lo vuelve a ver para dar su conformidad". En cuanto a la introducción de la política en el programa respondía Amestoy: "El tema político se trata no en función de su interés a nivel popular. Si en el programa se hace referencia a la anécdota política es porque las figuras políticas han desbancado en popularidad a los toreros, los futbolistas y las folklóricas". Era la primera vez que tal cosa sucedia en TVE .


¿Y por qué volvió "Vivir para ver" meses después de su muerte provocada? En enero, ya con un par de programas emitidos, el comunicador lo explicaba sin tapujos ni vergüenzas: "Mi idea era hacer algo que para mí constituía una carrera para el futuro: hice mi primer ensayo teatral y vi que no estaba maduro, aunque me pudiera interesar el teatro en TV. De ahí vino mi proyecto de "Todo queda en casa", que es un intento de adaptar el "All in the family" americano, inglés, nuevo zelandés... a España. No se pudo porque es un programa muy exigente, la gente habla como habla en casa. José Antonio Plaza (su compañero en "35 millones de españoles mirando la peseta") me recordó la posición en el panel de "Vivir para ver". Entonces me di cuenta de que debía seguir con un programa que no había muerto, que se acomoda, por otra parte, mucho a mi manera de hacer y, dada la audiencia me dije: vamos a continuar". Los directivos aceptaron su propuesta, el "Todo queda en casa" se emitiría en los 80 con Pedro Osinaga y en los 90 con otro título ("¿Cómo lo véis?") con Joaquín Prat y todos contentos. Y tan contentos... porque reconocía don Alfredo: "Si no fuera porque yo puedo estar bien pagado en función de que aquí puedo dejar la salud, si no fuera por mis emolumentos bastante altos, el programa podría ser de los más baratos de la Casa, es lógico, ¿no? es de reciclaje". Provocador nato, Amestoy sabía que este show tan personalista le iba a quemar al mismo tiempo que constituiría un éxito en su carrera: "Estoy perdido como informador puro y esto debido a que he jugado mucho al histrionismo, por el hecho de convertirme en intérprete de mi propio texto. Luego he ido poco a poco desembocando en histrión. No sé si soy recuperable como periodista". Con la vuelta de este formato consiguió, una vez más, llegar a lo más alto del panel, cada semana se situaba entre el primer y el segundo puesto. Todo el mundo quería saber qué iba a decir el otrora enfant terrible de la tele. En 1978 finalizó su etapa en este programa, que quedaría como uno de los más sonados de la Transición. 


Por fin 92

$
0
0


Si digo que la Gala de Nochevieja de 1991 comenzó a la 1.39 de la madrugada del día 1 de enero suena bastante raro. Parece evidente que no se trataba de un especial de la última noche del año sino del primero del Año Nuevo pero tampoco era exactamente así. Tras este galimatías inicial conviene explicar qué pasó exactamente el 31 de enero del 91 y si el programa de marras puede ser considerado de Nochevieja o no. Lo que sí está claro es que TVE quería sumarse a las celebraciones de un año que iba a ser importante para aquella España, noticia en todo el mundo gracias a los Juegos Olímpicos y a la Expo de Sevilla. "Por fin 92" se anunciaba como el espectáculo típico de la televisión en estas fechas: música, humor, juegos visuales, público vestido para la ocasión y bebiendo champán a lo loco pero... no se emitiría a la hora habitual. La Casa había preparado una parrilla llena de estrellas. En primer lugar, un especial de "Vídeos de Primera", revelación de la temporada en audiencias, después "Telepasión" y en torno a las 23h el consabido show de Martes y Trece, "El 92 cava con todo" (el de Encarna y la Pantoja). Campanadas desde la Puerta del Sol y... no, todavía no empezaba la Gala. Conexión con Sevilla para retransmitir un concierto de Mecano bajo el título "El primero del año".


Finaliza el concierto y... tampoco, tampoco comienza "Por fin 92". En su lugar, un especial con Lina Morgan. Lo dicho, a la 1.39 de la madrugada del día de Año Nuevo Inés Sastre y Ricardo Fernández Deu saludaron a los espectadores desde el Gran Palace de Lloret de Mar para celebrar la llegada de 1992 con una pléyade rutilante de músicos nacionales entre los que sólo destacaba uno para Inés, Loquillo. La modelo, actriz y presentadora ocasional confesaba entre risas y rubores que el cantante de Los Trogloditas era algo así como su amor platónico y el rockero no dudó en seducirla ante las cámaras creando un momento hilarante y de gran ternura por la reacción de una jovencísima Inés.


Gabinete Caligari, Presuntos Implicados, Alejandro Sanz, Miguel Bosé, Luz Casal, Duncan Dhu, Ana Belén, Nana Mouskouri, Los Rebeldes, Azúcar Moreno, Joe Cocker, Zucchero, Martirio, Enrique del Pozo (sí, en aquel momento estaba intentando reconducir su carrera todavía tras haber abandonado el público infantil... o de que el público infantil lo abandonara a él, no lo sé), Tennessee, Gipsy Kings, José Luis Perales y los ubícuos Los Manolos (poco les duró la omnipresencia) pusieron música a la noche y Las Veneno, Las Hurtado, Paco Aguilar (de "No te rías que es peor") y Antonio Ozores (en plena fama tras haber sido recuperado por el "Un, dos, tres") el humor. Quizás se echaba en falta la presencia de más artistas internacionales pero teniendo en cuenta que sería un programa de duración más reducida que en años anteriores no es de extrañar que se tirara de "producto nacional". 
   La medición de audiencias de SOFRES finalizaba a las 2 de la madrugada así que sólo tenemos datos muy limitados sobre este especial. Aún así hay algo que queda clarísimo: el concierto de Mecano y el especial de Lina Morgan no llegaron al millón de espectadores mientras que Telepasión y "Vídeos de Primera" tuvieron más de cinco, cifra similar a la de este "Por fin 92". Martes y Trece superaron los diez millones y las Campanadas los nueve. Conclusión: la audiencia en Nochevieja no quiere experimentos, nada de conciertos ni programas sobre el mundo de la Revista, lo que funciona es el humor antes de la conexión con la Puerta del Sol y mucha música para después. Y así sigue siendo desde entonces. Ahora bien, la pregunta sigue sin responder: ¿Era "Por fin 92" el programa de Nochevieja o el de Año Nuevo? Por formato y contenidos, lo primero, por horario, lo segundo.

Fotos: Gabriel Sendra @arxiusendra.  Todos los derechos reservados.


"Historias para no dormir" en DVD

$
0
0
El final de 2015 nos ha traído un excelente regalo a los espectadores, la edición en DVD de "Historias para no dormir". Algunos dirán que no es la primera, que ya hace años existía una muy digna pero esta es la única que contiene todos los capítulos y además en orden cronológico. El porqué la otra edición no incluía episodios magníficos como el primero de la serie, "El cumpleaños", se me escapa pero afortunadamente ahora gracias a 39 Escalones podemos comprobar cómo con medios muy limitados Chicho Ibáñez Serrador y su equipo consiguieron un producto que marcó a varias generaciones. El pack completo con los 8 discos y un libreto de 32 páginas cuesta poco más de 30 euros y me aseguran que se ha realizado un nuevo trabajo de remasterización y mejora del sonido.


Muchos estarán pensando que en España se está haciendo lo que los aficionados a "Star Wars" llevan años sufriendo: editar y reeditar continuamente con la excusa de "nuevo material", "imágenes inéditas", etc... Afortunadamente (y en una decisión que parece que ha tomado un directivo de una ONG) esta vez los propietarios de la anterior edición no podrán quejarse porque se han agrupado los capítulos inéditos en otro pack con dos discos que se puede adquirir por separado por unos 13 euros. En esta selección aparecen: "El cumpleaños" (de Fredric Brown), "La mano" (Harlan Ellison), "El doble" (Ray Bradbury), "El cohete" (Bradbury de nuevo), "La espera" (otro más de don Ray), "El regreso" (de Jiménez del Oso, sí, el presentador y director de "Más allá", el primer programa sobre misterio, fenómenos paranormales y ufología de nuestra tele), "El caso del señor Valdemar" (¿hace falta decir que es de Allan Poe?) y un episodio que en realidad no pertenece a las Historias pero que encajaría perfectamente en ellas, "El último reloj" (más Poe). Emitido en 1964 dentro del título contenedor "Tras la puerta cerrada" fue el germen de esta serie y consiguió una mención en el Festival de Montecarlo lo que permitió que TVE aceptara la propuesta de Chicho para iniciar una nueva (y fructífera) etapa adaptando relatos de terror, suspense y ciencia-ficción. Por eso es muy justo que este especial protagonizado por Narciso Ibáñez Menta y Manuel Galiana aparezca en esta recuperación en DVD.


A Ibáñez Menta, el padre del director, lo veremos en muchos más episodios, entre ellos dos de los más brillantes ejemplos de la trayectoria de Chicho: "El Asfalto" (1966) premiado con la Ninfa de Oro en Montecarlo al año siguiente, y "El televisor" (en la foto), intento frustrado de recuperar las Historias contra el sueño en 1974 con varios especiales rodados en cine. Finalmente sería este capítulo el único que pudo realizarse y es simplemente extraordinario. Habría que esperar ocho años más para ese anunciado regreso y el resultado fue decepcionante incluso para su creador.
   En definitiva, los nostálgicos que vivieron las dos etapas de la serie (1966-68 y 1982) y los aficionados a la buena televisión que queremos entender por qué tuvo tanto éxito en su día, tenemos ahora la oportunidad de llevárnosla a casa y con la máxima calidad que permiten los archivos. 

Para abrir boca os dejo, precisamente, con "El televisor" y la presentación que Chicho hizo en 1996, con puya a un especial de Antonio Mercero incluida. Por supuesto, la calidad es de youtube y a los espectadores como tú y como yo nos parece insuficiente, ¿o no?


Amahl y los visitantes nocturnos

$
0
0


"¿Señor Menotti? ¿Gian Carlo Menotti? ¿Es usted el compositor, el que ganó el Pulitzer este año con "The Consul"? Mire, que le llamamos de la NBC, la cadena de televisión. Es que queremos encargarle una ópera para estas Navidades. Sí, sí, ya sabemos que queda muy poco tiempo pero es que queremos hacer algo espectacular este año, una obra musical de calidad que se retransmitirá en directo de costa a costa y será patrocinada por Hallmark, los de las tarjetas navideñas". Algo así pudo pasar cuando Menotti recibió esta propuesta de la por entonces cadena más importante de televisión de Estados Unidos, una oferta que él no rechazó y cuyo resultado se afirmó como uno de sus trabajos más populares y el que le hizo famoso en todo el mundo: "Amahl y los visitantes nocturnos", la historia de un niño lleno de fantasías que asegura haber dado cobijo en su casa en la víspera de Navidad a tres Reyes Magos venidos de Oriente y al que nadie cree... hasta el final. La primera vez que la NBC la transmitió a sus espectadores fue en la Nochebuena de 1951 y fue tal el éxito que se convirtió en tradición durante 16 años. En alguna ocasión fue emitida el día de Navidad y no siempre en prime-time. Desde 1953 fue producida en color a pesar de que era una minoría la audiencia que poseía un receptor adecuado. La versión de 1963 fue grabada y se repitió en los tres años siguientes. Entonces se produjo un parón, debido a un desacuerdo con el autor, y hubo que esperar hasta 1978 cuando se rodó una nueva adaptación, esta vez rodada en parte en Tierra Santa y en playback. No sólo los estadounidenses veían Amahl cada año por estas fechas sino que ya desde 1953 la BBC se animó con sus propias versiones y más adelante otros países se sumaron a la lista.


Y entre esos países también estaba España. El 5 de enero de 1961 desde los modestos estudios del Paseo de la Habana se emitió en directo por primera vez y el año siguiente se repitió la jugada pero esta vez el 3 de enero, un miércoles, a las 22.30, tras el concurso "As de diamantes" presentado por Juan Manuel Soriano. Prácticamente el mismo equipo se encargó de ambas adaptaciones incluidas en el programa "Teatro de la Ópera" dirigido por Francisco Navarro. Declaraba unas semanas antes a la revista "TeleRadio": "El secreto del éxito de Amahl como pieza televisiva es su intimismo y la serie de cosas que sugiere. Menotti deja pensar al espectador. No creo que haya sido superado en la docena de años que han pasado desde su estreno. Prueba de ello es que se sigue representando y la crítica continúa prodigando elogios. La TV no es un gran espectáculo. No existe la masa en cuanto al público. Este se compone de individualidades. Por eso gustan tanto las óperas que, como ésta de Menotti, son íntimas y tiene un algo misterioso en su desarrollo. Son ideales para la televisión, van directamente a cada persona".


El personaje de Amahl fue interpretado por José Manuel Aguirre, un chaval que estaba estudiando la carrera sacerdotal en Salamanca y que aprovechó sus vacaciones para ver a su familia y representar esta obra en directo ante las cámaras tras un par de días de ensayos. Era hijo del cantante Jesús Aguirre y ya tenía experiencia cantando en la Orquesta Nacional aunque en realidad no tendría que usar sus dotes canoras en este programa... Eloísa Conde fue la madre; Jorge del Moral, Melchor; Carlos Simón, Baltasar; Juan Pedro Somoza, Gaspar y Jesús Orjales, el paje además de los bailarines de la compañía de Karen Taft, Pilar Panea y Agustín Velázquez.Tenía lógica que todo este reparto se presentara ante los televidentes en fechas cercanas al día de Reyes mientras que en otros países de mayoría protestante, como EEUU se emitiera en Navidad. El propio Menotti quiso introducir en su país de adopción esta tradición católica explicándosela con esta bellísima partitura. Antes decía que el protagonista no tuvo que demostrar su buena voz porque no era posible técnicamente realizarla con sonido directo y se usó el playback de la versión en inglés con subtítulos en castellano en los momentos más importantes. Vicente Llosá realizó y Joaquín Deus se ocupó del montaje escénico.

Una de las primeras versiones de los 50:



Y la de 1978:


Novela: Ana Karenina

$
0
0

Tolstoi es, sin duda, uno de los autores rusos más adaptados al cine y la televisión de todos los tiempos. Periódicamente sus obras inspiran a nuevos realizadores que deciden poner en imágenes su densa narrativa. Si estos días la BBC emite su suntuosa versión de "Guerra y Paz" no está de más que echemos la vista atrás para recordar cómo se trasladó la trama de "Ana Karenina" en la TVE de 1975. Desde el 3 de noviembre, durante 20 capítulos emitidos de lunes a viernes a las 16h, el espacio "Novela" albergó las desventuras de tres matrimonios de la decadente aristocracia rusa del siglo XIX. La acción comenzaba con la llegada de Ana a Moscú desde San Petersburgo, donde vive junto a su marido e hijo, para ayudar a su hermano Oblonsky a destensar la relación con su mujer, Dolly. La pobre cuñada de Ana en realidad estaba sufriendo un ataque de cuernos en toda regla pero, como buena esposa de la alta sociedad, comprende que debe callar. Una vez solucionados estos problemillas conyugales la Karenina acude a una fiesta con la dulce Kitty, hermana de Dolly. Allí se encontrarán con el conde Wronsky, objeto de amor de Kitty que tendrá que ver cómo el conde se enamora a primera vista de la cuñada de su hermana. No sigo porque tampoco es plan de aguaros la lectura o el visionado de esta Novela, ya disponible en la web de RTVE en su sección Archivo.


La bellísima María Silva encarna a la protagonista de este dramón adaptado por el guionista Marcial Suárez. Meses antes del estreno de esta Novela, se había anunciado con otro reparto y dirigida por Alberto González Vergel pero diversos problemas se fueron sucediendo y lo grabado quedó para siempre inédito. Una treintena de conocidísimos actores de la época acompañaba a Silva en esta serie que se alargó durante cuatro semanas en la parrilla y que consiguió una muy buena posición en el panel de aceptación, con notas superiores siempre al 7,5 sobre 10. La actriz decía de su personaje entonces: "Es una mujer llena de amor y de valentía, capaz de pasar por cualquier dificultad y de enfrentarse a quien sea necesario para conseguir estar junto al hombre que ama. Quizá se la pueda ver como a una egoísta pero ¿quién no lo es cuando está enamorada, aunque parezca una contradicción? Estoy encantada con este papel. Es posiblemente el que más me ha gustado hacer en mi carrera".

El realizador era también un actor muy familiar para los espectadores de la tele desde sus inicios, Fernando Delgado, un hombre polifacético que compaginaba ambas labores aunque no con excesiva frecuencia. De hecho, habían pasado ocho años desde la última vez que se había puesto al frente del control de realización. En la foto lo vemos a la derecha dando indicaciones a los intérpretes.
 

La llorada Inma de Santis es Kitty, la mujer enamorada de Wronsky sin ser correspondida: "Yo represento la juventud y la pureza en medio de una sociedad corrompida. Es viva, es humana, con grandes variaciones en su situación personal que le hacen pasar de la alegría a la depresión con una facilidad tremenda. Es un personaje lleno de matices. Pero no se muestra rebelde. En medio de esas varaciones su personalidad está limada y se mantiene dentro de una línea" declaraba a la periodista María Luisa Páramo de la revista TeleRadio.


María Massip, excelente actriz de doblaje y habitual de los dramáticos televisivos hasta los 80, interpreta a Dolly y Pablo Sanz a su marido infiel Oblonsky. Las historias de amor se van entrelazando a través de la trama y Tolstoi se mete en la mente de cada uno de sus personajes para entenderlos. Massip, sin embargo, reconocía no empatizar en absoluto con Dolly: "Yo nunca reaccionaría como esta mujer. De ninguna manera". 
   Todos los miembros del reparto se declaraban encantados de trabajar bajo las órdenes de Delgado que, siendo actor, podía entenderlos mucho mejor. María contaba a la prensa que "es la segunda vez que trabajo con él y puedo decir que sorprende por su plan de trabajo. Lo normal es ir grabando por capítulos pero él lo hace por decorados, con lo que se ahorra mucho tiempo porque mientras se está trabajando en uno se está montando otro". La única queja tenía que ver con los turnos de grabación. La veterana Luisa Sala explicaba que "para poder tener todos el fin de semana libre, los cámaras se empeñaron en trabajar después de comer. Esto puede parecer anecdótico pero es que ellos no saben lo que es ponerse un corsé nada más terminar la comida". 


Amparo Baró tampoco simpatizaba con su personaje, la condesa Lidia: "No me va mi papel. Es una hipócrita redomada que quiere introducirse en determinados sectores y emplea trucos absurdos para conseguirlo. Decididamente, no me gusta". 
   Daniel Dicenta, Paco Valladares, Carlos Casaravilla y Fernando Romero intervenían también en esta adaptación en la que se eliminaron algunas subtramas para poder abordarla en episodios de media hora sin aturullar al espectador. Decía la Baró en aquel momento: "Ha habido que aligerar mucho la obra por sus dimensiones y su enorme profusión de detalles. Esto ha hecho que la psicologia de los personajes quede menos marcada que en el original. Pero si para esto son pocas veinte partes, para otras cosas son demasiadas porque, al estar dividida, la obra pierde intensidad. Este es el problema de todo lo que se hace por entregas."


Top of The Pops 1964-66, Pop desde una iglesia

$
0
0

El 1 de enero de 1964 se estrenó en la BBC un programa que marcaría un momento clave en la historia de los musicales en televisión. No exagero al decir que "Top of the Pops" fue el ejemplo a seguir para muchos de los programas que, desde entonces y hasta ahora, se emiten en cualquier cadena. Pero entonces, este espacio sólo nacía para hacer frente a otro de la competencia, ITV, llamado "Ready Steady Go!" que superaba ampliamente en audiencia al formalísimo programa de música pop de la pública, "Juke Box Jury". El productor encargado de cubrir el expediente fue Johnnie Stewart que tuvo una gran idea: convencer al DJ Jimmy Savile de hacer algo similar a lo que ya estaba presentando en Radio Luxembourg, "The Teen and Twenty Disc Club". Savile, hoy reconocido por Scotland Yard como un depravador sexual, consiguió revolucionar la tele del momento con una fórmula mucho más fresca de lo que esperaban los jefes. El formato era tan simple como democrático: presentar a los grupos que lideraban la lista de los diez más vendidos de la semana.


TOTP (como pronto comenzó a ser conocido entre sus fans) iba a permanecer sólo seis semanas en antena pero tras la segunda emisión se renovó "indefinidamente". Savile (con traje de vaquero en la foto) decidió entonces no presentarlo cada semana para no ser un comunicar ubícuo. Se optó por una solución salomónica: se llamaría a tres locutores más que se irían rotando: Pete Murray (segundo por la izquierda) que ya tenía experiencia en musicales juveniles tanto en la BBC como en ITV que en principio no quería aceptar porque estaba retomando su carrera como actor; el australiano Alan Freeman (izquierda), famoso por sus meteduras de pata y su innata capacidad para renombrar grupos y títulos de canciones y, por último, David Jacobs (Radio Times en mano), ex militar bien asentado en la cadena y que irradiaba seriedad por todos sus poros. Él mismo se retiró del show tras un par de temporadas al encontrarse fuera de lugar "entre tanta juventud". No había ninguna presentadora en aquella época pero... sí una modelo que ayudaba a todos, excepto Savile que era DJ profesional, a pinchar los discos en las presentaciones, Samantha Juste; una concesión visual a las discotecas que se mantuvo durante años en el programa.


Aquel programa histórico emitido a las 18.35 del día de Año Nuevo supuso un esfuerzo especial para Savile y su productor,  que tuvieron que adivinar cuáles serían los singles más vendidos esa semana para intentar tener en el plató a tantos como pudieran. Debían de tener un instinto especial porque de 10, tuvieron a 8 confirmados con días de antelación. The Rolling Stones, The Hollies, Dusty Springfield, Swinging Blue Jeans y The Dave Clark Five estuvieron allí. Y para mostrar el número 1 de la lista, "I Want to Hold Your Hand" se proyectó un vídeo de The Beatles. Esta primera cita no se conserva en los archivos y de esa primera época no es la única laguna. Esta fórmula sería la habitual a lo largo de los años, grupos en estudio y otros a través de filmaciones, más adelante vídeo-clips. Había otra solución alternativa para representar aquellas canciones cuyas bandas o solistas no podían acudir a plató: Pan's People, un grupo de bailarinas que representaban (muy literalmente) las letras de esos temas. Con los años se sucederían otras formaciones y algunas, incluso, tendrían a chicos en sus filas, todo un avance democrático. Por supuesto una de las señas de TOTP era el público, totalmente libre en el plató (o casi) y que podía bailar como si estuviera en un pub.


¿Y cuál era el estudio de la BBC que albergaba esta fiesta musical cada semana? Aunque suene increíble, el plató de "The Top of the Pops" durante sus dos primeros años era una antigua iglesia reconvertida situada en Dickenson Road, Longsight, Manchester. Hasta que en 1966 fueron trasladados a Lime Grove en Londres, el viaje de los músicos hasta la ciudad el día de emisión en directo era también una aventura... y no digamos el de vuelta para aquellos que tenían que coger el primer avión de vuelta a EE.UU. desde Londres a las 8.30 tras una noche de juerga en la ciudad para celebrar su actuación en el programa que tres cuartas partes de los ingleses veía. El cambio de ubicación no gustó a sus responsables que consideraban que se había generado una energía especial en ese viejo edificio religioso que, prácticamente, les pertenecía a ellos puesto que era el único gran programa que se realizaba desde allí. Así comenzó una leyenda televisiva que se mantuvo 42 años en antena.


Una actuación de The Hollies, muy habituales en el programa, de aquel 1964:


The Supremes, el primer grupo Motown en pisar el plató eclesiástico: 


The Moody Blues con su "Go Now", atentos al público que no sabe muy bien cómo bailar este tema: 







Adiós a Ignacio Salas

$
0
0
 

Su presencia fue constante en la tele de los ochenta, aquella que no tenía miedo a reinventarse, esa que se atrevía a  darle la vuelta a los géneros más clásicos y convertirlos en productos de autor. Ignacio Salas, periodista, director y presentador de decenas de formatos desde los 70 hasta finales de los 90, ha fallecido hoy a los 70 años a consecuencia de un cáncer. Hacía años que vivía apartado del boato televisivo (y de lo que no es boato también, no olvidemos que él era un profesional fijo de TVE y que ahí le tocó hacer de todo), por eso cuando hace un año Miguel Herrero le pidió (encarecidamente) que escribiera el prólogo de su libro "Los 80 responden otra vez" se mostrara bastante reacio. "Estoy muy poco cualificado como analista de la época pero, desde esta particular atalaya, sospecho que la clave del éxito de los 80 fue la libertad. Una libertad que se venía gestando desde que a la tele se le subieron los colores y se empezó a enterrar a la España en blanco y negro, y que llegó acompañada de ilusión, ganas, entrega, espíritu de equipo y complicidad" dice en ese libro y es aplicable a todos los trabajos de los que fue responsable en esa época dorada de TVE.

En realidad el camino de Salas se había iniciado mucho antes, en los setenta, como redactor de informativos. Comenzar carrera televisiva en plena Transición marcó su forma de hacer. Se había jubilado a los locutores de los Telediarios y gente como Lalo Azcona, Eduardo Sotillos o Joaquín Arozamena llenaban la pantalla de explicaciones, gestos y afán divulgativo. Curiosamente a Salas le tocó durante un tiempo trabajar para "Última hora", el informativo de medianoche dirigido y presentado por el único superviviente de los noticiarios institucionales de la década anterior, Pedro Macía. Su voz, fácilmente reconocible, esa forma de locutar casi sin pausa, comenzaron a escucharse en los reportajes y, ocasionalmente, reconocíamos su figura en las encuestas a la gente de la calle, muy populares en esa etapa, por fin se daba voz a los ciudadanos. 
   Un poco más tarde, en 1980, Ignacio ya había ascendido a subdirector de "Tribuna de la Historia", presentado por José Antonio Silva (a la izquierda de la foto) e incluso durante una breve temporada, a director. Con motivo del programa nº 100 escribía en TeleRadio: "Se han logrado romper ciertos prejuicios académicos hacia la "caja tonta", transformar el recelo -de los que han participado- en generosa y entusiasta colaboración, limar asperezas nacidas de distintas interpretaciones o posturas profesionales encontradas, dar a conocer la presencia y el verbo de las más destacadas figuras del conocimiento histórico, demostrar que con altura científica pueden, y deben, ser tratados los más controvertidos temas desde las posturas más antagónicas... en definitiva, lograr que un programa experimental alcance su mayoria de edad". Sí, son palabras del cachondo presentador que conocimos poco después. Ignacio Salas Lamamié de Clayrac (así firmaba entonces) era capaz de disociar su trabajo como director de una tertulia seria de su labor posterior como showman.

Tan sólo tres años después llegó su particular salto a la fama acompañado de otro guionista de la Casa, Guillermo Summers. Ambos se pusieron al frente del nuevo programa de avance de la programación de TVE. Partiendo de la base de "625 líneas", que había triunfado en los 70 clamorosamente, y olvidándose de sus inmediatos (y sosos) predecesores, decidieron aprovechar la oportunidad para ejercer la autocrítica más bestia. Anunciaban la parrilla de la siguiente semana, sí, pero además se reían de ella... y también de ellos mismos. "Y sin embargo te quiero" debería haber sido un programilla de relleno y se convirtió en la sorpresa de la temporada 1983-84. Confesaba Salas en el prólogo ya citado: "Queríamos ser dignos herederos de "625 líneas" pero salpicándolo de guiños al espectador, complicidades, participación colectiva y autocrítica gamberra". A buena fe que lo consiguieron y, de paso, se convirtieron sin quererlo en las nuevas estrellas de la tele. Tanto éxito tuvieron que realizaron el programa de Año Nuevo del 85 al 86, "Si te he visto, no me acuerdo", una locura maravillosa que casi mata a Salas por exceso de horas en la sala de edición. Al finalizar esta etapa, TVE no quiso dejar escapar a estos nuevos e inesperados iconos de la transgresión ochentera y continuaron formando dúo en "Segundos fuera" (en la foto) al año siguiente aprovechando las posibilidades infinitas del montaje y en "Juegos sin fronteras" en el 88.

Aquel mismo año acompañaron a José Luis Coll en "La hora del TPT", un ambicioso proyecto de microconcursos diarios que se solucionaban en una larga edición dominical y en la que Salas y Summers colaboraban como humoristas. Nunca se sintieron cómodos con aquella definición. Varias salas de fiestas quisieron contratarlos para que hicieran su numerito, al estilo Martes y Trece en Cleofás, pero ellos se negaron, de la misma manera que rechazaban el apelativo de los nuevos Tip y Coll que empezó a repetirse en la prensa de la época. Se consideraban guionistas profesionales a los que les tocaba dar la cara puntualmente. Por cierto, lo del TPT fue un fracaso que separó a la pareja provisionalmente o, más bien, los separaron (ya sabemos cómo son los directivos televisivos) aunque siguieron apareciendo como pareja en varias campañas publicitarias.


Para Ignacio llegó una nueva oportunidad ante las cámaras en 1989, "Juego de niños", sucediendo a Amparo Soler Leal y Tina Sáinz: "Por vez primera era el "prota" de un programa de la tele y eso multiplicó peligrosamente mi popularidad. Yo no había nacido para popularidad televisiva y la fama era un traje que me venía demasiado grande. Decidí no estar más de un curso de profe en ese cole y después de los exámenes sugerí el nombre de Sardá para que me sustituyese" confesaba en el texto introductorio de "Los 80 responden otra vez". Comenzó entonces un largo caminar por destinos absurdos para el genial guionista. Posiblemente el más injusto fue en "Cartelera TVE" donde realizaba un resumen semanal de vertiginoso montaje de la semana anterior en las dos cadenas del Ente. Totalmente insuficiente para un hombre con tanta creatividad. 


Los noventa volvieron a unirle a su gran amigo y cómplice de mil batallas Guillermo Summers. Se pusieron una vez más en la piel de anunciadores de la programación en el especial "Esto es Joyibú" y en 1993 regresaron triunfales a la 1 con "Objetivo Indiscreto". Audiencias millonarias que fueron premiadas en la siguiente temporada... con el paso a la 2 los lunes. En 1996 Salas tuvo que comerse un marrón importante al dirigir "Mañanas de Primera", un engendro matinal con Laura Valenzuela, su hija Lara Dibildos, Tate Montoya y Teresa Viejo intentando competir contra María Teresa Campos, recién emigrada a Telecinco. Apenas duró unos meses en el cargo... cosa que debió agradecer a los hados televisivos. En 2000 esos mismos hados le reunieron una vez más con Summers en "Al habla", un concurso sobre el lenguaje en el que también ejercía de guionista. Más interesante le resultaría su nombramiento como Presidente de la casi recién nacida Academia de la Televisión, cargo que ocupó con la mayor dignidad posible (y no era fácil) hasta 2006, año en el que volvimos a verlo (más bien distinguirlo) con su inseperable Guillermo en la Gala de los 50 años de TVE. 
   Discretamente se alejó de los espectadores y ahora nos enteramos de su fallecimiento. La noticia nos ha traído a los que superamos la treintena muchas imágenes a la memoria, y todas buenas. De una época en la que un guionista podía ponerse delante de la pantalla para hablarnos de la tele desde la autoparodia. Si te he visto, Ignacio, lo recuerdo perfectamente. Gracias por enseñarnos a ver la tele de una manera distinta. 


Fotos: revistas Tele Radio, TP y TeleIndiscreta

Esto es Joyibú, Salas y Summers presentan temporada

$
0
0


Imágenes de Prado del Rey, Torrespaña, Sant Cugat y los Centros Territoriales... de los controles de realización y de los platós... de la última tecnología llegada a la Casa a ritmo de rock duro. Ana Obregón con mirada sensual (o algo así) diciendo: "Mírame" y tras ella, Teresa Viejo y Laura Valenzuela. La dulce voz de Andrea Bronston cantando esa famosa cancioncilla pero adaptada a la tele y de nuevo rostros de la Pública pidiéndonos lo mismo que el tema musical, que les miremos: Concha Galán, Karlos Arguiñano, Bermúdez, Paco Montesdeoca, Joaquín Kremel... y aparece esplendorosa Marlène Mourreau para continuar con la petición a los espectadores entonando el "Mírame". Matías Prats asegura que tenemos dos ojos para ver las cosas en relieve, por ejemplo, a la francesa copresentadora de "El semáforo".


El llorado Ignacio Salas otea el horizonte, ¡primera pista para saber a qué responde este batiburrillo de imágenes promocionales y estrellas de la Primera y la 2 insistiendo en que les miremos! Guillermo Summers enseguida acompaña a su cómplice de programas como "Y sin embargo te quiero" y entendemos que éste es uno de sus inventos. Por fin se nos explica que nos van a presentar la programación de otoño de TVE de 1996 y proclaman triunfales "¡Esto es Joyibú!".


Y como si todavía estuvieran anunciando la programación pero 20 años después y sin Pastora Vega, Salas y Summers, que habían regresado como pareja en "Objetivo indiscreto", nos desgranan cómo será la parrilla usando esos montajes acelerados a los que nos tenían acostumbrados desde "Segundos fuera" y "Si te he visto, no me acuerdo". Nada de una espectacular Gala, nada de cantantes presentando su último single para endulzar el prolongado anuncio, éste es un espacio promocional sin disimulo pero con mucho ingenio. Como guionistas transgesores de valía demostrada colaron frasecitas relacionadas con los ojos y la mirada como "Y habrá quien piense que D'Artacán es un hijo de perra" en boca del doctor Claudio Mariscal (entonces presentando "A su salud") respondido por una escena de "Los Tres Mosqueperros" en la que el pobre protagonista pregunta: "¿Es verdad, mamá?", "Sí, hijo", responde ella. 


Salas y Summers volvieron a usar la fórmula de acompañarse de una bella copresentadora para "potenciar su imagen, en comparación con la nuestra". La curvilínea Marlène recitó con aplomo, y marcando aún más su acento francés de lo normal, su parte en los diálogos escritos por los irreverentes locutores. Por cierto, ellos aparecían hasta en la pausa publicitaria porque en aquel momento estaban en plena campaña de una conocida marca automovilística.


Cruz y Raya ponían el humor (más si cabe) en este especial sobre la temporada 96-97 que sería, además, la del 40 aniversario de TVE. En la temporada anterior la audiencia media de la Primera había sido del 27,7% de share y la de la 2 de un 8,3 y la Directora del Ente, Mónica Ridruejo, se planteaba en una embarullada Comisión de Control Parlamentario que iban a perder audiencia, publicidad y por lo tanto, que aumentaría el gasto. Eso es confianza en el producto que una dirige, oiga. A pesar de la anunciada debacle, la Casa seguiría líder con programas como "¿Qué apostamos?" y series tan populares como "Hostal Royal Manzanares". Salas y Summers fueron el mejor modo de dar comienzo a la nueva etapa.

Señor Wences, el ventrílocuo que actuó con Elvis

$
0
0

Elvis es Elvis, es evidente, su impronta en la cultura popular sigue vigente y cuando actuó por primera vez en el show de Ed Sullivan en la CBS, el programa favorito de las familias cada domingo, batió todos los récords de audiencia habidos hasta el momento. La segunda vez que apareció, el 28 de octubre de 1956, tuvo un duro competidor entre los invitados al programa. No era un cantante, ni siquiera era norteamericano sino un ventrílocuo español. Su nombre era Wenceslao Moreno, el Señor Wences aunque allí lo escribían Senor y lo pronunciaban "Senior", así fue conocido en EE.UU desde finales de los 40 hasta los 90 y su importancia en el mundo del espectáculo fue reconocida con varios homenajes e incluso una calle en Nueva York.


Aunque su primera apareción televisiva se produjera en 1948 en el popular programa de Milton Berle de la NBC fue en "The Ed Sullivan Show", de la cadena rival, donde consiguió fama de costa a costa. Por entonces ya estaba muy asentado en Broadway donde sus números de ventriloquía eran muy admirados por su maestría y novedad. No era el típico señor que conversaba con un muñeco irreverente y hasta maleducado al estilo de Ed Bergen (el padre de Candice Bergen, "Murphy Brown") y su impertinente Charlie McArthy. Podríamos decir que Wences ni siquiera hacía chistes, su número era más visual, con apenas leves intercambios de palabras con sus personajes y, en muchos casos, con las mismas frases, las coletillas "Shhh' awright" en el caso de Pedro y "Easy for you, for me is very difficult", ambas con marcadísimo acento español. Sus diálogos eran surrealistas y eso unido a la dificultad para entender lo que decía lo convertía todo en más absurdo aún. No eran sus únicas "marionetas" pero sí las más populares y he entrecomillado lo de marionetas porque en realidad, si somos estrictos, no podrían definirse así. Pedro era una cabeza en una caja y Johnny su propia mano a la que le pintaba ojos y boca (sí, él fue quien lo inventó) y le añadía ropita y peluca. Todo esto lo hacía en directo, ante los alucinados ojos de la audiencia que, parece, nunca se cansó de esta liturgia.


Era bien conocida la afición de Sullivan por la ventriloquía y los títeres y eran muy habituales estos números entre los singles de éxito de la semana en su programa. Fue en este programa donde Jim Henson consiguió el espaldarazo definitivo y donde Topo Gigio se hizo famoso mundialmente pero ningún artista acudió tantas veces como el Señor Wences. En el libro "A Really Big Show" de John Leonard se cifran en 23 sus apariciones pero en un artículo del New York Times las elevan a 48 (y este dato es el que se da por bueno en la Wikipedia y otras webs). En ese mismo libro el autor asegura que para el espectador fiel del show, este salmantino está mucho más relacionado con la historia del programa que los mismísimos Beatles y Elvis porque, aunque estos marcaron época, Wences fue una presencia tan habitual como familiar durante los 22 años que duró el programa.  Pero no sólo apareció en el variety de Sullivan, Wences fue un fijo de los programas espectáculo de todas las grandes cadenas y en los 70 fue reconocido como una referencia por el gran Jim Henson en The Muppet Show donde también fue invitado de honor. Resulta increíble que un hombre con este acento indisimulado (y posiblemente provocado) se convirtiera en un clásico del show business norteamericano.
   Y ahora pensad un momento en su apellido: Moreno, ¿recordáis algún otro ventrílocuo con ese apellido? Pues eso... su sobrino. 




Este señor de negro

$
0
0

Idea y guión de Antonio Mingote, dirección y realización de Antonio Mercero, José Luis López Vázquez de protagonista. Con este trío creativo era difícil que el resultado final no tuviera éxito y así fue... aunque quizás no el merecido ni el esperado. "Este señor de negro" fue una serie de 13 capítulos emitida desde el 8 de octubre de 1975 hasta el 28 de enero de 1976 los miércoles en prime-time. Su posición en el panel de aceptación de la audiencia siempre estuvo entre los 10 primeros puestos y su nota no bajaba del 7,6 sobre 10. Consiguió el Premio Ondas a mejor serie nacional y el TP de Oro en la misma  categoría y en la de mejor actor. Aparentemente fue un triunfo de la TVE tardofranquista y debería estar en el recuerdo de todos los espectadores de la época, en las bibliografías sobre historia de la televisión y como ejemplo de un trabajo bien hecho en las escuelas audiovisuales... pero no es así. Si le preguntas a un televidente de más de 50 años dirá que sí, que claro que la vio (no había más remedio si tenías un televisor) y hasta es posible que le vengan imágenes y alguna coletilla pero poco más. La serie no se repuso tanto como otras muy inferiores y hemos tenido que esperar a la edición en DVD de la compañía 39 Escalones para redescubrirla.


Don Sixto Zabaneta es un hombre chapado a la antigua, de rancios valores patrios y de luto desde que tiene uso de razón (primero por su padre, después por su madre y, finalmente, por su esposa). Su vestuario podría pertenecer a cualquier época, desde los años 20 hasta la actualidad pero en cualquiera sería casi anacrónico y demasiado sobrio. Tan sólo la largura del cuello de la camisa (blanca y almidonada, por supuesto) y el ligero acampanamiento del pantalón de su impoluto traje negro delata que vive (o sobrevive) en los setenta. Regenta una platería en plena Plaza Mayor, un negocio familiar con varios siglos de antigüedad que languidece en una época en la que la gente ya no tiene decencia ni moralidad para regalar lo que se debe regalar. 


Desde su viudedad vive con su hermana Carola (una genial Mari Carmen Prendes, a la derecha de la fotografía) en un piso tan anticuado como él, lleno de recuerdos de épocas pasadas y de retratos de familiares que ni siquiera conoció. Carola es soltera, vivió un gran amor antes de la guerra que se tuvo que exiliar por sus ideas políticas. Nunca quiso reconducir su vida pero no vive del recuerdo y es mucho más abierta de ideas que su hermano. Suele reírse de todo lo que le rodea y queda muy claro que es la más inteligente de todos. Su sentido común es aplastante y, posiblemente, sea quien gobierna la casa (para mayor tranquilidad de su hermano, despreocupado para "esas cosas" como cualquier buen español). 


En la tienda de la Plaza Mayor Don Sixto es auxiliado (o más bien él es quien auxilia) por una eficiente y siempre bien dispuesta jovencita encarnada por María Garralón previa rinoplastia y que unos años más tarde se convertiría en una de las protagonistas de otra gran serie de Mercero: "Verano azul". Aquí es más descarada que la Julia que veranea en Nerja y en un capítulo también coge la guitarra para entonar una canción reivindicativa. Pep Munné encarna al sobrino de Don Sixto, que acaba de abandonar derecho (para disgusto de sus padres) y se dedica, entre otras cosas, a pinchar discos en una Boite. Su novia es negra y provocará un cisma familiar que tendrá que resolver nuestro alucinado protagonista. 


Don Sixto es viudo pero no de piedra y cada vez que ve a la oronda Loreto (Florinda Chico) le dedica un sonoro piropo, siempre el mismo pero con algún puntual aderezo: "¡Monumentoooo!". Loreto es una mujer casada y, por lo tanto, su romance es platónico y muy respetuoso pero cada día pasa por la platería para recibir esos halagos. Como mujer coqueta no acepta que Sixto (al que siempre trata de usted) deje el luto momentáneamente y que flirtee con otras. 


En el piso de los Zabaneta vive otro miembro de esta respetable familia, el abuelo. En realidad el Don Sixto de principios del siglo XX murió ya hace muchos años pero sigue siendo una referencia y cada día, de forma onírica suponemos, tiene una charla con su nieto en el despacho. Siempre tiene a mano la anécdota de un pariente, adecuada para servir de parábola a alguno de los disgustos que asolan al pobre Sixto, bastón en el que se apoyan todos y que debe servir de consejero improvisado. Y he aquí cuando se producen algunos de los momentos más hilarantes (y surrealistas) de la serie.


Cada semana descubrimos una parte del pasado de los Zabaneta y un sempiterno Sixto, siempre con la cara de López Vázquez, va sufriendo diversos envites que nos demuestran que, en realidad, las cosas no han cambiado tanto desde los tiempos del descubrimiento de América. En estos fragmentos (que son auténticos cortos casi independientes por su estética mingotiana y una sobreactuación buscada) el Sixto de distintas épocas tiene que enfrentarse a mujeres mucho más listas que él, pobre diablo sin voluntad y con ínfulas de conquistador. Actrices de belleza y fama como Concha Velasco, Fiorella Faltoyano (en la foto), Carmen Maura, María José Santiago, María Kosty, Charo López, Charo Soriano o la mismísima Rocío Jurado interpretan a estas féminas de carácter. 
   A lo largo de la serie comprobamos que, en realidad, Sixto es un producto de su tiempo pero que no es tan arcaico como parece y que, al contrario  que sus amigos, está abierto a nuevas sensibilidades. Mingote y Mercero aprovechan esta serie eminentemente cómica para introducir temas dramáticos como el racismo, los embarazos no deseados, las apariencias, el clasismo... López Vázquez realiza un auténtico tour de force para interpretar un personaje con tantísimos matices como éste. Cuando es el Sixto de los setenta se acerca más a la sutileza de su trabajo en "Mi querida señorita" pero cuando encarna al Sixto de otros siglos es pura pantomima y nos recuerda mucho a su descacharrante rol junto a la enorme Maggie Smith (sí, sí, la de "Downton Abbey") en la película de George Cukor (sí, sí, el director de actrices preferido por Hollywood) en "Viajes con mi tía" (1972). 
   Mercero decía entonces a la revista TeleRadio preguntado por las virtudes de su serie: "Hago hincapié en dos fundamentales: la primera, el tono medio de gran calidad alcanzado en todos los guinones y la segunda, que recae en el protagonista, que ha hecho con cariño un excelente trabajo, a base de aportar ideas y personalidad a los personajes incorporados, todos ellos muy dispares, lo cual otorga gran brillantez al trabajo en general". 
   "Este señor de negro" fue una serie crítica con nosotros mismos, se reía de manera casi desgarrada de esos arquetipos del patriotismo más rancio. La valentía de los directivos de TVE de emitirla con Franco moribundo no ha sido suficientemente valorada y quizás por eso quedó en el recuerdo pero con sordina, como un producto muy efímero y sólo comprensible en una época determinada. Sin embargo, una revisión de esta serie nos permite comprobar que, a pesar de cierta lentitud en el ritmo, sigue siendo muy divertida y que algunos de sus guiones están vigentes (desgraciadamente).

Así comenzaba este proyecto comandado por Mercero-Mingote-López Vázquez. Muy recomendable su visión en la calidad que nos permite el DVD ahora que tenemos esa posibilidad:






Ruy, el pequeño Cid

$
0
0

"Soy Ruy Díaz de Vivar, "el pequeño Cid", que tanta gloria y hazañas he acumulado al ser adulto. Por mí se han interesado poetas e historiadores de todos los países durante 900 años. Merecía que alguna vez se intentaran reflejar las inquietudes, alegrías e ilusiones de mi infancia de la que nadie se ocupó porque... yo también fui niño". Así comenzaba cada domingo a las 15.30, después del Telediario 1, la serie de animación "Ruy, el pequeño Cid", primera coproducción de TVE con BRB Internacional, la compañía que más tarde dio grandes alegrías a la Casa con "D'Artacan y los tres Mosqueperros", "David el Gnomo" o "La vuelta al mundo en 80 días de Willy Fog".  Entre octubre y diciembre de 1980 se emitieron los 26 capítulos de esta serie que en realidad era una producción compartida entre la empresa española y la Nippon Animation aunque desde aquí se presumía de que Japón tan sólo había aportado sus estudios y dibujantes pero la idea, guiones, dibujos originales y la producción era totalmente nacional. Eso sí, la dirección correspondía a A. Negoro que, desde luego, no era de Burgos.


Tras el exitazo de la serie de Cruz Delgado sobre Don Quijote, a la tele y a BRB les parecía lógico seguir rebuscando entre nuestra historia para realizar un proyecto que fuera entretenido y, al mismo tiempo, divulgativo. La figura de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, era sumamente interesante para este propósito pero planteaba una dificultad: su historia está rodeada de leyendas y siempre ha sido motivo de discusión entre historiadores. Meterse en tal berenjenal de fechas concretas, acontecimientos probados y otros tantos que siguen sin confirmar era absurdo para una serie infantil. La solución fue centrarse en la infancia del protagonista, de la que nada se había escrito, y así poder fabular a gusto pero partiendo de una base real, la de los distintos reinos de la Edad Media que más tarde formarían España. Para ello contaron  con el asesoramiento de Luis Sánchez Belda, director del Archivo Histórico Nacional y especialista en el Cid. Belda se encargó de revisar y corregir detalles del guión que podían ser dudosos y proveyó de documentación sobre las costumbres de la época y datos históricos sobre batallas y figuras del relato al equipo de guionistas. Aunque las tramas de la serie son inventadas se procuró que el contexto fuera real... y por lo tanto que esas historias pudieran haber sucedido o, al menos, ser creíbles.
 

Decía el productor, Luis Ballester, a la revista TeleRadio: "Toda la ambientación histórica envuelve a las aventuras del pequeño Ruy. Son más o menos fantásticas, capaces de entretener a los niños y que ayudan a la vez a acercarse a la Edad Media, época que seguramente desconocen. En la serie, además de personajes reales, aparecen todos los lugares donde pudo desarrollarse la infancia del Cid: Vivar, Burgos, Molina de Aragón, Santo Domingo de la Calzada, el Monasterio de San Pedro de Cardeña, Santo Domingo de Silos, Covarrubias... Hemos recorrido toda la ruta del Cid para reproducir los lugares con la mayor exactitud posible". 


El primer capítulo nos presentaba a Ruy, un chaval de mediados del siglo XI que vive en Vivar con su madre Teresa y sus dos hermanos. Su padre, don Diego Laínez, es un hidalgo al servicio del Rey Fernando y, por lo tanto, le sirve en la Corte de Burgos. Ese progenitor ausente decide que ha llegado el momento de que su hijo se forme como un hombre de provecho y lo envía al Monasterio de San Pedro de Cardeña (a saber por qué consideraba que allí iba a estar mejor formado). El problema es que los monjes no son precisamente pacientes y Ruy es un crío con claros síntomas de hiperactividad y síndrome de déficit de atención. En aquella época la psicología infantil no estaba muy desarrollada así que tras un par de hostias (que no aparecen en pantalla) deciden enviarle con unos parientes (sin consultar a los padres ni nada). Afortunadamente para Ruy allí su vida cambia a mejor y conoce a su primo Alvar y la hija del conde Lozano, Jimena que más adelante sería su esposa. En los primeros episodios disfrutamos de las andanzas y travesuras de los tres muchachos pero Ruy ha de volver al Monasterio (quizás el padre ha recordado a los monjes que había pagado para algo), cosa que no le agrada demasiado así que decide correr aventuras por su cuenta.
   Con este trabajo Claudio Biern Boyd consiguió su primer gran éxito como creador y productor ejecutivo de series, después de casi una década dedicado al merchandising y distribución en España de productos extranjeros como Mazinger Z. 
   Y para terminar, una sorpresita: ¿reconocéis la voz de Ruy? Sí, es la de una mujer haciéndose pasar por un niño, algo habitual en la época (y también hoy aunque no está tan generalizado como antes) pero ¿quién? Pues bien, Ruy es Ana Ángeles García, primera contable del "Un, dos, tres".  


Adiós a Sir Terry Wogan

$
0
0

El irlandés que triunfó en Reino Unido, el animador de la radio matinal durante casi 40 años, el entrevistador impertinente al que todo se le perdonaba cuando sonreía con complicidad, la voz de Eurovisión durante más de tres décadas. Terry Wogan, Sir con todos los honores, ha fallecido a los 77 años tras una breve lucha contra el cáncer. Los espectadores británicos sospechaban algo cuando en diciembre no presentó, por primera vez desde su creación, la gala benéfica "Children in Need" y disculpó su ausencia a través de un mensaje grabado en el que explicaba que se estaba recuperando de una operación inesperada.

 

Su primer y gran amor fue la radio, ya desde los inicios de su carrera en los servicios informativos de la radio irlandesa y más adelante como uno de los miembros originales de la revolución de la Radio 1 de la BBC aunque adquiriría su fama y popularidad en Radio 2, también de la emisora pública. Su magazine despertador llegó a tener 8 millones de oyentes diarios y durante una breve etapa se emitió simultáneamente en televisión. 


Su llegada a la BBC no auguraba tanto éxito como el que tuvo, su primera colaboración como presentador fue con la retransmisión del concurso nacional de baile "Come Dancing" aunque ya había narrado el festival de Eurovisión tres años antes. Aquel programa no era para él a pesar de que se mantuvo hasta 1979 en su puesto. Demasiado serio, demasiado formal para su manera natural de entender la comunicación. Fue precisamente en aquel 79 cuando tuvo su verdadera oportunidad al ser elegido para un concurso de lo más estúpido, "Blankety Blank". Su relación con el panel de famosos que ayudaba (o todo lo contrario) a los participantes fue la que le "soltó" definitivamente. Su ironía casi caústica magnetizó a la audiencia. En 1983 lo abandonó (siento sustituido por un humorista mucho más famoso que él, lo que indica la fortaleza que había alcanzado el programita y la necesidad de buscar un sucesor potente) para dedicarse en cuerpo y alma a su otro gran proyecto (con permiso de la radio), el talk show que llevaba su propio apellido.


Lo que había comenzado el año anterior como un programa semanal de entrevistas a famosos de promoción se alzó como uno de los espacios más vistos y amplió su periodicidad a tres veces por semana. Todos los actores, músicos, escritores,o deportistas que tenían algo que decir se sentaron en su sofá durante los 10 años que se mantuvo en antena ininterrumpidamente, con constantes vueltas a la parrilla, algunas incluso para revisitar viejas conversaciones con sus interlocutores ante él.


En 1980 lanzó una iniciativa benéfica que se convirtió en un clásico en la BBC (uno más), "Children in Need", dedicada, como su propio nombre indica, a los niños en dificultades. Todavía sigue en antena cada Navidad y ésta fue la primera en la que, como decíamos al principio, Sir Terry no pudo acudir. Apenas un mes antes había abandonado su programa radiofónico debido a la enfermedad (aunque no se explicitó la razón real). Entonces se despidió de sus oyentes agradeciéndoles su amistad.

 

El festival de Eurovisión también es una constante en su carrera. En eterna rivalidad con Uribarri por conseguir el récord de retransmisiones, Wogan estuvo de forma intermitente desde principios de los 70 hasta 2008 cuando pasó el relevo a Graham Norton harto del juego político en las votaciones y del ninguneo a la candidatura británica en la última década. Además de narrarlo para la radio y la tele, presentó las preselecciones en más de veinte ocasiones y también el propio festival en 1998, el año de Dana International. Tan querido como odiado en esta labor, sus comentarios sardónicos y su manía de tapar la canción con sus chanzas fueron sus sellos personales en algo tan impersonal como Eurovisión. 
   Wogan siguió en activo hasta casi el final, no sólo en radio sino en televisión donde en los últimos meses se pudo ver el documental viajero-gastronómico "Terry and Mason's Great Food Trip" donde se le veía físicamente débil y torpe aunque con su voz y humor intactos. 
   El director general de la BBC, Tony Hall, ha definido hoy a este comunicador como "un verdadero tesoro nacional" y ese es el sentimiento generalizado entre sus compañeros y admiradores. 

Preselección Eurovisiva Española. 1962

$
0
0

El 6 de febrero de 1962 los espectadores de TVE fueron testigos de la preselección que realizaba TVE para el festival de Eurovisión que se celebraría el 18 de marzo, apenas mes y medio más tarde. En aquella época en la que el concurso todavía se conocía con el rimbombante nombre de "Gran Premio de la Canción de la Eurovisión" las cosas se hacían así, in extremis, y parece que a la organización tampoco le importaba mucho que las televisiones participantes informaran de sus candidatos con tan poca antelación.


Unas noventa canciones se presentaron a la convocatoria, dieciséis fueron seleccionadas y diez pasaron a la final que se retransmitió desde los estudios de Miramar aunque el jurado se repartía entre Madrid y Barcelona para hacer más equitativa la cosa (o de eso presumían ellos). El cantante Victor Balaguer fue el ganador del concurso con la canción "Llámame" compuesta por Sellés y Portolés que ya habían triunfado juntos en el Festival de la Canción de Madrid y en el caso de Mario Sellés también en el de Benidorm. Federico Gallo presentó esta final y Jesús Álvarez moderó desde Madrid las deliberaciones del jurado. Entre los concursantes nos encontramos a José Guardiola (que participaría un año más tarde), Gelu, Lita Torelló (ambas lo intentarían de nuevo en otras preselecciones), Antonio Areta, el dúo Juvents y un tal Rafael que no sé si será Raphael.


Lo más curioso de esta preselección, que tampoco pasaría a la historia por su calidad y por el buen resultado de su apuesta, fue el propio tribunal elegido por TVE. Desde Madrid votaban la directora de cine Ana Mariscal, el torero Antonio Ordóñez y la actriz y presentadora Natalia Figueroa (posteriormente conocida por ser la mujer de Raphael), entre otros. Desde Barcelona Elisenda Nadal (directora de la revista "Fotogramas"), la actriz Carmen Lombart y el periodista Ignacio de Agustí. Había unas cuantas celebridades más (algunas completamente olvidadas hoy) y también se conectaba con otros jurados de las emisoras de Radio Nacional pero hay tres figuras que destacan entre todas las demás por lo curioso de su presencia en este concurso: en primer lugar, la Duquesa de Alba, ¿qué hacía la aristócrata opinando desde el minúsculo plató del Paseo de la Habana? En realidad no era la única noble puesto que en el mismo estudio se encontraba la Condesa de Quintillá. Desde Miramar no hubo ningún votante con título de rancio abolengo. La segunda figura que sorprende en esta final es el celebérrimo futbolista del Real Madrid Alfredo di Estéfano. Y la tercera está directamente relacionada con el delantero... desde Barcelona y para hacer la competencia ¡nada menos que Ladislao Kubala! Esto fue una estratagema de los directivos de la tele en busca del morbo, ya véis que nada es nuevo. Seguro que el duelo dialéctico entre ambos jugadores fue lo más interesante de la Gala. No puedo informaros de si votaron al mismo porque el programa no se conserva.


¿Y qué pasó el 18 de marzo en Luxemburgo? Era la sexta vez que las televisiones de la red europea de intercambio de imágenes y medios organizaba este concurso musical y la segunda que concurría TVE. El año anterior, con Conchita Bautista y su "Estando contigo" (compuesta por Augusto Algueró) se había conseguido un 9º puesto de 16 países (aunque dos empataron en el 15º), un lugar digno para comenzar. Esa dignidad la perdimos enseguida, 0 puntos y último puesto si bien debería servir de consuelo que se empató con Países Bajos y Austria. 

   Así actuó Balaguer en el festival defendiendo esta rumba-rock tal y como la definían sus autores (que hay tener mucha imaginación para pensar que esta canción encaja en esa definición). Ah, atentos a la pronunciación del apellido por parte del comentarista alemán: 



Adiós a Concha Goyanes

$
0
0

Pionera de los dramáticos de TVE, Concha Goyanes (durante lustros "Conchita"), falleció el sábado a los 69 años tras una breve lucha contra una enfermedad que había provocado su regreso a Madrid para intentar atajarla. En los últimos años y tras el éxito de la serie de Canal Sur "Arrayán" donde había participado, se reencuentra con sus orígenes malagueños y se asienta de nuevo en su localidad natal, Coín. Su reaparición televisiva con personaje fijo en la serie de Emilio Aragón "Javier ya no vive solo"(2002) había iniciado una nueva etapa de trabajo tras haber permanecido cierto tiempo alejada de la pantalla. En esta recuperación también se incluye su papel en "Herederos", su retorno a TVE, la Casa donde había conseguido realmente su popularidad. Ya en 1963 alcanza la portada de la revista "TeleRadio", indicativo de su enorme fama por sus papeles en la prototelevisión.


Y es que Conchita había debutado prácticamente con el inicio de los dramáticos de la tele. Decía Baget-Herms en su "Historia de la Televisión" que junto a Luisito Varela (ambos en la foto superior) eran los niños prodigio oficiales del Paseo de la Habana. En realidad, ella había debutado sobre las tablas un poco antes en "Fuenteovejuna" y cuando fue contratada por TVE era una de las actrices del cuadro artístico de Radio Nacional. Su primer papel fue en "Un drama sensacional" junto a Jesús Puente por el que cobró nada menos que 500 pesetas. No había cumplido los diez años. Le decía en 1973 a la periodista Camino Ciordia: "Me tenía que llevar el bocadillo de casa porque allí no había un mal bar donde comprarlo. Otras veces nos íbamos a uno cerca de los estudios. A raíz de esta obra empecé a hacer papeles muy variados y me tuvieron que poner un profesor particular para que pudiera seguir con mis estudios. Hice indistintamente de niño o de niña. De Mozart, de niño Jesús, de Pimpinela Escarlata... Y anuncios, también publicidad. Mi primera serie fue "Margarita y Rufinín", dentro de los espacios infantiles, y constaba de 30 ó 40 capítulos".


En aquella época la audiencia de TVE era mínima y se restringía a Madrid y alrededores así que todavía era más famosa por su voz que por su aspecto, las radio-novelas de RNE fueron su primer peldaño a la popularidad. El siguiente fue el cine, sobre todo en las películas de Marisol y Rocío Dúrcal donde era la perpetua amiga de la protagonista. Estos films estaban producidos por su pariente Carlos Goyanes. Y es que Concha provenía de una larga estirpe artística, su abuelo había sido primera figura en la compañía de Margartita Xirgú, su madre era la actriz Mimí Muñoz y sus hermanas Mara y María José también se decantaron por el arte dramático. Sus hijos han continuado la tradición, Rebeca es actriz y Pablo es guionista, como su padre, Juan Tébar.
   A mediados de los 60, Concha (bueno, todavía Conchita en los créditos) alternaba el teatro con el cine y la televisión, tanto trabajo hacía que se espaciaran más sus apariciones en la tele pero algunos fueron muy sonadas. Por ejemplo, era una de las "embrujadas" de la adaptación de Pedro Amalio López de "Las brujas de Salem" (en la foto) de Arthur Miller. Corría 1965 y había participado en varias "Novela", en "Estudio 3" y en "Primera fila". En aquel espacio se incluyó la obra "Plaza de Oriente" y recordaba en la entrevista antes mencionada: "Había veinte decorados, todos en semicírculos concéntricos, y sobre la marcha había que ir montando unos y desmontando los usados. A Emilio, el de atrezzo, siempre le llamaban "protagonista" porque entre unas cosas y otras, siempre salía de rondón en todas las obras".


En mayo de 1966 apareció en un capítulo de la serie más popular de la época, "Historias para no dormir", "El aniversario", junto a a Manuel Galiana, Fernando Delgado y Félix Dafauce. Apenas un mes antes había intervenido en la Novela "Orgullo y prejuicio" y en un "Estudio 1". En agosto regresaría al espacio de Luis de Sosa "Tengo un libro en las manos" donde ya había interpretado a la Isabel II niña a finales de los 50. Finalizaría aquel prolífico año con un rol en la serie rompedora del momento, "Habitación 508" de Adolfo Marsillach.


Más series, películas y mucho teatro durante los setenta pero siempre como secundaria. Fue en 1976 cuando tuvo la oportunidad de ser la estrella de una serie, de nuevo un producto infantil, "Las aventuras del hada Rebeca". Su propio marido, Juan Tébar, realizó los guiones con Lola Salvador y el nombre de la protagonista era el mismo que el de su hija. En principio iba a estar dirigida y realizada por Josefina Molina pero desde el comienzo del proyecto en 1973 hasta su emisión en el 76 cambiaron muchas cosas y finalmente sería Miguel Picazo el director. Con este hada traviesa que no conseguía aprender bien sus hechizos tuvo un gran éxito y alcanzó la portada de la revista TP.


La guionista Lola Salvador le escribiría un bonito papel para otro programa infantil, la primera adaptación nacional de "Barrio Sésamo" en 1979 protagonizada por Emma Cohen como Caponata. Concha sería la propietaria de la mercería, una de esas humanas que ayudaba a los muñecos a entender el mundo de los adultos. Para ella, ya toda una mujer, tampoco estaba siendo fácil entrar en ese mundo: "No me arrepiento de aquella época ni de lo que hice, pero hubiera sido mejor estudiar y divertirme con los juegos de los demás niños. No me gusta nada haber empezado de pequeña. Además, luego me ha marcado mucho el haber sido niña prodigio porque me he quedado de niña de por vida. Y cuesta que la gente cambie de esquemas" decía en 1973. Años más tarde confesaría que había sufrido abusos y maltrato en algunos rodajes. 
   Pero Concha siguió luchando por mantener un puesto en la profesión y alternó papeles serios con los cómicos en teatro y tele. El cine la iba olvidando poco a poco. Entre los 70 y 80 intervino en multitud de series populares como "Crónicas de un pueblo", "Cuentos y leyendas", "Anillos de oro" o "Gatos en el tejado" (con José Sacristán) pero en papeles episódicos. En los noventa desapareció prácticamente de la pantalla y se refugió en el teatro. Su regreso a la tele en esta década fue una agradable sorpresa para muchos espectadores. Era como si una antigua y querida amiga volviera al vecindario. Concha Goyanes se ha ido tras haber disfrutado de una larguísima trayectoria profesional y tener el respeto de sus compañeros y el cariño de la audiencia.

Teatro Estudio: Esperando a Godot. 1978

$
0
0

Es una de las obras más representativas del teatro del absurdo, posiblemente la más reconocible del genero y, sin duda, la más popular de Samuel Beckett. "Esperando a Godot" es una pieza compleja, que necesita una cierta experiencia como espectador teatral y una mente abierta a la experimentación artística. En la TVE de finales de los setenta los dramáticos eran una constante en la programación y ya no tenían miedo a probar cosas nuevas, por eso el 7 de marzo de 1978 se emitió una nueva adaptación (la tercera hasta el momento) televisiva en la 2 (por entonces más conocida como el Segundo Programa o directamente la UHF). Esta versión dirigida por José Osuna se incluía  dentro del espacio divulgativo literario "Encuentro con las letras" que una vez al mes representaba un texto (aparentemente minoritario) bajo el epígrafe "Teatro Estudio". Antes, se presentaba y se ponía en contexto y después se debatía sobre ella, criticando incluso la adaptación por parte de los profesionales de la propia Casa.


Los actores Juan Llaneras, Ramón Corroto, Emiliano Redondo y Alberto Fernández (siguiendo el orden de la foto de izquierda a derecha) interpretaban respectivamente a Lucky, Vladimir, Estragón y Pozzo. Dos de ellos ya habían interpretado anteriormente sus mismos roles: Corroto 22 años antes, prácticamente al inicio de su carrera, y Redondo 14 años atrás. El primero declaraba a la revista TeleRadio: "La obra trata el problema de la desesperanza. Los dos personajes (Vladimir y Estragón) representan al ser humano. Yo soy la parte pensante y Estragón la material. Además hay otros dos personajes importantes que representan la situación social del ser humano: son el oprimido y el poderoso. Creo que la obra se ha enfocado correctamente por parte del realizador, que está haciendo un gran trabajo".


El propio Osuna reconocía que había apostado por una realización poco convencional, conscientemente sobria, para respetar el texto: "Lo habitual es que cuando se realiza una obra para TV el realizador trate de hacer su propia película, haciendo muchas aportaciones personales, no siempre justificadas, en lugar de tratar de resaltar lo que ya está en la obra. Esperando a Godot, además, no admite planteamientos de este tipo. Hay que respetar su estatismo teatral, que es fundamental para su comprensión". El actor Emiliano Redondo insistía en que no era una obra fácil: "Para mí el problema de la obra es el de la incomunicación. Estos dos personajes se comunican muy de vez en cuando, cada cual tiene su discurso. Es una obra muy difícil, no solamente para el espectador sino que también es muy difícil de estudiar para el actor. No hay un diálogo coherente pero el discurso de cada uno sí lo es".



Si lo sé no... no vengo

$
0
0

"Un concurso de locos". Toda una declaración de principios desde los títulos de crédito iniciales. "Si lo sé... no vengo" comenzó como la alternativa catalana a los grandes concursos de plató realizados desde Prado del Rey en los ochenta. Era como el primo modesto del "Un, dos, tres" pero tenía tanta personalidad que enseguida se hizo un hueco entre las preferencias de los espectadores. No es de extrañar ese cariño porque este formato dirigido por Sergio Gil y realizado por Sergi Schaaff era un alarde de ritmo. Aquí las pruebas físicas, las mentales y las intelectuales se mezclaban en un totum revolutum que no concedía descanso al concursante ni al televidente. Jordi Hurtado, "el enterao" según los créditos, coordinaba el concurso y la actriz Virginia Mataix, "la vecinita de enfrente", presentaba el programa y hacía recuento de puntuaciones al tiempo que valoraba con el participante sus resultados. Pero no eran los únicos miembros del reparto fijo: los forzudos González y González, Damiá Barbany (el inevitable del ascensor decían, en realidad un actor que tan pronto ayudaba como molestaba), Rafael Blanch al piano y las azafatas Janine, Jair y Elena en la primera temporada ayudaban a liar al osado concursante. Ah... y el hombre invisible de "Saber y ganar" ya estaba ahí también, Juanjo Cardenal formulaba las preguntas culturales en el momento más inoportuno.


Y es que este frenético formato fue el inicio de muchas cosas para el equipo de entretenimiento de Sant Cugat, el centro de producción de TVE en Cataluña. Con "Si lo sé... no vengo" comenzó (y no de manera premeditada) una nueva etapa de oro que recuperaba aquella que se había vivido casi veinte años antes en Miramar, el anterior cuartel general de la Casa en Barcelona. Schaaff, un veterano realizador bregado en mil géneros, le cogió gustillo a los concursos y después alumbraría otra joya: "El tiempo es oro" y a ese diamante podemos añadir otra piedra preciosa de la parrilla ochentera, "3x4". Y parte del elenco de esos programas había comenzado a trabajar en el concurso que hoy nos ocupa. A saber: Jordi Hurtado sería el primer presentador del espacio que encumbraría a Julia Otero pero él lo había testado antes sólo para el circuito catalán. Romero sería presentador suplente de la Otero en el verano de la primera temporada. El decorador Luis Gracia se encargaría de la escenografía de todos ellos. Janine también fue la famosa azafata del dedito en la enciclopedia del concurso del tiempo dorado. Y para redondear todo: "Saber y ganar" está dirigido por Schaaff, presentado por Hurtado, con la voz de Cardenal y la colaboración de Pilar Vázquez, coordinadora de "Si lo sé... no vengo". Ah... estos sólo son los más conocidos, claro, en el equipo de producción, guión y la parte técnica hay muchas más coincidencias.


Este concurso se emitió entre 1985 y 1988, primero los jueves por la noche y poco después los domingos por tarde, entre las dos pelis de Sesión de Tarde. Fue en ese horario donde realmente se asentó, era una hora de auténtica locura en un día televisivo dedicado al rélax. ¿Y por qué funcionó tan bien en su segunda ubicación? Muy sencillo: era un formato familiar que enganchaba a los niños. Ellos eran los que realmente tiraban del resto de la parentela para ver el programa. Para ellos no era sólo una gymkana frenética sino que cada uno de los miembros del reparto tenía un personaje muy bien definido que ayudaba a identificarlos claramente. A lo largo de sus temporadas en antena se realizaron varios especiales con premios para la beneficiencia y durante un verano se emitió desde decorados naturales de las Canarias.


El programa tenía otra característica diferencial, se puntuaba con kilómetros. Cada una de las pruebas físicas que transcurrían en el "Laboratorio" y que el concursante tenía que ir sorteando de forma alternativa mientras Juanjo Cardenal pronunciaba preguntas intermitentemente, tenía un valor en esa medida que se iba sumando hasta que el final se canjeaba por un viaje tan lejos donde se pudiera llegar con esa puntuación. Las preguntas acertadas se premiaban con 10.000 pesetas. Recordado es ese mapamundi transparente en el que, con ayuda de un cuadrante, Hurtado informaba de los posibles destinos. Cada emisión finalizaba con todo el equipo artístico brindando con cava, una celebración más de la catalanidad de aquel formato propio que debería ser recuperado. 

Así comenzó:



Y una edición de 1988 con Hurtado al frente del programa, ya sin Virginia Mataix que lo había abandonado en la segunda temporada:

Foto 1 cedida por TVE, el resto por Gabriel Sendra @arxiusendra. Todos los derechos reservados

50 años de "Historias para no dormir"

$
0
0

Nada de casas encantadas, puertas crujientes, rayos que iluminan oscuras estancias, espíritus con sábana y cadenas ni doncellas que recorren largos pasillos con candelabros. Toda una declaración de intenciones desde la primera presentación. "Historias para no dormir" sería una serie de terror o, más bien, de suspense (pronunciado a la francesa) pero huyendo de los tópicos del género. Tópicos que, en realidad, en España no se habían usado demasiado aunque el espectador sí los había visto profusamente antes de la guerra civil en la serie de películas de la Universal que adaptaba los clásicos de Mary Shelley o Bram Stoker. Además también se habían emitido ya en TVE telefilms americanos como "Alfred Hitchcock presenta...", "La dimensión desconocida" o "Rumbo a lo desconocido" así que no eran vírgenes en la materia pero el terror patrio no existía. 
   Se cumplen 50 años del estreno de un título que cambiaría (para bien) el devenir de nuestra tele. 50 años del asentamiento definitivo de Don Narciso Ibáñez Serrador como maestro de la televisión. Con este producto se confirmó su talento y, a partir de ahí, se le permitieron lujos como "Historias de la frivolidad", "El asfalto" o incluso el "Un, dos, tres" (totalmente rompedor en su momento) que serían impensables si no fuera porque se había convertido en el niño mimado y respetado por los gerifaltes. Los premios que comenzó a acaparar en festivales de medio mundo afianzaron esa posición de privilegio.


Fue el 4 de febrero de 1966 cuando Chicho apareció antes de la (posteriormente celebérrima) cabecera del programa para anunciar el comienzo de una nueva serie. Lo hizo con ironía, riéndose de sí mismo y asumiendo la escasez de medios de la Casa para justificar que sus historias serían modestas y que, de vez en cuando, tendrían que recurrir a la emisión de episodios autoconclusivos de otras series similares extranjeras porque quizás no llegarían a tiempo para producir el suyo propio en sólo siete días. Eso sólo sucedió una vez, precisamente en la segunda semana. El primer capítulo, "El cumpleaños", era brillante (ya hemos hablado aquí de él) y se rodó en cine pero Chicho se hizo consciente enseguida de que eso era inviable para una serie semanal. A partir de entonces se realizará siguiendo la senda habitual: en estudio y con 3 ó 4 cámaras, sin demasiado margen para un montaje posterior. Puntualmente se añadían imágenes en cine rodadas en exteriores para disgusto de los críticos de la época que consideraban eso una traición al "lenguaje televisual puro".


En realidad todo esto no era nuevo para Ibáñez Serrador. Ya había dirigido series parecidas en la televisión argentina y cuando se presentó ante el Director de Programas de TVE, José Luis Colina, con varias cintas de sus trabajos allí, le convenció de que sería un fichaje sensacional. En 1977 contaba a la revista "TeleRadio": "Puso en mis manos una especie de programa test que se llamaba "Estudio 3" que, precisamente, por la falta de personalidad de su título, hacía posible que allí se emitieran todo clase de programas. Allí empezaron a hacer cosas cómicas, dramáticas, de novelas, biografías y de repente surgió una cosa de suspense y me sirvió un poco para comprobar que era tomate que los mercados requerían, o sea, que era lo que el público de TVE acogía por aquel entonces con más agrado y empecé a ver que las cosas de suspense eran las que más les llegaban, quizá porque no se hacían. Entonces, aquellas primeras intentonas se fueron encarrilando, murió "Estudio 3", se emitió un programa que se llamó "Mañana puede ser verdad" de ciencia ficción y de aquí se pasó ya a "Historias para no dormir". Pero digamos que fui haciendo lo que yo quería". 


Estos terrores semanales se hicieron populares enseguida y cada noche de los viernes se sumaban más espectadores. Los vecinos acudían a la casa del vecino que tuviera televisor para disfrutar con el miedo o con la sorpresa final, totalmente inesperada, para comentarla después en tertulia animada. Los periódicos lo comentaban, las revistas entrevistaban al nuevo "enfant terrible" de la tele (antes lo había sido Adolfo Marsillach por razones bien distintas) y, con el tiempo, se publicarían libros con relatos seleccionados por el propio Chicho (a la manera de Hitchcock) y hasta realizaría series radiofónicas para la SER o RNE con argumentos similares. "Historias para no dormir" fue un éxito inmediato (a pesar de sus dos rombos que avisaban de su contenido no apropiado para un público familiar) y enseguida se instaló en el ideario colectivo hispano televisivo. Y digo hispano porque al poco tiempo la serie se vendió a varios países latinoamericanos). 
   Luis Peñafiel, uno de los pseudónimos de Serrador como guionista, adaptaba textos de clásicos del terror gótico como Edgar Allan Poe pero también de autores reconocidos de la ciencia ficción como Ray Bradbury. Además, abre el camino de españoles como Juan Tébar o el mismísimo doctor Jiménez del Oso. Decía Baget Herms en su fundamental "Historia de la Televisión en España": "El éxito acompaña a la serie. Los métodos empleados para llegar a ese fin son discutibles en muchas ocasiones: la violencia es una de esas formas. Un cierto mal gusto y una delectación por las imágenes terroríficas o morbosas es otra de ellas: por ejemplo, la de mantener un largo primer plano de un cadáver en estado de descomposición. En realidad, toda la serie es un continuo fluctuar entre el terror granguiloñesco y en cierto modo primario, y el terror "intelectualizado" y ambiguo en el que se hallan sus mejores aciertos". Tengamos en cuenta que esto lo escribió en 1974, vistas hoy en día hasta nos resultan entrañables esas "boutades" visuales, pequeñas travesuras que escandalizaban a un público pacato.


La serie original consta de dos temporadas. La primera finaliza de forma brillante con "El asfalto" el 24 de junio de 1966, el capítulo número 18 (contando con el segundo que era de producción norteamericana). Narciso Ibáñez Menta, padre del director, protagoniza ese episodio que, en realidad, pertenecía a una subserie con el título no oficial de "Historias para pensar" en la que Chicho incluía capítulos más poéticos y reflexivos. "El asfalto" fue premiado en Europa y habría que esperar hasta el 20 de octubre de 1967 para una segunda temporada que constaría sólo de 8 entregas y que se clausuró el 23 de febrero del 68 con otra maravilla: "El trasplante". 
   En 1973 comenzaron los rumores de una nueva etapa. El especial "El televisor", de nuevo con Ibáñez Menta, programado en julio de 1974 fue un falso aviso. Hubo que esperar hasta 1982 para las nuevas aventuras terroríficas. Mucho bombo para una gran decepción. A Chicho le pidieron que experimentara con las posibilidades del vídeo para grabaciones en exteriores... y lo hizo. Pero aquello no era lo mismo. Pocos medios, capítulos demasiado largos, historias quizás no adecuadas a los nuevos tiempos e incluso el remake (casi exacto pero en color) de una de las historias de la primera época ("El caso del señor Valdemar") con los mismo protagonistas (Ibáñez Menta y Manuel Galiana) fueron criticados hasta la saciedad y Chicho se enfrentó al primer fracaso contundente de su carrera. 
   Coincidiendo con el aniversario, la compañía 39 Escalones ha editado por primera vez y con su pulcritud habitual la serie completa y ha añadido jugosísimos extras como "El último reloj" (1964) perteneciente a la serie "Tras la puerta cerrada" o ""N.N.23" del contenedor "Mañana puede ser verdad" (1965), fundamentales para entender el trabajo posterior en las historias del insomnio. También se incluye el ya mentado "El televisor" que, según me contó Chicho en 2005, es otra declaración de intenciones. El discurso final de su padre ante el médico lo suscribe palabra por palabra el gran creador de nuestra tele. Se cierra el círculo.



Viewing all 779 articles
Browse latest View live


<script src="https://jsc.adskeeper.com/r/s/rssing.com.1596347.js" async> </script>