He escrito tanto sobre Hermida en este blog que no sé si podré aportar mucho más sobre su figura periodística aquí y ahora. El día que me enteré de su fallecimiento me quedé en shock y no exagero. No trabajé con él, ni era un amigo pero... en realidad es como si hubiera sido uno de sus alumnos o conociera tanto de sus gustos como de los de mis amigos porque don Jesús (nunca me atrevería a quitarle el "don") fue una de mis grandes referencias profesionales. Quizás por eso han tenido que pasar varios días para que pudiera escribir sobre alguien desconocido pero, al mismo tiempo, tan cercano para mí. Viendo a aquel periodista tan peculiar, tan distinto a lo habitual en las mañanas de la pública decidí que yo quería dedicarme a eso. Y no fui una excepción, conozco a muchos compañeros a los que don Jesús despertó su vocación.
Aunque durante sus estudios en la Escuela de Periodismo y la Facultad de Filosofía y Letras ya había comenzado a colaborar con varias publicaciones, su primer trabajo importante fue en el mítico diario "Pueblo". Cuando fue contratado allí ya había sufrido las alabanzas primero y las envidias después de compañeros de redacción: "Yo llegué a "Pueblo" después de un período de fracasos. Quise ser humilde y pregunté a un redactor jefe que podía hacer y me pidió un pie de foto. Lo hice lo mejor que pude y debió gustar porque volví a escuchar eso de "¡qué chico tan brillante!" (...) Ahí aprendí a afilar las garras porque había mucha competencia. Aprendí que para sobrevivir hay que vivir y así hasta hoy" afirmaba en su último programa "De cerca" donde accedió a ser entrevistado por tres de sus invitados de la temporada: Antonio Gala, Pilar Miró y Pedro Ruiz. De esa charla-confesión aprovecharemos más declaraciones en este artículo.
Uno de los guionistas de "Ésta es su vida", Felipe Vila San-Juan, se fijó en sus crónicas y le propuso su primera colaboración con la tele. Tal y como contaba el propio San-Juan en su libro"La trastienda de TVE", su forma de escribir y, sobre todo, de observar a los demás le hizo pensar que sería un excelente redactor de los textos biográficos que leía el presentador Federico Gallo y aunque fue una colaboración breve y a distancia (el programa se realizaba desde Barcelona) es un dato importante porque significa que ya empezó en televisión haciendo lo que más le gustaba hacer y lo que insistía que debían hacer sus trabajadores: contar historias. Contar historias de personas.
En una conversación con su amigo Manuel Martín Ferrand en 1979, Hermida recordaba que "la primera vez que fui a televisión y escribí algo, fue una noticieja me parece, salí tarifando y juré no volver nunca más". Se refería a sus comienzos en Prado del Rey en 1967. No podía estar más equivocado.
Al año siguiente fue nombrado corresponsal de TVE en Nueva York y comenzó una de sus etapas profesionales más brillantes. Diez años enviando crónicas no sólo desde la Gran Manzana sino también desde Washington y además viajando por todos los Estados para realizar reportajes de larga duración para espacios como "Los reporteros" o "Datos para un informe". Allí informó sobre el Watergate con entrevista a Nixon incluida, retransmitió el entierro de Robert Kennedy, intentó explicar el por qué de la matanza organizada por Charles Manson o de la guerra de Vietnam, retransmitió el primer discurso de Juan Carlos I en la sede de la ONU y, sobre todo, nos hizo viajar a la Luna. Ése pensó que sería su canto del cisne en la corresponsalía pero no... aún le quedaba mucho por vivir y por contar.
"De EE.UU., como de cualquier otro país donde haya libertad, he sacado un cierto amor a la tolerancia".
En 1972, tan sólo cuatro años después de que viajara a Nueva York para establecerse y seis antes de que regresara a España ya fue portada de la revista televisiva más popular, TP, un honor inusual en los corresponsales. Ya entonces lucía con orgullo su flequillo, ese remolino que había intentado dominar en sus inicios televisivos y al que había dejado libre al tiempo que se dejaba crecer las patillas. "No lo he buscado (el flequillo), un día descubrí que se había convertido en tarjeta de visita y eso me sorprendió, es como si un pie se convirtiera en tarjeta de visita, oiga, ¡lo tengo, qué le voy a hacer!"
Era uno de los periodistas más jóvenes y también de los más rebeldes (en todos los sentidos). Su estancia en EEUU le ayudó a aceptarse tal y como era y sus crónicas comenzaron a ser menos impersonales, poco a poco su estilo iba apareciendo al tiempo que recibía las influencias de los grandes "anchorman" de las "big networks". Su favorito, su gran referencia era Walter Cronkite, la estrella de la CBS, a quien pudo entrevistar en los ochenta. En sus diez años allí se empapó de tele y por eso estaba preparado para importar formatos novedosos.
Hermida volvía a España en 1978 y la lógica hacía pensar que le esperaba un puesto de importancia en la TVE de la democracia, que los gerifaltes querrían aprovechar su bagaje y su conocimiento de la televisión más moderna y provocadora, la norteamericana, pero no fue así. Vivió un período de barbecho de casi ocho meses. Sus proyectos no eran aceptados y cuando fue "admitido" de nuevo en Prado le dieron trabajos que no merecían su presencia en plató. "Pasaporte: Tribuna Internacional" era casi una colaboración. "Si trabajas en televisión debes contar con que te pueden echar en cualquier momento como la certeza de la muerte"y cuando pensaba que sería difícil salir de esa situación le ofrecen cubrir un hueco muerto en la programación, la sobremesa. Para ese horario de la siesta Hermida se inventa junto a Luis Tomás Melgar un programa de entrevistas en profundidad: "De cerca".
Y aquí comienza otra etapa memorable: su larga colaboración con el realizador y director Melgar que, a partir de entonces, se convertiría en su gran cómplice. Su famoso "plano Melgar" (primer plano de la frente a la barbilla) está tan unido a Hermida como su flequillo. "De cerca" conseguiría levantar la audiencia de esa franja horaria, prácticamente inexistente en ese momento. A los jefes no les quedaba más remedio que asumir la realidad: ese onubense era bueno y el público le quería. Era hora de permitir que uno de sus proyectos fuera por fin aceptado.
Primero fue un informativo de carácter experimental, "Crónica 3" (1981) y después la primera tertulia de TVE en prime-time y sin censura, "Su turno", una adaptación de varios formatos que había visto en USA o más bien la asunción de una forma de hacer televisión desde la libertad. Por primera vez se unía a populares con especialistas para tratar temas de interés social y se permitía usar un lenguaje llano, interrumpir al contrario y establecer un diálogo vivo, nada que ver con el formalista y sesudo "La clave" (otra maravilla, en todo caso). Tanto éxito tuvo "Su turno" que empezó a compaginarlo con la radio donde fue requerido para dirigir un informativo nocturno, "La hora cero". La ley de incompatiblidades de TVE no aceptó esta dualidad laboral y Jesús apostó por la radio donde también triunfó.
En 1987 regresa a la Casa por petición de Pilar Miró, amiga personal, para encargarse de cubrir las mañanas. J.A. Martínez Soler había inagurado una nueva etapa de la televisión matinal con "Buenos días" pero ahora se trataba de dirigir y presentar un programa que comenzara a las 9 y finalizara a las 13.30 o las 14h. Hermida aceptó el reto y "Por la mañana" fue un exitazo hoy difícilmente repetible. Como hemos hablado aquí en varias ocasiones de lo que supuso este magazine para la historia de nuestra tele no me extenderé, sólo insisto en que la fórmula que allí se probó sigue vigente hoy en día.
Y de la mañana a la tarde. "A mi manera" intentó repetir el éxito de su predecesor pero en otro horario. Hermida cambió totalmente el tono, de la locura de la mañana se pasó al sosiego vespertino. Entrevistas calmadas, tertulias con gente del nivel de Camilo José Cela, Antonio Gala, Francisco Umbral o Antonio Mingote, música suave...
Y una nueva generación de periodistas noveles que acompañaba al maestro. A Nieves Herrero, María Teresa Campos, Concha Galán e Irma Soriano (Consuelo Berlanga, Miriam Díez Aroca, Curro Castillo ya habían volado) se unían en esta aventura Mariló Montero, Cristina Morató, Goyo González...
La década de los noventa supuso también el regreso a los informativos. Jesús estaba lanzado, su arrolladora personalidad lo impregnaba todo y su forma de presentar era la adecuada para la última edición. "Diario noche" fue un informativo de autor en todos los sentidos. Almudena Ariza contaba estos días que a los redactores que hacían pantalla no les dejaba usar el auto-cue, que se trataba de contar historias, no de leerlas en una pantalla. Está claro que Ariza aprovechó las enseñanzas.
En septiembre de 1990 es ascendido a la segunda edición, el Telediario estrella. Un regalo envenenado porque eso le obligaba a ser menos histriónico, más breve en sus entradillas, menos subjetivo, más formal... y eso hubiera sido un paso atrás, una incoherencia. Apenas aguantó una temporada, además ya había echado el ojo a las cadenas privadas donde, de nuevo, podría experimentar con total libertad. En 1992 fue fichado por Antena 3, no sólo como presentador sino también como directivo. Comenzó un magazine para las tardes de los fines de semana que no tenía nombre aunque al final asumió el de "El programa de Hermida". Nueva generación de chicas y chicos Hermida: Belinda Washington, Miguel Ortiz, Miriam Reyes... La implantación de la cadena todavía era limitada y este espacio no tuvo la relevancia que los anteriores pero demostró que Hermida seguía con ganas de innovar.
"No es que sea algo estudiado pero reconozco que juego con la pausa, que juego con la sonrisa y que juego con algunas frases que se dirigen a un cierto público, a la mujer sola, por ejemplo, hablo mucho para la mujer sola" reconocía ya en 1981 en la entrevista antes mencionada. Hermida era el presentador más imitado de la tele y su voz era tan reconocible como su (¿exagerada?) gestualidad. Y eso fue lo que buscó en su etapa como directivo en Antena 3: profesionales que tuvieran personalidad, carisma. También él hizo el primer gran cásting de los informativos de la cadena tras su balbuceante etapa inicial.
Y el maestro nos da una nueva lección: regresa al género que le ofreció su primer gran triunfo de audiencia, el debate. Sus "Con Hermida y compañía" y "La hora H" fueron ejemplares y consiguieron fortalecer una hora inexistente en la programación, el late night. "La Sexta Noche", por poner sólo un ejemplo, bebe de estos debates con invitados de actualidad en un gran decorado. De nuevo Melgar, que ya había sido su realizador en "Por la mañana" y "A mi manera", fue el compañero perfecto para esta aventura.
"Sin límites" (1998) copresentado con Mercedes Milá no fue el bombazo que se esperaba y "Los Comunes" un año después tampoco. Dos piedras en el camino fueron suficientes para que Jesús fuera apartado de la primera línea aunque se siguió encargando de todos los especiales (incluidos aquellos recordados Telemaratones) de la cadena. Fernando Ónega lo rescató para ser comentarista en su informativo de las 21h pero él mismo reconocía que no había sido su etapa más brillante. Sin embargo, el 11S regresó a plató requerido por el director de informativos, Ernesto Sáenz de Buruaga, para acompañar a Matías Prats en la larga retransmisión. Sus palabras aludiendo a un nuevo orden mundial eran sabias y proféticas aunque escucharlas produjera escalofríos.
Finalizada su etapa en la cadena de San Sebastián de los Reyes don Jesús desapareció del panorama nacional sin hacer mucho ruido. Aceptó la petición personal del director de Castilla-La Mancha TV para presentar su informativo nocturno en la temporada 2004-05 y, cuando nadie se lo esperaba, regresó a TVE en 2006 para presentar un modesto programa de recopilación de momentos con motivo del 50 aniversario de la tele en nuestro país, "La imagen de tu vida". Y también de forma inesperada el programa fue un éxito, tanto que trascendió su objetivo inicial y continuó la temporada siguiente con el nombre "La tele de tu vida".
De nuevo el silencio hasta que es requerido para entrevistar al entonces Rey Juan Carlos I con motivo del aniversario de su proclamación. Fue acusado de servil, de meloso, de pesado... ¿Había envejecido mal el Maestro? ¿No sería más bien que fue leal a un amigo? ¿o quizás que no tuvo la libertad para hablar de tú a tú al Monarca y poder preguntarle lo que cualquier español quería saber? En todo caso me pareció entonces y me lo sigue pareciendo ahora que aquellos juicios fueron exageradamente crueles. Parece que algunos le tenían ganas porque si no, no es comprensible tanta inquina en aquellas críticas.
Hace un par de años unos cuantos nos alegramos de la postrera reaparición de don Jesús, en este caso a la radio, RNE, para presentar una serie de especiales sobre The Beatles, uno de sus grupos preferidos. Como la cosa gustó a los oyentes se alargó con otra serie breve bajo el título "Sinceramente suyo" que constituye ya su testamento profesional.
"Soy un ser melancólico de nacimiento, insatisfecho por lo general, más bien triste y desde luego, aún sin razón, básicamente infeliz" decía en 1981. Me temo que en sus últimos años no debió ser muy feliz al comprobar que los medios se habían olvidado injustamente de él. Pedro Ruiz, uno de los receptores de aquellas palabras a principios de los ochenta, decía ayer en el especial dirigido por Nieves Herrero en 13tv que no se había retirado, le habían retirado. No es un caso único, desgraciadamente.
La herencia de Hermida sigue viva aunque muchos no sepan que están perpetuando su memoria.