Un gran decorado, con tonos anaranjados, dos gradas de anónimos enfrentadas, dos expertos o afectados por el tema elegido y cuatro contertulios "profesionales". Un nuevo debate "popular" llegaba a Antena 3 el 6 de abril de 1998. Se presentaba como una vuelta de tuerca al formato tradicional, aquel con el que Jesús Hermida había dado muchas satisfacciones a la cadena unos años antes. Ese paso adelante, esa evolución en el género estaba encabezada por dos grandes figuras del medio que conocían muy bien las tertulias televisadas.
El propio Hermida y Mercedes Milá compartirían labores de presentación. Ambos confesaban su mutua admiración y se declaraban encantados de trabajar juntos por primera vez en un mismo proyecto. Además, en aquella época les unía algo: el relativo fracaso de sus programas inmediatamente anteriores. "La hora H" y "Más que palabras" respectivamente no habían cumplido objetivos. Si bien es cierto que justo antes venían de triunfar con otros títulos ("Con Hermida y Cía." y "Queremos saber") y las expectativas habían sido elevadas, quizás demasiado.
En este nuevo programa unían fuerzas para afrontar una modernización del debate. Cada emisión comenzaría con los presentadores enfrentándose en un breve cara a cara para exponer sus posturas sobre el tema en cuestión, podían ser coincidentes o divergentes. Después se pasaba al testimonio de alguien que tuviera alguna relación directa con el asunto y posteriormente la discusión se iba abriendo a tertulianos a los que ya nos habíamos acostumbrado a ver en muchos espacios similares como Cristina Almeida, Pilar Rahola, Melchor Miralles, Juan Echanove, Fernando García Tola o Luis Antonio de Villena. Aunque la verdadera novedad radicaba en las dos gradas colocadas a derecha e izquierda del cálido decorado y que, aparentemente, era completamente libres para expresar sus ideas. Varios sonidistas equipados con micrófonos de jirafa se movían constantemente para captar sus palabras mientras Milá les azuzaba. Ella era la encargada de preguntar, repreguntar y animar esa parte del programa aunque en realidad poco a poco fue fagocitando también el resto del tiempo ante una curiosa impasibilidad del maestro
El primer día comenzaron fuerte con "La presunción de inocencia". Javier Gurruchaga, recién absuelto del caso Arny se preguntaba quién restitutía su honor perdido. La siguiente semana hablaron de la juventud y así, durante ocho citas más alternaron temas políticos de actualidad como las primarias del PSOE o el balance de dos años de legistatura del PP (con la presencia de primeros espada del partido como Rodrigo Rato, Loyola de Palacio, Mayor Oreja y Arenas), con otros más genéricos (y tendentes al sensacionalismo) como la Viagra o la relación de los jóvenes con la droga. Tan sólo diez programas fueron suficientes para agotar la paciencia de los programadores, no se llegó a completar la temporada. Quizás la hora no fuera la adecuada, el late-night de los lunes en plena competencia con un fortísimo"Crónicas Marcianas" en Telecinco. Posiblemente el dúo de presentadores no llegó a empastar o bien el formato no estaba pulido del todo aunque no se puede negar que fue un buen intento de hacer algo distinto y hay que reconocer el mérito de unir a dos grandes comunicadores.