Un marcial Miguel Palenzuela a lomos de un caballo aparece en la portada de la revista "TeleRadio" una semana después de haber protagonizado en directo el 25 de abril de 1960 la versión de TVE de la inmortal obra de Shakespeare "Julio César". Lo curioso es que esta portada no se publicara una semana antes para promocionar la superproducción pero es que el esfuerzo que se había hecho para poner en antena esta obra debía ser explicado y merecía aparecer en primerísima página.
A unos 15 km de Madrid, en el barrio de Lacoma en Peñagrande, se trasladaron en autobuses, como si fueran de excursión, los equipos artísticos y técnicos dirigidos por Juan Guerrero Zamora. Él fue uno de los primeros en vislumbrar en las brumas de la prehistoria de TVE que los dramáticos podían ser algo más que breves adaptaciones de obritas más o menos populares y en un solo escenario. Este ambicioso director-realizador (también uno de los primeros en asumir este rol) se empeñó en ampliar escenarios fuera como fuera y de ahí que para acometer la complicada tarea de adaptar el César de Shakespeare se atreviera a hacer algo que no era, ni mucho menos, habitual.
Para representar los actos cuarto y quinto, aquellos que incluyen las batallas entre las tropas de Marco Antonio, Octavio Augusto y Lépido contra el ejército de Bruto y Casio decidió filmar unos días antes las escenas en exteriores y en formato cinematográfico. Fue una situación excepcional que la propia TVE publicitó de forma rimbombante: "Un vez más no se escatimó ningún esfuerzo para continuar cumpliendo con una de sus grandes consignas: atender siempre a las exigencias más altas de su público" presumía el reportaje de la citada revista, órgano oficial de la Casa y, por entonces, exclusivo para sus escasos suscriptores. En realidad sólo se usó una cámara de 16 mm para rodar las complejas secuencias y esas imágenes se incorporarían a la emisión en directo desde el minúsculo estudio del Paseo de la Habana donde Bernardo Ballester había preparado un decorado único pero muy apañadito, con partes móviles que ayudaban a crear la sensación de contar con varios sets.
El rodaje en exteriores se saldó con dos accidentes. Manuel Torremocha, que interpretaba a Metelo Cimber, fue arrojado por su caballo y se dio un fuerte golpe en la cabeza aunque finalmente no tuvo mayores consecuencias. El equipo siguió rodando hasta que José María Escuer, el gran senador Casio, también fue lanzado por su montura hacia una cuneta. Esta vez la cosa fue más grave, el actor quedó sin conocimiento y cuando sus compañeros fueron a recogerle se dieron cuenta de que tenía "el rostro bañado en sangre" según reza la crónica. Fue trasladado a la Casa de Socorro más cercana donde recibió cuatro puntos en la nariz. Escuer fue sustituido por un especialista pero pocos días después tuvo que aparecer ante las cámaras en directo con la sutura disimulada por el maquillaje.
Aquel "Julio César" emitido en el espacio "Gran Teatro" fue un éxito brutal. El limitado público que veía TVE en 1960 alucinó, literalmente, al ver más de 100 actores moviéndose por el decorado y a unos cuantos más moviéndose por el monte. ¡Hasta había caballos, qué más se podía pedir a una producción de la muy modesta tele de la época! Pocos años después a Chicho Ibáñez Serrador se le afearía por usar fragmentos cinematográficos en sus series porque algunos críticos pensaban que la televisión era televisión y el cine, otra cosa, juntar ambos formatos era poco menos que un pecado. En el caso que nos ocupa no hubo tanto jaleo simplemente porque la audiencia era muchísimo más limitada y estos "experimentos" eran sólo eso, experimentos.