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¿Por qué sigue vigente Hanna-Barbera?

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Pioneros en la programación infantil televisiva, inventores de nuevos conceptos de series de animación, perpetuos vencedores en la batalla de las audiencias, primeros en estrenar dibujos animados en prime-time… y todo eso viniendo del cine donde también habían triunfado. Bill Hanna y Joseph Barbera (o lo que es lo mismo Hanna-Barbera) desarrollaron para la tele personajes que siguen vivos: Los Picapiedra, Scooby-Doo, Yogui, Los Supersónicos, La Hormiga Atómica, Autos Locos… y hasta un canal de televisión que triunfó en los 90, Cartoon Network con series tan rompedoras como Las Supernenas o El Laboratorio de Dexter salidas directamente de la factoría H.B. Un nuevo libro ahonda en la herencia de la productora que cambió la manera de hacer televisión para niños (y también para adultos, ¿por qué no?), “De Tom y Jerry a Las Supernenas” del escritor y periodista mexicano Mauricio-José Schwarz, editado por Dolmen.

- Es curioso comprobar como la marca “Hanna-Barbera” sigue viva y con mucha salud a pesar de que, como tal, su última producción fuera Las Supernenas. ¿Qué es lo que lo que nos ha dejado en el ideario colectivo? ¿Por qué productos de hace más de 40 años siguen gustando?
No pretendo saberlo, pero especulo que se debe sobre todo a que, como toda obra cultural perdurable (y sí, son parte de nuestra cultura), echan mano de universales humanos, de asuntos, situaciones y personalidades con las que todos nos podemos identificar. La grandilocuencia de Pedro Picapiedra la encontramos en gente a nuestro alrededor aunque nuestro entorno no sea el suburbio estadounidense de los 60 idealizado. Nos pasa con la literatura y el cine, también. Lo universal queda y Hanna-Barbera supo llevar muchos de esos universales a la pantalla.




-Últimamente el erial bibliográfico sobre esta productora ha empezado a poblarse. Autores de distintas procedencias, edades y culturas escriben (escribís) sobre el legado de Joseph y Bill. ¿Cuál ha sido tu motivación para lanzar tu libro?
Mi gusto por Hanna-Barbera, sobre todo. Suelo reunirme a comer con Jorge Iván Argiz (editor y crítico de cómic) varias veces al año y en algunas ocasiones comentamos asuntos de dibujos animados. Le relaté mi relación con el doblaje de las series al español, mi conocimiento de los implicados y mi afición por esta forma de entretenimiento. De él vino la idea de hacer el libro y me pareció una forma excelente de contar cosas que me apasionan. Debo reconocer que no sabía si había o no libros en español sobre HB, mi investigación fue exclusivamente en inglés.
- Con los años imagino que tus preferencias hannabarberianas han ido cambiando. ¿Cuáles eran tus personajes preferidos de niño y cuáles te gustan más ahora?
De niño, Los Picapiedra y Don Gato, por supuesto, y en menor medida los personajes relacionados con Juancho el Lagarto y Los autos locos. De adolescente me hice fan de Scooby-Doo, que me sigue pareciendo brillante, y mis últimos amores hannabarberianos fueron, sin duda, El laboratorio de Dexter y Las Supernenas.


- En tu libro explicas detalladamente cómo la poderosa productora nació realmente de la necesidad, con el desmantelamiento de la división de dibujos animados de MGM para la que producían y dirigían los cortos de Tom y Jerry…
Sí, es un punto de inflexión para el cine y una de las grandes revoluciones del entretenimiento y el arte... La televisión marcó finales y principios a nivel de toda la sociedad de un modo que hoy encontramos difícil de valorar. Quizá un paralelismo sería la invención de la imprenta, que igual democratizó la palabra escrita que dejó desempleados a los copistas de toda Europa. La industria del cine se vio obligada a cambiar profundamente para no desmoronarse debido al golpe que representó la televisión. Hanna y Barbera tuvieron que inventarlo todo con base en su experiencia y un capital realmente exiguo.

- Aunque ellos no inventaron la animación limitada sí que fueron los que sacaron más provecho de ella. ¿Cuáles fueron sus claves para sacar partido de “un problema” como era la falta de tiempo y presupuesto en televisión?
Una muy importante quizá fue que descubrieron que el tipo de toma que favorecía la animación limitada se veía mejor en televisión que los fluidos movimientos de la animación fotograma a fotograma. La sencillez –obligatoria- del diseño de fondos y los frecuentes close-ups de los personajes eran magníficos para su animación y para la televisión. Pero tal vez lo determinante, por supuesto, es la habilidad con que dieron el giro de la comedia “física” (Tom y Jerry no hablaban, eran herederos directos del cine mudo) a la comedia verbal, con retruécanos, juegos de palabras, dobles intenciones y una plétora de brillantes actores de la voz impulsados por un equipo de guionistas impresionante que crearon todo un estilo. Si lo piensa uno, el cambio es tan radical que resulta admirable que lo hayan conseguido casi de un día para otro. Ruff and Reddy, por ejemplo, ya tiene diálogos que enganchan y divierten. Y la serie aparece en televisión incluso antes de que se estrene en las salas de cine el último corto de Tom y Jerry.

- Quizás muchos no recuerden que los cortos de Yogui, por ejemplo, formaban parte de otro show, nos hemos acostumbrado a verlos independientemente y como “relleno” en cientos de canales pero H-B idearon un nuevo concepto de show infantil que se asemejaba a la publicidad por su brevedad y concisión…
En realidad lo que hicieron fue adaptarse a las reglas de la televisión estadounidense, que asigna un tiempo fijo a la publicidad y a la programación. No existe el concepto “25 minutos de publicidad antes de las últimas escenas de la película” que la televisión española ha consagrado como summum del abuso al espectador. Los “actos” de 7 minutos por 3 de publicidad siguen siendo la norma de las grandes cadenas. Y resultó que ese tiempo se adaptaba bien a la capacidad de atención de los niños, así que sus cortos eran historias completas en 7 minutos, presentando 3 en media hora o 6 en una hora.


 
- Los Picapiedra supuso una nueva etapa no sólo para la productora sino para la historia de la televisión…
Sí, porque se hizo para adultos directamente, sin las concesiones habituales para los dibujos animados. Es claro que los cortos animados del cine, de todas las productoras, estaban orientados a niños y adultos... tenían que gustarle a ambos, aunque se escudaran en ser “infantiles”, cosa que además permite al adulto perdonarse por disfrutarlos (“lo veo por los niños”) y andaban siempre en una cuerda floja. Es más notable en la animación hablada como la de Warner Brothers, donde los chistes y las situaciones llegaban a ser realmente picantes y sugerentes. Los Picapiedra ni siquiera intentaron ser infantiles (aunque los veamos así hoy) y demostraron la madurez de los dibujos animados en la televisión y nuevos caminos para la comedia cuando se estaba renovando el concepto de la sitcom o comedia de situaciones.
- Sin embargo sus siguientes apuestas para el prime-time, Don Gato y los Supersónicos, no funcionaron tan bien a pesar de que eran buenos productos, ¿cuál es tu hipótesis al respecto?
No tengo nada sólido. La única especulación que me parece razonable es que se esperó que fueran Los Picapiedra y desanimaron a los anunciantes, que eran quienes controlaban la programación. Don Gato no era familiar y Los Supersónicos se parecía mucho a Los Picapiedra pero no lo suficiente (faltaba el contrapunto, por ejemplo, de la segunda pareja contrastante).


- Jonny Quest también se emitió en prime-time pero forma parte de una nueva “división” dentro de la empresa, las series de aventuras con dibujo más realista. Una revolución que fue un éxito de audiencia pero… que no se renovó…
Jonny Quest fue, como lo cuento en el libro, víctima de sus altos costos de producción y además de organizaciones moralistas que no veían con buenos ojos la violencia de la serie, el que hubiera muertos en las aventuras, por ejemplo, o que el peligro fuera mucho más sólido que los de pega que vivían los personajes infantiles. Sigue siendo una serie ejemplar en muchos sentidos, sin embargo, desde el antirracista hasta el científico.


- Lo cierto es que JQ abrió una nueva ventana para H-B y con la entrada en el estudio del genio Alex Toth se lanzaron nuevas series muy distintas de las que habían hecho a la productora la más poderosa en el terreno infantil televisivo.
Yo pensaría, repito que especulo, que el modelo del animal antropomórfico en situaciones de aventura-comedia llegó a sus límites y el paso a personajes “humanos” o “realistas” con aventuras más tangibles era inevitable en ese momento, resultaba refrescante para público y anunciantes y aprovechaba la capacidad creativa de Toth y del equipo que encabezó. Hay que pensar que por esos mismos años (1960-61) el cómic mismo sufre una revolución en cuanto a su realismo con la aparición de Los Cuatro Fantásticos, los héroes con fallos humanos con los que Stan Lee renovaría el medio. Innovaciones simultáneas que responden también a los cambios del público.
- Hay que valorar la valentía de Joseph y Bill a la hora de innovar, buscar nuevos caminos y atreverse a vender ideas distintas. Si no fuera por el éxito de sus primeros shows las cadenas no hubieran comprado estas “ideas rompedoras”…
Es muy importante, creo yo, anotar que eran artesanos dedicados y enamorados de su artesanía. No se veían como grandes artistas (aunque lo fueran) ni como magnates, sino como tipos que hacían lo que querían y, cuando los echaron, se rebelaron ante la idea de volver a trabajar en un banco o vendiendo autos usados. Su audacia no es sino la lucha por hacer sobrevivir su oficio, y su éxito representó una vida nueva para actores, guionistas, animadores y toda la gente que había trabajado en los departamentos de animación de los grandes estudios.


 
- Con Scooby-Doo se inicia otra tendencia dentro del estudio, son innumerables las series que han imitado esta fórmula y personajes. ¡Y sigue funcionando! ¿Cuál es su secreto?
Obviamente si lo supiera lo repetiría y me llenaría de dinero y admiración. Creo que es, como otros muchos casos, difícil de explicar incluso en retrospectiva. Los principales personajes son un desastre, ni siquiera son los héroes, Shaggy y Scooby. La que resuelve las cosas no es la guapa pelirroja, sino la sosa regordeta de las gafitas (Velma o Vilma, que tiene una base de fans que la consideran la verdadera sex-symbol de la serie y hacen fanart y cosplay con ella, cosa que casi nadie hace con Dafne)... todo parece al revés de lo esperable y sin embargo, efectivamente, funciona.
- Llegados a este punto Bill y Joseph seguían formando un dúo mágico pero no eran amigos (ni tampoco enemigos).
Nunca fueron amigos, fueron buenos compañeros de trabajo que se respetaban pero que mantenían sus diferencias en todo, el descendiente de inmigrantes irlandeses que amaba los scouts y el bosque y el descendiente de inmigrantes italianos que amaba la buena vida y las fiestas de Hollywood... Ésta es una constante que funciona en muchos duetos exitosos. Pienso actualmente en Penn Jilette y Teller, dos magos que revolucionaron su oficio y son de los más exitosos en Estados Unidos. Se estiman, se respetan pero no son amigos y fuera del trabajo tienen vidas muy independientes.


- Y cuando parecía que la productora estaba a la deriva en cuanto a creatividad… aparecen Los Pitufos y se consigue un éxito global difícilmente imaginable (y repetible). Tal fue el éxito que le costó la salud a su creador, Peyo, poco habituado a lidiar en este tipo de negociaciones sobre la esencia de sus personajes…
Y es totalmente inesperado para la propia productora, al ser idea de un ejecutivo de la televisión. Un elemento de márketing (un peluche) lleva al cómic y a la idea de convertirlo en dibujos animados. Lo que me llama la atención es que en general el cómic europeo no ha sido exitoso en Estados Unidos, sus fórmulas no se llevan bien con la visión estadounidense. HB hizo un gran trabajo para traducir culturalmente a los pitufos y reuniversalizarlos al estilo estadounidense.
- En los 90 H-B se reinventa con la aparición de Cartoon Network y de nuevo conquista el mercado internacional con una fórmula novedosa.
Sí, porque es finalmente la marca que representa “dibujos animados” para la generación que hace Cartoon Network, y que es en gran medida la mía. Creciste viendo sus dibujos animados y probablemente ésos te inspiraron para volverte dibujante y animador... es lógico que poder trabajar bajo su escudo, su nombre, sea una fuerte motivación para cualquier creador. Y para un ejecutivo como Fred Seibert que hizo el audaz proyecto “What a Cartoon!” y que es de la misma generación. Los animales son ahora menos ideales, como en “Dos perros tontos” o “Vaca y Pollo”, los gustos y los estilos han cambiado, pero la intención de hacer buenos dibujos animados permanece y continúa.


- En tu libro explicas muy bien los movimientos finales de la productora y cómo se convierte en una marca más dentro de un conglomerado de empresas. ¿Tenemos H-B para rato o ya sólo debemos confiar en que sepan cuidar su legado?
No, creo que la historia de HB está concluida. Ni siquiera hay planes de reanudar la producción bajo su sello. Cuidar su legado y comercializarlo sin desvirtuarlo demasiado sería más que suficiente. Pero no olvidemos que para los dueños de los derechos y los accionistas de las empresas que los administran, el valor sentimental que nosotros le adjudicamos a la marca y sus productos es episódico, quizá respetable pero en modo alguno base para tomar decisiones... lo que les interesa es rentabilizarlos al máximo. Eso puede ser una bendición o una maldición. En todo caso, nadie le puede quitar al estudio y a sus dos creadores su lugar en la historia.

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