Actrices y guionistas... pocas. Hasta los setenta podíamos señalar quizás a Conchita Montes pero entonces llegó Ana Diosdado rompiendo tantos moldes que no fue bien comprendida durante mucho tiempo. Actrices y directoras menos aún, Ana Mariscal era el ejemplo más recurrente pero entonces llegó la Diosdado y revolucionó la escena teatral. Ayer se fue esta creadora polifacética tras años sufriendo una leucemia. Aún llevaba más tiempo sufriendo el ninguneo de la industria televisiva a pesar de haber dado a TVE dos de sus mejores series de los ochenta que, a pesar de su brevedad, siguen siendo referencia ineludible al hablar de tele de calidad.
Hija de actores, ahijada de la mítica Margarita Xirgu, su debut sobre las tablas de un escenario fue con tan sólo cinco años pero realmente mostró siempre más interés en la creación literaria que en su temprana faceta como actriz. Aunque desde ayer se repite continuamente que fue finalista del premio Planeta éste es un dato falso pero eso no deja de ser una anécdota porque su currículum como autora teatral es impresionante. "Olvida los tambores" fue su primera obra propia, estrenada en 1970. Tres años después se adaptó para Estudio 1 con Jaime Blanch, Juan Diego, María José Goyanes, Emilio Gutiérrez Caba y Mercedes Sampietro en los papeles protagonistas. "El okapi" corrió la misma suerte, estrenada en teatro en 1972, apareció en el espacio dramático en el 75 dirigida por Mercè Vilaret. Lo mismo sucedió con su obra "Los comuneros" (1974) que se convirtió en serie en el 77. Por entonces, Ana ya escribía guiones directamente para RNE y poco después tuvo la oportunidad de debutar en TVE como guionista de una serie original, "Juan y Manuela" que ella mismo protagonizó junto a Jaime Blanch. La serie no sólo no tuvo éxito sino que además fue bastante criticada. No es de extrañar porque realmente estaba adelantada a su tiempo. Rodada en cine, con un lenguaje directo, sencillo, nada grandilocuente y con unos personajes que encarnaban a la nueva juventud del tardofranquismo, no fue bien vista por una audiencia todavía muy inmovilista. Desde entonces, la prensa la trató con cierta condescendencia. Por ejemplo, en septiembre del 75 la revista "TeleRadio" informaba sobre su paso a la dirección teatral con estas ácidas palabras: "A Olvida los tambores siguió una obra más "vieja" aún, El okapi y a esta Usted también puede disfrutar de ella, un engendro bastante confunso. El cénit lo alcanzó la autora con Los comuneros, que estuvo a punto de producir epidemia de aburrimiento al personal aficionado. Ya había sido la protagonista (casi ná) y la autora de una serie televisiva que ni siquiera dio que hablar. Vistas estas expectativas, la Diosdado, osada ella, encarnó un papel especial en Equus y se quedó tan tranquila, esperando la ocasión, que ahora mismo se la ha presentado, la de estrenar y dirigir (han leído bien, dirigir) su última comedia Y de Cachemira, chales. Ella nos ha dicho que no quería quedarse sin la oportunidad de conocer esta nueva experincia, dirigir. Pues nada, a ver si ahora acierta..."
Era considerada una autora "roja" y eso, por entonces, no era algo bueno. Pero llegó la Transición y después la Democracia y Ana pudo volver a TVE por la puerta grande. "Anillos de oro" fue una serie atrevida y la apuesta funcionó a la perfección. Ella e Imano Arias encarnaban a unos abogados matrimonialistas, pioneros en este campo una vez aprobada la ley del divorcio. Diosdado también escribió los guiones mientras que Pedro Masó dirigió y produjo. La relación con el temperamental Masó no fue buena pero el resultado final fue excelente. Hoy precisamente se cumplen 32 años de su estreno en TVE. Tan sólo fue una temporada, tres meses de emisión, pero caló tan profundamente en la sociedad española que todavía hoy es recordada por la audiencia.
Con tal éxito lo lógico es que TVE encargara una nueva serie inmediatamente al mismo equipo. Si esa oferta se produjo en ese momento lo desconozco, lo cierto es que hasta 1986 no pudimos ver "Segunda enseñanza", de nuevo con Masó a la cabeza y con Diosdado en los guiones y dando la cara acompañada de Juan Diego, Ana Marzoa y toda una pléyade de actores jóvenes desconocidos que después se harían popularísimos como Javier Bardem, Amparo Larrañaga, Aitana Sánchez-Gijón, Gabino Diego, Jorge Sanz (él ya había sido actor infantil) o la desaparecida prematuramente Sonia Martínez, muy popular por su trabajo como presentadora de programas para niños. Esta serie tuvo éxito, difícil es que no lo tuviera teniendo en cuenta que sólo existía cadena y media, pero no generó tanto culto como la anterior, si bien merece una revisión inmediata que sorprenderá a más de uno por la elección de los temas sobre los que giraba la trama de cada uno de los capítulos.
Tan valiente y transgresora como sus textos, la Diosdado era además discreta. Tan sólo tres trabajos más para TVE (la adaptación de sus obras "Los ochenta son nuestros" y "Cristal de bohemia" y una versión que "El abanico de Lady Windermere") fueron su colofón televisivo. Aunque siguió dirigiendo y escribiendo para teatro, la audiencia mayoritaria se quedó sin una de las mejores voces que ha tenido la escena española. Ni la pública ni las privadas le ofrecieron nuevas oportunidades de mostrar su visión de la sociedad. Una pena.