- ¿Cómo fueron sus inicios en RTVE? ¿Cuál fue su primer trabajo allí y cómo lo consiguió?
Mi llegada a TVE fue bastante casual. Yo trabajé previamente 4 años en Radio Nacional de España y también en Radio Exterior, ambas en Prado del Rey, en las afueras de Madrid. Después de un periodo de contratos temporales, me quedé en paro y aproveché esos meses para preparar unas oposiciones libres, que saqué, de modo que volví a RNE como personal fijo. Yo estaba muy contenta en RNE, la radio siempre me ha encantado, con su inmediatez y su cercanía; el inconveniente para mí era la distancia, que me obligaba a emplear más de dos horas diarias en el transporte, lo que, junto a los horarios siempre difíciles del periodismo, dificultaba mucho la atención a mi hija. De modo que, cuando me enteré de que Jesús Hermida comenzaba un nuevo programa en TVE, en el Pirulí, muy cerca de mi casa, pedí un traslado y me lo concedieron. Y esa fue mi llegada a la tele, por razones puramente prácticas. Poco después, Hermida me puso detrás de una cámara para una prueba y comencé a dar las noticas en “Por las mañanas”. Unos meses después, me pasaron al Telediario de fin de semana. En ningún caso hice nada por conseguirlo.
Inmaculada en marzo de este año |
- ¿Qué recuerda de aquellos primeros tiempos en la Casa? ¿Pensaba que ese trabajo iba a ser algo temporal o sus ambiciones profesionales iban encaminadas desde el principio a la radio y televisión públicas?
Soy una gran defensora de la radio y la TV públicas por lo que significan. Como trabajadora, la experiencia de trabajar en una gran empresa, donde hay posibilidades de cambiar de sección, de programa, de responsabilidad, de aprender, en definitiva, es estupenda. Los inconvenientes: la complejidad del funcionamiento, sobre todo de TV, tanto por la parte técnica como humana. Yo he estado todo el tiempo en los Servicios Informativos, y mayoritariamente en los Telediarios, aunque con una etapa de cuatro años al frente de "Crónicas", cuya primera directora fui yo, y que recuerdo con gran cariño, por el contraste que significó pasar de hacer noticias para el Telediario -siempre breves, con prisa…- a abordar un tema en profundidad, con 30 minutos para exponerlo.
En un informativo de finales de los ochenta |
- Sin saber si esa era su idea inicial, lo cierto es que usted es una de esas profesionales que ha representado a la perfección esa idea de "tele pública", ¿considera que, efectivamente, hay un "espíritu de medios públicos"? ¿En el caso de TVE qué supone? ¿Cómo debería ser TVE?
Me duele hablar de TVE, de la tele pública, porque soy su gran defensora, pero veo que nadie parece tener un proyecto sólido para ella a medio y largo plazo, lo que la somete a continuos vaivenes que merman su ejercicio y ponen continuamente a prueba a sus trabajadores.
Creo que el servicio a la información, el esfuerzo de objetividad, deben de marcar el espíritu de los medios públicos y que es una garantía democrática que existan esos medios, sin depender de los intereses empresariales -siempre vinculados a los políticos- de tal o cual grupo. Es cierto que los medios públicos precisan un control como garantía de ese servicio que han de prestar. Pero ese control no ha de ser exclusivamente político, ha de tener una base de autorregulación profesional, si no queremos que la tele se convierta en un escenario bis de los mismos debates del Parlamento o de la esfera política.
Por eso fue un gran logro democrático el que se diera carta de naturaleza a los Consejos de Informativos, como órganos de participación de los trabajadores; no se pronuncian sobre las condiciones laborales, que eso lo han de hacer los sindicatos. Se pronuncian sobre los contenidos informativos y sobre los funcionamientos empresariales que puede influir en esos contenidos, y velan por la misión de servicio público: emiten informes sobre los nombramientos del Jefe de Informativos, denuncian posibles irregularidades o manipulaciones y atienden las reclamaciones de los trabajadores en materia de contenidos. Esto tiene una enorme importancia para la autorregulación de la profesión periodística. Sin embargo, las modificaciones legales, como ésta, introducidas en la época Zapatero y saludadas por la mayoría de los periodistas, han quedado en poco. La televisión vuelve a estar al albur de la clase política, que no tiene, ni en la izquierda ni en la derecha, un proyecto para ella, de modo que todo lo que se adopta son soluciones de compromiso, temporales, sin un horizonte sobre el modelo y su correspondiente articulación económica.
Jesús Hermida consultando las últimas noticias a la "señorita Franco", como él solía llamarla |
- Su trabajo en "Por la mañana" fue un paso importante en su carrera y, quizás, el que le dio a conocer al gran público, es una Chica Hermida, aunque sólo estuviera una temporada.
Sí pero fue de una manera totalmente casual. Yo era una de las periodistas del equipo inicial de Hermida, pero no llegué al programa para hacer imagen sino como redactora. Fue Hermida el que me puso por sorpresa delante de una cámara, junto al realizador, Luis Tomás Melgar. Y les gustó mucho la prueba. Yo no me puse nerviosa, porque ni me lo esperaba ni esperaba nada de la tele y sí que tenía memoria para improvisar y costumbre de hablar en público. De modo que así empezó esa aventura de dar las noticias cada hora en “Por las mañanas”, yo permanecía bastante alejada del show, aunque Jesús quería que todos participáramos en todo. Pero yo estaba la mayor parte de la mañana físicamente alejada del plató, en la planta primera, recabando información de los teletipos y de los contenidos de los telediarios. Aún así, pude comprobar muy bien el funcionamiento peculiar de ese programa innovador, que se hacía en directo, en el que cada día se inventaba algo y que tenía una gran frescura. De ahí su éxito absoluto. Él era un gran dinamizador y daba oportunidad a la gente de hacer cosas diversas. Para mí fue una gran escuela y tengo que agradecérselo.
- Hay mucha leyenda con respecto a la exigencia de Hermida y por extensión, de Luis Tomás Melgar, claro, ¿cómo fue su trato con ellos?
Es verdad que ambos eran muy exigentes. Cada día, después del programa, había una reunión donde se revisaba lo que había salido bien y mal y se daban ideas para la jornada siguiente, a partir también de las previsiones. Creo que esa era una manera buena de proceder, abierta, participativa, clara. Lo que se les reprochaba a ambos, sobre todo a Hermida, era su dureza en corregir en público a “sus chicas”, especialmente, que a veces terminaban llorando por alguna esquina. No fue mi caso: me sentí tratada siempre con respeto y sólo recuerdo un grito en plató, como recordatorio a algo que yo había olvidado. Después, he escuchado muchos gritos en medio de las prisas de la profesión y del Telediario. Puedo decir que tengo un buen recuerdo de esos seis meses con Hermida y que, globalmente, era un profesional enorme y esa profesionalidad lo redimía de su idiosincrasia particular.
La famosa foto de Hermida con "sus chicas" de "Por la mañana" que la revista TP usó para una portada bajo un título que hoy se nos antoja muy machista: "El harén de Hermida" |
- ¿Qué recuerda de aquella breve temporada? ¿Por qué no continuó?
Recuerdo que fue una aventura magnífica. Empecé a descubrir lo que significaba la fama, porque los niños me reconocían por la calle y me acompañaban gritándome “señorita Franco, señorita Franco…”, que era como me llamaba Hermida. Descubrí esa potencia comunicadora del medio y su poder. Trabajé con grandes profesionales en aspectos creativos y muy televisivos, pero no directamente vinculados a la información, que es algo que no he vuelto a hacer. Porque unos meses después, Pilar Miró decidió que fuera la cara de las noticias del fin de semana. Me lo comunicó el jefe de informativos de entonces, Julio de Benito, de un día para otro. Eso fue demasiado brusco, me sentí como lanzada de un avión sin paracaídas. Porque Hermida sí exigía, pero acompañaba a su gente. El paso a presentar el Telediario del fin de semana fue, de entrada, sin ninguna clase de acompañamiento. Lo único que me dijeron es “tienes que cortarte el pelo”, porque yo llevaba una gran melena entonces que igual no era muy imagen del telediario. En ese paso a esa información más formal, estuve un poco desamparada, lo veo ahora claramente. Aunque también fue una prueba de confianza, sin duda. Se me dieron muchas oportunidades en poco tiempo, sin que yo las pidiera. Pero igual que se me dieron se me quitaron: a los pocos meses, otra presentadora me sustituyó y tampoco hubo ninguna explicación
- Se incorporó definitivamente a Informativos en una etapa muy intensa en la propia Casa. ¿Cómo recuerda esos momentos de cambios continuos de equipos, criterios informativos...?
Sí, como digo, estuve de presentadora en el fin de semana. Primero sola, brevemente y luego de pareja con Miguel Adrover, un gran profesional con el que tejimos una gran complicidad profesional y una buena amistad. Formamos parte de varios equipos, primero con Pedro Erquicia y luego con Aberasturi, ya que el informativo se integraba en una programación más amplia de fin de semana. A partir de entonces, siempre seguí de redactora en los Servicios Informativos, a veces haciendo imagen y a veces no.
La mayor parte de mi tiempo en TVE ha sido en el Telediario: el del fin de semana, el de las 21 h, y los Telediarios Internacionales, con horarios diferentes. Finalmente, en mis cuatro últimos años, estuve en el Telediario que más me gusta, que es el de las 15 h, porque de alguna manera marca las pautas del resto del día. En ellos, en diferentes momentos, he sido editora adjunta y editora. También dirigí "Noticias 2", presenté el programa "Campo y Mar", presenté dos veranos "Informe Semanal", fui corresponsal temporal en París y en Roma, dirigí los primeros años del programa "Crónicas" y estuve al frente del equipo de periodistas desplazado a Roma por la muerte de Juan Pablo II y la posterior elección de Benedicto XVI.
Fotografiada para una revista a principios de los noventa |
- ¿Cómo eran las presiones de los gobiernos de turno? ¿De qué manera las sufrían?
Es una pregunta recurrente pero no fácil de contestar. Porque visto desde fuera, se cree que el gobierno o los diferentes poderes tienen una especie de botón automático para decir “esto sí y esto no”, o bien un hombre de paja que recibe las instrucciones que se aplican de forma inmediata. Eso, tengo que decirlo, es de una simpleza tremenda, porque desconoce la complejidad y el funcionamiento del medio.
La influencia que los gobiernos quieren tener -y quieren, unos más y otros menos, pero quieren- se ha de instrumentar necesariamente a partir del propio sistema, es decir, a través de la cadena de mando, ya que el TD es una máquina muy engrasada que ha de funcionar como un reloj en el que cada uno tiene un puesto asignado, una responsabilidad y una tarea, que es siempre supervisada por varias personas. De modo que la influencia ha de pasar por ese ejercicio profesional, por esa cadena de montaje, que es compleja siempre y en la que no todo el mundo tiene la misma percepción de las cosas; es decir, el mando ha de contar con esa complejidad porque si se anula el ejercicio profesional, no hay información, y si se desconoce el funcionamiento de la maquinaria, tampoco. Es decir, se puede nombrar en puestos de responsabilidad a profesionales afines, pero la maquinaria mayoritaria seguirá estando formada por los mismos periodistas con los que unos y otros han de contar.
Y los periodistas no somos marionetas que obedezcamos sin más; con un sistema de pura obediencia sería imposible hacer un informativo. Dicho esto, los mandos, desde el jefe de informativos a los jefes de áreas (economía, política, etc.) y los editores de los TD ejercen su responsabilidad, pero han de hacerlo en un equilibrio siempre difícil entre respetar la jerarquía -obedecer- y hacer valer la suya -discutir- sobre temas siempre opinables. Además de que el redactor que se desplaza y escribe a noticia también tiene un criterio y una percepción que ha de ser tenida en cuenta.
A mediados de los noventa en el famoso decorado del mapamundi en relieve |
El buen jefe será el que sea más capaz de mantener esa interlocución respetuosa en todas las direcciones, hacia arriba y hacia abajo, pero con la vista puesta en una información de calidad, es decir, equilibrada y respetuosa. Sobra decir que he tenido, y sigue habiendo, buenos, regulares y malos jefes. Cuanto mejor profesional es uno y mejor conoce la empresa, más posibilidades de ser buen jefe, aunque no es automático: la gestión de grandes grupos humanos es en sí misma muy difícil y los periodistas no estamos, de entrada, formados para ello. De modo que grandes periodistas pueden ser muy malos jefes y periodistas menos brillantes pueden serlo mejores.
Por otro lado, hay que decir que hay muchos filtros antes de que la noticia se elabore: la elección de lo que se ofrece como información en medio de una oferta creciente es el principal; los jefes de área tienen que seleccionar cuántas de las ruedas de prensa que se producen en una mañana pueden ofrecer y necesariamente discriminan; también han de elegir cuál de las noticias propias de investigación o qué reportajes podrán concluir con el personal y los medios técnicos que tienen. Y muchas veces sus previsiones y su organización quedarán desbaratadas por la actualidad que irrumpe y obliga a cambiar todos los planes. Y ahí se produce otro momento radical de selección en la asignación de los medios: a qué acontecimiento, rueda de prensa, etc., se envía una cámara, una unidad móvil y un periodista, o qué imágenes se compran y cuáles se rechazan. En la asignación de los medios técnicos y humanos se juega tanto como en la redacción de los contenidos.
A lo largo de mi vida profesional he de decir que no he compartido con frecuencia las prioridades informativas, por ejemplo, o la orientación de una noticia. Pero he tenido la oportunidad de manifestarlo y lo he hecho. También he tenido claro que formaba parte de ese entramado complejo que he tratado de describir, en el que me correspondía una responsabilidad limitada siempre por otras responsabilidades.
Guardo un recuerdo especialmente bueno de mi última etapa en el telediario de las 15 h, presentado por Ana Blanco y editado por Pilar G. Padilla y yo misma, con Fran Llorente como jefe de informativos. Fueron cuatro años de gran libertad -dentro de esos equilibrios que he descrito-, de 2004 a 2008, y los más satisfactorios de mi carrera. Tuvimos además la alegría de ser calificados como el informativo más objetivo y de calidad en las encuestas de opinión que se realizaban.
Inmaculada durante la etapa de los SS.II. dirigidos por Mª Antonia Iglesias |
- Durante más de dos décadas fue una presencia constante en la pantalla, ¿le gustaba el trabajo de plató?
Sí, sin duda. La cámara no me impresiona, que es lo puede ser el obstáculo para algunos. En el fondo, es como mantener una conversación, como dirigirse a un interlocutor cualquiera. Me ha gustado mucho el trabajo en directo, es decir, los Telediarios o cualquier conexión en directo. Me ha gustado poco el trabajo en diferido, como cuando se graba un programa: todo resulta muy lento para los que estamos acostumbrados al directo, porque hay que sincronizar el trabajo de los que están en el estudio (regidor, iluminadores, operadores de cámara, presentadores) con los que están en el control: responsable de estudio, control de sonido, control de cámaras, control de emisión, rótulos y, por supuesto, el realizador, que es como el director que orquesta el trabajo de todos hasta que la señal sale al aire.
Esa belleza del directo contiene también su propio inconveniente: significa mucha presión, porque no hay corrección ni aplazamiento posible: hay que entrar a tiempo y responder a la cámara pase lo que pase, sin perder los nervios ni el hilo de lo que hay que contar. Es algo que tiene su grandeza; cuando acaba un TD se vive una gran satisfacción profesional y un gran alivio a la vez: se relaja la tensión de esos minutos frenéticos en los que se ha estado realmente en el centro de la información con la satisfacción del deber cumplido porque cada TD es en sí mismo un producto que se completa en la emisión… y hasta el siguiente.
- Su estilo era muy "BBC", discreción, credibilidad... ¿fue algo que llegó de forma natural o era consciente de su responsabilidad y trabajó esa imagen?
En mi época, eso que tú llamas estilo BBC era la norma en los informativos: sobriedad y sencillez, tanto en el atuendo como en la redacción y la presentación. Ahora hay, a mi entender, un dominio del periodismo-opinión y del periodismo-espectáculo. Se ha ganado en flexibilidad, frescura, medios técnicos y puesta en escena de los informativos. Pero se tiende a un excesivo protagonismo de los periodistas, que lejos de competir en discreción lo hacen en agresividad. Me refiero a los programas para informativos, más que a los telediarios pero hay una influencia creciente sobre ellos de ese estilo opinativo, que sacrifica el relato equilibrado por el titular llamativo. Me alegro de que TVE mantenga aún las viejas esencias en su telediarios.
En un TD de finales de los noventa, en la época en la que los dirigía Buruaga |
- Los estudiantes de periodismo no son conscientes de las dificultades de presentar un informativo hace 10 o 20 años, ¿cómo les explicaría ese proceso (las conexiones en directo que fallaban, el autocue manejado por otra persona, etc)?
Todavía hay mucha complejidad técnica en los Telediarios y los informativos. La televisión sigue siendo un medio complicado y no hay más que asomarse a un control de emisión para saberlo. El gran cambio es que ahora los periodistas asumen mucha responsabilidad también en la parte técnica: las noticias se montan con la imagen incluida en el propio ordenador mientras que antes había que ir a una cabina de montaje previo visionado de la imagen a emplear. En algunas televisiones los periodistas acuden también con la cámara al lugar de la noticia. Afortunadamente no siempre, porque se trata de sustituir a unos profesionales imprescindibles que han hecho la grandeza de la TV, que son los operadores de cámara. Lo mismo se puede decir de los montadores: se ha sacrificado la calidad del montaje por la rapidez y la cantidad.
En cuanto al trabajo de presentación, no estoy segura de que hoy sea radicalmente diferente a hace años. El autocue lo manejaba otra persona, efectivamente, y lo hacía muy bien, de modo que el presentador no tenía que estar también pendiente de ese tema. Y las conexiones en directo siguen fallando, como antes, no hay quien evite ese elemento de incertidumbre, especialmente en circunstancias complicadas. El presentador, antes y ahora, está expuesto y ha de mantener su sangre fría, por un lado, y tener el Telediario en la cabeza, por otro, para salir airoso de cualquier fallo (una noticia que no entra, una conexión que se interrumpe…), y esos fallos seguirán produciéndose
"Informe Semanal", agosto de 1996 |
- Además de hacer pantalla era una de las pocas mujeres que editaba Telediarios, ¿sufrió algún tipo de machismo?
En TVE, la profesión periodística está muy feminizada: hay más mujeres que hombres, las había en mis tiempos y creo que la proporción ha seguido aumentando, como lo ha hecho en las facultades de periodismo. Sin embargo, como en el resto del mundo, las responsabilidades eran mucho más masculinas que femeninas, y cuanto más arriba, más masculinas, y eso que tuvimos a Pilar Miró de Directora General y a Mª Antonia Iglesias de Directora de Informativos. Es verdad que se daban los comportamientos que todos hemos interiorizado como normales, hasta el punto de no detectarlos, pero que revelan muchos micromachismos: sobre todo la tendencia masculina a ponerse siempre al frente y la creencia de que un presentador garantiza más credibilidad que una mujer, y eso sí lo he sufrido en alguna ocasión. Por lo demás, mis compañeros varones han sido impecables en ese terreno en su inmensa mayoría.
Telediario para el Canal Internacional de TVE desde el set montado en la plaza de Colón en Madrid para celebrar el primer aniversario del Canal 24 horas en 1998 |
- Entre los cientos de Telediarios que tuvo que editar podríamos destacar uno muy especial, el que se realizó desde el Museo del Prado con motivo de su reapertura, un TD fuera de plató es más complicado, pero hacerlo rodeado de arte tendrá sus ventajas...
Guardo un recuerdo hermoso. Sí, hacer el telediario desde la sala de Velázquez, con las Meninas al fondo, no es cualquier cosa. Pero con las tensiones derivadas de la complejidad técnica, que hay gestionar fuera del bien engrasado carril del Pirulí. También guardo el recuerdo de haber presentado un Telediario Internacional para América desde la Plaza de Colón, en un set montado con motivo del primer aniversario del Canal 24 Horas.
Editando el TD 1 realizado en directo desde el Museo del Prado en 2007 |
- Durante cierto tiempo fue cara de las Noticias de La 2, ¿cuál era la diferencia entre los informativos de uno y otro canal?
No fui presentadora de Noticias en La 2, sino la directora. La presentadora principal era Ana Blanco, y varios presentadores más , porque hacíamos boletines horarios, como en la radio. Tratábamos de hacer algo más fresco, más breve y con atención a noticias que entonces tenían menos cabida en los telediarios: noticias de medio ambiente, de sociedad, culturales y un poco alternativas. No sé si lográbamos distinguirnos mucho, porque, como expliqué antes, los medios técnicos eran los que eran y se dedicaban en prioridad a los telediarios y nosotros nos alimentábamos del mismo material. Creo que en etapas posteriores, cuando Fran Llorente estuvo al frente, con Lorenzo Milá de presentador, fue cuando se logró consolidar ese perfil diferente que nosotros apenas esbozamos.
- ¿Por qué se fue de TVE, prejubilación? ¿Hubiera preferido seguir?
Me fui de TVE en mi mejor momento profesional, era consciente de ello porque me fui cuando ya conocía bien ese complejo aparato que es la televisión, es decir, cuando conocía el medio y conocía mi empresa, además de tener tablas en casi todos los puestos que como redactora pueden ocuparse en la Casa. De modo que sí, hubiera preferido quedarme. Pero vimos que había que irse porque la decisión política y económica era adelgazar radicalmente la empresa y eso no era opcional, aunque formalmente existía la posibilidad de pedir quedarse, una excepción que la empresa debía de conceder o no graciosamente.
El adelgazamiento se hizo por criterios de edad y no con un proyecto o modelo de televisión pública detrás, que determinara cuánto personal sobraba o faltaba en cada categoría. Pero la propuesta fue avalada por los sindicatos y en esa situación, y con una oferta económica ventajosa, solo cabía irse.
- ¿Echa de menos ese agobio diario de la radio o la tele?
Me sigue pareciendo un medio precioso y sí, tengo cierta adicción por los telediarios, aunque al acabar en TVE quise poner distancia emocional durante un tiempo, porque si no, una acaba diciendo “esto yo lo hubiera hecho así, esto otro está mal…”. La adrenalina del Telediario engancha, ciertamente, pero se vive mejor, sin ella. Como decía con sorna un compañero, “hay vida después del Telediario”, una obviedad que a veces olvidábamos los que hemos vivíamos absorbidos por la tarea informativa incluso en nuestro tiempo personal.
Inmaculada en una imagen reciente disfrutando de una de sus pasiones, la montaña |
- En realidad no ha dejado nunca de estar activa pero la audiencia de la tele quizás no sepa a qué se ha dedicado estos años, ¿cómo resume su trabajo actual cuando algún antiguo espectador le pregunta eso de "qué hace ahora"?
He concedido más tiempo a otros espacios: la familia, especialmente, pero también los viajes, la afición a la montaña y diversos compromisos sociales. Siempre he sido bastante activa en algunas organizaciones de la Iglesia progresista (pertenezco a Profesionales Cristianos y a la Revuelta de mujeres en la Iglesia) y he ido descubriendo también la meditación como medio para cultivar el terreno espiritual, que es muy importante en mi vida. La espiritualidad o vida interior, los afectos y la idea de que tenemos compromisos con el mundo en el terreno de la justicia y del cuidado de la casa común, son los ejes que vertebran mi vida. Pero no he abandonado el ejercicio profesional: colaboro habitualmente con una revista digital, "Alandar" (alandar.org), de información social y religiosa con una mirada crítica y una atención especial hacia experiencias poco conocidas pero novedosas en el terreno tanto de lo religioso como de los movimientos sociales. Como exponente, acabo de publicar una entrevista con un traductor y doctor en teología que estudia y critica algunas traducciones de la Biblia que sirven para marginar a los homosexuales.
El Archivo RTVE nos permite recordar algunos de sus trabajos, por ejemplo este "Por la mañana" del 13 de mayo de 1987 o este fragmento de abril del mismo año. Recientemente también ha colgado dos "Informe Semanal" de agosto de 1996 que podemos ver pinchando aquí y aquí.