Su nombre evoca gratos recuerdos en los espectadores, su sonrisa perenne invitaba a la audiencia a quedarse ante la pantalla y su verbo directo dejaba entrelucir una sapiencia inaudita en mil y un temas. Julio César Fernández es un hombre del Renacimiento, el público mayoritario lo conoció entre los 70 y los 90 como presentador de radio y televisión en mil y una tareas pero además es un excelente pintor que ha expuesto en medio mundo, articulista, profesor…
Tiene 82 años y su mente está tan despierta como la de alguien de 40. Sus manos mantienen el pulso firme y a diario trabaja en su estudio en detalladísimas obras a plumilla. Gracias a su hija he podido entrevistarle para este blog aunque en realidad han sido más bien conversaciones, varias y de unas cuantas horas porque con Julio César uno no debe tener el reloj delante. Su memoria privilegiada le va llevando de un lugar a otro con un ritmo de narrador sabio, dejando al interlocutor con ganas de saber más y más hasta que sorprende dándole a la anécdota el final perfecto. Cuando habla de sus ex compañeros (todos amigos) se refiere a ellos con nombre y apellidos, los dos, y además añade el apelativo cariñoso con el que regalaba a los más cercanos (una costumbre muy segoviana, dice con orgullo).
Desde su debut hasta su prejubilación se puso al frente de informativos, magazines, deportivos, retransmisiones. A todo imprimía su bonhomía y esa naturalidad que lo acercaba al espectador. No sé cómo lo hacía, pero su intelectualidad nunca fue pedante. Quizás era ese gesto afable y por su dicción relajada (pero perfecta), nada impostada. Es de esos profesionales que parece que todo le sale fácil y que hace pensar al televidente que su trabajo podría hacerlo él mismo. Por supuesto, detrás de eso hay trabajo, mucho trabajo y una constante labor de aprendizaje, a la que siempre ha ayudado su perpetua curiosidad, da igual el tema, él va a ser capaz de hablarte de la cultura hebrea o de los tipos de quesos que hay en La Mancha.
Aunque durante casi un cuarto de siglo fue una cara frecuente en TVE y una voz reconocible en distintas cadenas de radio durante más tiempo, los medios no eran su vocación inicial. Incluso hoy no aprovecha sus buenos contactos para promocionar su pintura, actividad a la que ahora puede dedicarse sin límites de tiempo: “No soy capaz de llamar a nadie para decir que hago una exposición. No busco la presencia en medios”
La televisión apareció en su vida de forma casual y se presentó a una prueba por insistencia de un gobernador que poco después llegaría a ser Presidente del Gobierno y que antes había pasado por la Dirección de la propia TVE, Adolfo Suárez. Eso sí, una vez conseguida la plaza, Julio César se entregó a fondo: “En TV he hecho desde el Concierto de Navidad desde Viena hasta la Vuelta Ciclista, pasando por “Estudio Estadio” y deportes en general, los Telediarios, he hecho hasta la Santa Misa desde Ávila, ¡para qué te voy a contar más! Estuve a punto de ir hasta Jerusalén y eso se me quedó como una espinita.”
“He tratado siempre de hacer mi profesión lo mejor posible. Cuando estaba en Magisterio empecé a leer a Marshall MacLuhan y un compañero me preguntó qué hacía. Yo le expliqué que era un comunicador canadiense, etc. Y me preguntó para qué servía eso. Sirve para que yo lo sepa, que no sabía lo que opinaba este. Años después me lo volví a encontrar en Segovia y me soltó “jo, macho, ¡qué suerte has tenido!” y le respondí: pero no te acuerdas de aquello? Pues ahora ya sabes para qué sirve, para ponerse delante de una cámara y no hacer el ridículo”.
El Rey Mago Julio César durante su etapa como profesor en Segovia |
Aunque su primer oficio profesional fue el de profesor, la radio ya ocupaba una parte importante en su vida. Antes incluso de comenzar sus estudios de Magisterio y Graduado Social había debutado ante los micrófonos pero no fue algo buscado. El delegado de Juventudes de Segovia, Enrique Serichol Aguilera, al que le unía su afición al dibujo, le dijo: “Necesitamos voces para un programa semanal que hacemos en directo en Radio Segovia, ¿por qué no colaboras tú?”. Tenía entonces 16 años y aceptó con la modestia de aprender algo. “La voz de la juventud se titulaba, ya ves qué derroche de neuronas”. Estuvo allí hasta que terminó Magisterio y se fue a Coca de profesor. Era el docente más joven de los 92 institutos. “Empecé en la radio jugando”. Durante años compaginó ambos trabajos. La radio iba comiendo cada vez más tiempo de su vida y allí coincidió con el insigne Cirilo Rodríguez (que en 1969 narraría la llegada del hombre a la Luna para RNE). Amigos entrañables, Cirilo había dejado Magisterio a medias y Julio César le animó a finalizar la carrera. A cambio, su compañero le pidió que se presentara a unas oposiciones de Radio Segovia, asociada a la SER. Por aquel entonces, Julio César era profesor de dibujo en los Maristas y de un montón de asignaturas de la Escuela Ángel Alcázar, “deja algo” le dijo Cirilo y se quedó con la Escuela de FP. Se presentó a la prueba y, obviamente, la superó. Estuvo nueve años allí, ocho los compartió con Cirilo antes de que este se trasladara a Madrid.
Fue en aquella época cuando conoció a Adolfo Suárez en un acto del Camino de San Juan de la Cruz con poetas en cada una de las paradas recitando un texto escrito ad hoc. Julio César tenía que sustituir a un autor ausente. Ante su excelente prosodia, el resto de poetas le pidió que fuera su rapsoda, un éxito, vaya. Era el primer acto como Gobernador Civil de Segovia del político, impresionado, se acercó y le dijo “usted habrá pensado en marcharse de aquí”, “yo le respondí que no, era mi ciudad, estaba a gusto en Radio Segovia y era profesor de una escuela de FP con 600 alumnos.” “Bueno, bueno, ya hablaremos” le respondió Suárez.
Sin embargo, en junio de 1969 había aceptado ser director general de hostelería de Segovia y tuvo que abandonar la emisora. Apenas duró dos semanas en el cargo porque un trágico accidente se cruzó en su camino. Pudo haber sido letal y así lo parecía en un principio porque encabezó la lista oficial de muertos durante varias horas. Me refiero al hundimiento del restaurante de la urbanización Los Ángeles de San Rafael, construida por Jesús Gil y Gil. Aquel preciso día se celebraba un acto de la asociación allí. Hubo casi 60 muertos y unos 150 heridos. Sobrevivió milagrosamente pero su vida ya no era la misma, había abandonado la emisora y no podía volver fácilmente. Se reencontró con Adolfo Suárez ese mismo día, tras la tragedia, y le insistió en que debía presentarse a TVE. Era el momento. Aunque su idea inicial era optar a una plaza en RNE finalmente le convenció para que se presentara a las de la televisión.
“La primera prueba fue en el Estudio 4 con Carmelo Barrera de realizador. Te daban un teletipo, como llegaban entonces, sin acentos ni nada y tenías que leerlo de la mejor manera. Luego te paraba y te pedía que narraras una carrera automovilística de Fórmula 1, después una corrida de toros en Las Ventas. Y así sucesivamente… Estábamos cuarenta y tantos y algunos entraron por enchufe directo, incluso uno que era tartamudo”.
“Primero me llama José de las Casas, me sacan de la clase, el portero no se creía que llamaran de TVE. Subí al teléfono de Secretaría, “Hola, soy José de las Casas, director de programas de TVE. Parece ser que usted podría tener condiciones para ser locutor de TVE”. De saludo, eso. “Así que le pondrá un escrito Don David Cubedo para que se presente en Prado del Rey. Estará unos meses de pruebas en la Segunda Cadena”. A los dos días recibí el oficio, llegué a Prado y me metieron en “Noticias 2” de la Segunda Cadena para hacer imagen y, aparte, voz en off en unos telediarios que hacíamos Florencio Solchaga y yo para Guinea Ecuatorial y Canarias, ¡que se enviaban por avión! ¡fíjate qué información! Lo grabábamos por la mañana, Alfonso Sánchez era el realizador, y luego… al aeropuerto. Estas cosas las ha contado muy poca gente porque muy poca gente las ha vivido. El público se cree que aprietas un botón y salen los churros”.
“Yo soy un poco estoico, más que hedonista. Cuando vienen las cosas me digo: esto puede cuajar y aquí me puedo ganar mi pan honradamente y lo que voy a intentar es hacerlo lo mejor posible. Y esto lo sabía perfectamente Adolfo Suárez cuando me embarcó en esta historia. Efectivamente, llegué a TV y supe que tenía que ganarme la confianza que habían depositado en mí”.
En el programa "Sobre la marcha" en 1972 |
“Después de la etapa de pruebas pasé a la Primera Cadena a hacer el off de “Contra-Reloj”, una sección de “Panorama de Actualidad” que dirigía Alfredo Amestoy. Era un programa muy moderno y dinámico. La noticia iba como el título. Después se hizo “Sobre la marcha”, Alfredo seguía siendo el director y decidieron que yo debía estar haciendo pantalla, dando paso a las conexiones y si fallaban reaccionar inmediatamente, etc. Estuve bastante tiempo ahí porque después vino “Aquí y ahora” y luego “Gente”, todos en el mismo horario.”
“Las conexiones en directo eran muy complicadas, dependías de los enlaces y como fallara uno te quedabas sin comunicación, por ejemplo, con todo el Norte-Noroeste que dependía de ese enlace. La gente no tenía por qué saberlo porque para eso estamos los profesionales, para que no se note. Un día estábamos hablando del vino del Alvariño en Cambados y el realizador, Javier Sánchez Mariscal, me suelta: ¡que no tengo conexión, improvisa! Faltaban 20 minutos para terminar y mentalmente iba pensando en cómo enlazar con el Chacolí de los vascos, luego pasar al Rioja, después al Penedés… y así hasta que llegó el momento de cerrar el programa y dar paso al Telediario. El director de los informativos, Rafael Ramos Losada, estaba esperándome para darme un abrazo. ¡Pero es que había que hacerlo!”
“Yo entraba en TV a las 10 de la mañana y salía a la una de la madrugada porque Martín Ferrand también me había reclamado para el 24 horas. Cuando algunos amigos veían que no madrugaba mucho me decían “qué suerte tienes que no madrugas” y yo respondía: por qué no me dices qué mala suerte tengo que estoy hasta la madrugada.”
Durante una entrevista en exteriores en 1977 |
En una de nuestras conversaciones telefónicas le suelto, con cierto temor a la malinterpretación, que él ha sido un “soldado de la televisión”, siempre dispuesto para el servicio, fuera cual fuera, y encima con la mejor de las actitudes. Me responde: “Está muy bien eso, ¡totalmente! De repente llegaba mi jefe, que era David Cubedo, y me decía “no te comprometas a nada el mes de agosto que quiero que sustituyas al que lleva el TD 2”, pues ahí me tienes, presentando el telediario de las nueve de la noche. Después iba a casa en coche y me decía “joé, en qué emplumado me meten para no poder irme en agosto…” pero enseguida le daba la vuelta y decía, bueno, cuando David Cubedo (que era un dios en aquella época con Matías Prats, Ángel de Echenique, etc.) me llama para que lleve el peso del telediario será que confía en mí y habrá que hacerlo lo mejor posible”
“Cubedo, jefe de locutores, sabía a quien tenía. Por eso a veces me decía: la vuelta ciclista puede tener problemas. Eso significaba que te quedabas de guardia, no salías ni nada. Si se rompía la conexión conectaban conmigo en off e ibas comentando. Confiaban en ti y ese tipo de profesionales en TV valen bastante."
Así comenzó la carrera televisiva de Julio César Fernández pero a estas alturas estaba a punto de llegar una de sus grandes oportunidades, un programa que le hizo alcanzar la fama y también el prestigio, "Estudio Estadio", pero de eso hablaremos en la próxima entrada.
Rematamos esta primera parte con una edición (incompleta) de "Sobre la marcha" recién publicada en la web del Archivo de RTVE: