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La Sinfonía Musical de la clausura de los JJ. OO. Londres 2012

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El éxito incontestable de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 (ver post anterior) había generado una lógica expectativa con la clausura. ¿Serían los británicos capaces de mantener la indudable calidad artística y técnica demostrada en la inauguración? Tamaña empresa sería responsabilidad de un grupo de creadores de renombre internacional. Stephen Daldry (director de "Las horas" y "Billy Elliot") ejercía de productor ejecutivo de esta fiesta, Kim Gavin como director creativo y coreógrafo, la diseñadora Esmeralda Devlin, el director musical David Arnold y el arquitecto Mark Fisher como responsable del diseño de producción completaban el equipo.  

Con esa camarilla creativa y la seguridad que siempre aporta la BBC en la realización era difícil que la cosa saliera mal... y no decepcionaron a pesar de las comparaciones con la apertura. Inevitablemente hubo críticas y el cierre de los Juegos salió perdiendo en el examen pero aún así el balance fue muy positivo y es innegable que aquella noche del 12 de agosto de 2012 nos dejó momentos para la historia televisiva. 

Esta vez el estadio se había convertido en una representación de Londres con algunos de sus iconos, el Big Ben o el London Eye, asentados sobre la bandera del país cuyas líneas servían de rampas para el epatante desfile musical que se avecinaba. Los espectadores más atentos podían distinguir en el escenario y en los coches que circulaban por él algunas de las frases más recordadas de la literatura inglesa. Emeli Sandé, el violoncelista Julian Lloyd Weber y The Urban Voices Collective pusieron música a esta primera parte que finalizaba con el grupo Stomp y sus coreografías percusionistas. 

El actor Timothy Spall emergía del Big Ben caracterizado del Primer Ministro Winston Churchill recitando el discurso de "La Tempestad" de Shakespeare que en la inauguración había interpretado Kenneth Branagh en la piel del ingeniero Kingdom Brunel. Esta "autoridad" dio paso al Príncipe Harry, en representación de la Reina Isabel II, que llegaba con el Presidente del COI Jacques Rogge mientras la bandera británica era izada. 

Y, por fin, comenzaba el imparable concierto de grandes éxitos del British Pop de todos los tiempos. Madness y su enérgico "Our House" abrió la veda haciendo que el público comenzara a animarse. No sé si los presentes allí eran conscientes del privilegio que tenían porque iban a ser testigos de la reaparición de grandes artistas del último medio siglo. La banda de ska recorría el Estadio a bordo de un camión descubierto y a continuación la Household Division (los de los gorros peludos de la Armada) atacaban con sus instrumentos de viento "Parklife" de Blur. El relevo lo tomaba Pet Shop Boys y después One Direction... esta iba a ser la dinámica de las tres horas de evento. Cuando uno pensaba que no podía ver nada mejor, nuevas sorpresas subían la apuesta. 

Y es que esta gala es conocida como "A Simphony of British Music" aunque ese fuera el título sólo de uno de los segmentos, el que comenzaba después del desfile de los atletas, un básico en estas ceremonias puesto que no debemos de olvidar que ellos son los verdaderos protagonistas y esta fiesta es para ellos. 

Sendos homenajes a Queen y a John Lennon, cuya cara se representaba en una escultura, daban inicio a esa Sinfonía, difícil de resumir porque fue un no parar de actuaciones de cantantes y bandas internacionalmente conocidas: George Michael entonando con fuerza su canto a la libertad, Kaiser Chiefs, Annie Lennox, Ed Sheeran, Nick Mason de Pink Floyd y Mike Rutherford de Genesis, Fatboy Slim... llegaban en distintos vehículos, cantaban en otros tantos escenarios... un circo multipista que dejaba al espectador sin resuello.

A eso de las doce de la noche, hora española, cinco taxis llegaban al centro del Estadio y de ellos salían... ¡las Spice Girls!, una reaparición muy esperada no sólo por sus fans sino por el público de medio mundo que en años anteriores había bailado con "Wannabe" o "Spice Up Your Life". Creo que ellas, aparte de la alegría del reencuentro en un lugar así en un día tan importante, no disfrutaron mucho del viaje a toda leche por el Estadio en unas plataformas que no parecían muy seguras sobre los taxis. A pesar del supuesto peligro, ¡qué momentazo! ¿Quizás el más recordado por la audiencia en general de aquella noche?

Posiblemente hay otra parte que rivaliza con la de las Spice y no me refiero la actuación de Oasis sino a la de Eric Idle en representación de los Monty Python entonando su optimista "Always Look on the Bright Side of Life" (de "La vida de Brian"). Los silbidos de los presentes se mezclaban con gaitas y bailarines indios, monjas con bragas con la Union Jack y un hombre bala. Parecía difícil subir la apuesta pero la organización no se iba a amilanar. 

La imagen de Freddie Mercury alumbraba el Estadio para dar paso a sus compañeros de Queen Brian May y Roger Taylor que, junto a Jessie J, interpretarían "We Will Rock You". Después de eso era necesario un breve parón de emociones musicales. Tocaba recoger la bandera y recibir el saludo de Rio de Janeiro, lugar donde se celebrarían los siguientes Juegos. La samba animó y Pelé saludó a los presentes, era inevitable su aparición, uno de los mejores futbolistas del mundo (y posiblemente también uno de los más famosos) como representación de la siguiente cita olímpica en su propio país. 

Se acercaba el final y el pebetero formado por pétalos se apagaba lentamente. De aquellas llamas aparecía un Fénix y al ritmo del "Rule the World" de Take That (sin Robbie Williams) se representaba un ballet. Estos mágicos minutos habían relajado un ambiente que estaba a punto de caldearse otra vez, aunque el fuego se hubiera extinguido...

The Who ofreció un medley de algunos de sus éxitos como homenaje a los miles de voluntarios de los Juegos de Londres, otra parte fundamental para el éxito de la organización y que son reconocidos habitualmente en estas ceremonias. El resto de músicos participantes en esta velada se unían en el escenario al tiempo que los fuegos artificiales iluminaban el London Stadium y sus alrededores. Un The End apoteósico para una clausura eminentemente musical seguida por una audiencia global estimada de 750 millones de personas. En España casi 3,5 millones, un 29,7%, la segunda más vista en nuestro país sólo por detrás de la de Barcelona 92.  


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