Jordi Hurtado celebrando los 25 años de "Saber y ganar", el concurso más longevo de nuestra tele |
Heredado de la radio, el concurso es un género que parece imprescindible en la televisión. Todos los canales generalistas del mundo, hasta los más modestos, tienen (o han tenido) alguno en su parrilla y España no es ajena a ello. Desde aquellos que paralizaban el país en los sesenta hasta los que hoy han añadido otros géneros a la fórmula inicial (como el espectáculo o el reality), el juego es un básico para los programadores. Pueden ser prácticos para rellenar franjas, ocupar el prime time a un precio más que ajustado y con una buena rentabilidad o bien convertirse en grandes formatos que exigen una enorme inversión en la que los anunciantes son parte fundamental.
Miguel Herrero nos presenta en este su nuevo libro sobre la tele, un amplio recordatorio de los títulos más recordados y otros que, quizás, estén olvidados pero que fueron significativos en su momento. Una vez más, Diábolo Ediciones confía en él para ampliar su colección sobre la cultura pop en nuestro país.
- ¿Por qué un libro sobre un género tan específico como los concursos?
Siempre me interesa tocar temas que no hayan sido tratados anteriormente en el mundo literario. De adolescente me hubiera encantado encontrar libros de este tipo al ir a las librerías. Siempre buscaba títulos sobre el mundo de la tele y pocas veces aparecían. El mundo de los concursos es muy atractivo porque es un género que permanece tan potente en la programación como desde los inicios de la televisión en España. Antiguamente había menos cantidad, pero el país entero se paralizaba por ver si el concursante se llevaba los grandes premios. En la actualidad varios concursos se alzan como los programas más vistos cada día. Pienso que sí merecía la pena recopilar tantos títulos del género en un mismo libro y comparar su estructura, temática y variedad.
Constantino Romero presentó "El tiempo es oro", uno de los concursos culturales de mayor éxito |
- ¿Cuál fue tu criterio para la selección? Habrá gente que se sorprenda al ver que dedicas entradas a concursos quizás menores y otros más recordados aparezcan solo incluidos en apartados más amplios.
Esa es una cuestión que me tuvo preocupado desde que pensé en dedicarle un libro. Y hubo cambios. En origen incluía incluso realities como "Gran hermano" o "Masterchef" o musicales como "Operación triunfo". No faltaba ni uno. Pero el espacio disponible, unas 300 páginas, siempre me hace restringir a más de la mitad todo lo que escribo. Por un lado, el lector se libra de encontrarse con un libro demasiado denso pero, por otro, hay espacios que merecen algo más de atención por permanecer en la memoria colectiva y otros, que por ser demasiado recientes, no creo que merezca la pena analizarlos demasiado. Así, muchos seguidores me pedían recordar algo más profundamente "A la caza del tesoro", "Destino Plutón" o "La noche de los castillos" pese a que no llegaran a triunfar en audiencias, mientras que concursos en emisión darían como para un libro entero, caso de "Saber y ganar". Un aspecto interesante en este tema es que hay concursos muy sencillos en su mecánica, que no daban para contar demasiado, y concursos muy enrevesados que llevaría mucho más espacio describirlos. Al final, un libro es subjetivo, al margen de que el escritor se empeñe en mantener cierta objetividad. Es una obra de entretenimiento y como tal hay que considerarlo. Sin mayor trascendencia.
"Cifras y letras", un clásico de la TV francesa que TVE adaptó en los 90 con Elisenda Roca al frente y que ha regresado ahora a La 2 en una versión renovada |
- ¿Qué tienen los concursos para ser un básico de la programación?
Los concursos son un género muy participativo. Aunque desde casa, habitualmente, no se gana dinero con ellos, permite jugar de manera única o con otros mientras comes, descansas o haces labores del hogar. Con ellos puedes demostrarte los conocimientos adquiridos, sin perjuicio de salir a la calle y que la gente te recrimine no saber el pico más alto o el año en que comenzó un conflicto bélico. El espectador se pone en lugar del concursante y llega a mimetizarse con él, comparándose en sabiduría. Descubrir que sabes más que el concursante elegido en plató sube la autoestima y desconocer muchas respuestas te relaja, sabiendo que no te juegas nada en el tema. Las parrillas de programación están llenas de ellos y es un género que mantiene una formidable salud. Ninguna cadena quiere prescindir de esas audiencias y del poder atractivo de la inclusión de un "nuevo concurso".
Joaquín Prat en la primera temporada de "Un millón para el mejor" en 1968 |
- Ha habido épocas, que además aparecen reflejadas en tu libro, de decadencia del género. ¿A qué se debe que el concurso tenga esos momentos de casi desaparición? ¿Es más una cuestión del público o del poco acierto de los programadores?
Durante los años 70 y gran parte de los 80 los concursos sufren una crisis de identidad. Los grandes formatos que paralizaron el país, como "Un millón para el mejor" o "La unión hace la fuerza" dejan paso a otros de apariencia más pobre, menos grandilocuencia en sus premios y cierta desgana en programar otros nuevos. De la mayor parte de los títulos de esas décadas la gente no reconocería ni uno. "De la A a la Z", "Destino Argentina", "¿Pop qué?, "¿Conocemos España?" o "El juego de los errores" no han dejado huella en la memoria popular pese a que sólo había dos cadenas. Un caso único fue el de "Un, dos, tres", que se alzó como número 1 de la programación, pero muchas veces sólo existía él en ese campo o quien rivalizaba con la creación de Chicho estaba inevitablemente destinado al fracaso por su comparación. Muchos formatos no estuvieron acertados, pero también creo que el público se cansó de determinadas fórmulas que no variaban prácticamente nada semana a semana. Pregunta y respuesta. Los cambios sociales también afectaron a esa parte de la parrilla, que entroncaba en diversión con las grandes preocupaciones sociales y políticas.
Ana Obregón y Ramón García en "¿Qué apostamos?", un formato de gran presupuesto |
- ¿Crees que es posible en el contexto actual el retorno de los grandes formatos de los 90?
La sociedad cambia continuamente y con ella, la televisión. Es cierto que muchos de los grandes programas que hemos conocido no pasarían el rasero de la audiencia porque uno de sus grandes secretos para triunfar estaba en el placer personal viéndolos, no compartiendo en redes sociales o con los móviles cada pequeño comentario o hecho que ocurriera en el mismo. La inmediatez de las redes imposibilita la tranquilidad y el sosiego que emanaba al disfrutar de espacios como "El gran juego de la oca", "¿Qué apostamos?" o "El semáforo". En su posible retorno hay mucho de nostalgia y poco de realidad. En cuanto comenzara la sintonía nuestra mente sólo buscaría la comparación. "Esto no era así", "ya no es como antes", "se ha quedado antiguo" estarían en la punta de la lengua desde el minuto 1. Cierto es que se ha adaptado muy bien el "Grand Prix del verano" y ha dado un magnífico resultado. En esa onda se podrían recuperar otros. Pero cuando se quiere innovar demasiado, como en el remake de "Juego de niños", más convertido en un show que en un concurso, o el precipitado "El precio justo" de Carlos Sobera, donde el concursante iba con la lengua fuera, la cosa decae rápidamente. Del "Un, dos, tres" que vimos en octubre quedaron claras algunas conclusiones. La principal, sólo hay que volver si se va a hacer a lo grande y bien.
Mayra Gómez Kemp en la tercera etapa de "Un, dos, tres", el concurso de concursos |
- Aparte del "Un, dos, tres" (al que ya dedicaste un libro), ¿qué tres concursos destacarías de la historia de nuestra tele y por qué?
Elegir resulta complicado porque a muchos se les tiene cariño y el libro abarca varias decenas de ellos. Pero, por aportar tres buenos ejemplos, yo nombraría a "Cifras y letras" porque fue un juego tan sencillo como bien acabado. Respecto a la versión actual, la de los 90 tenía una gran clase en su decorado y ambientación musical. Elisenda Roca le dio un tono cordial que llena de buenos recuerdos mi memoria. "Waku waku" fue otra propuesta interesante, para familiarizarnos con el mundo animal y sentir respeto y admiración por la naturaleza. Jugando con el sentido del humor, con el toque benéfico y la simpatía de los famosos, la versión de Chicho para TVE fue un gran acierto. Y un tercero destacable sería "El precio justo" por dar la posibilidad de ser millonario al instante. Estar sentado en la grada y que unos minutos después tuvieras 300.000 euros sólo por acertar el precio de los productos fue una propuesta más que atractiva. Y si lo presentaba Joaquín Prat le añadía un plus por su sentido de humor y profesionalidad. Pero se quedan fuera grandes ejemplos del género, como "La ruleta de la suerte/fortuna" o "Pasapalabra". Y es que es necesario irnos ya ""A jugaaar!!!"
Portada del libro de Miguel Herrero |