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Channel: Carta de ajuste
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La serie con la que Hanna-Barbera dio un paso más

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1962. La productora Hanna-Barbera está saboreando su quinto año de triunfos televisivos. Tras una brillante carrera en los cortos cinematográficos de Tom y Jerry (Oscar incluido) tuvieron que buscarse otros negocios tras el despido de la Metro Goldwyn Mayer en 1957 y el cierre de su sección de animación. La TV está viviendo una etapa de oro en muchos aspectos pero no en los dibujos animados y estos dos socios deciden lanzarse al nuevo medio, asumiendo sus limitaciones como una virtud. "The Ruff and Reddy Show" debutó en la NBC el 14 de septiembre de 1957 y su éxito sirvió de entrada a un nuevo mundo en el que H-B reinaría durante décadas. La siguiente serie, "The Huckleberry Hound Show", se estrenó sólo un año después e incluía las aventuras de un perro azulado que en España no caló tan hondo como los cortos de sus compañeros, Pixie y Dixie y, sobre todo, el oso Yogui que se independizó y triunfó con su propio programa. Volvemos a 1962 para hablar de un nuevo contenedor de cortos para TV que supuso un hito para la propia productora pero también para la pequeña pantalla. 


Aquel año se estrenó "The Hanna-Barbera New Cartoon Series", con tres series protagonizadas por nuevos personajes. No estaba destinada a una cadena en concreto, se vendería con el sistema de la sindicación, es decir, eran distribuidas en las cadenas locales que así no tenían que atenerse al horario de emisión de la costa Este o la Oeste. Además, podían emitir el programa completo, con los tres cortos, o bien "trocearlo" a su antojo y colocar cada una de las breves historias en huecos de programación o dentro de espacios infantiles producidos por ellos mismos y que incluían otros contenidos. Esto suponía que, en teoría, los personajes podrían adquirir la misma relevancia, sólo dependería de la respuesta del público. La audiencia decidió enseguida quiénes eran sus favoritos pero... no fue igual en todos los países. 


Las tres series en cuestión incluidas bajo el amparo del nuevo título de la productora (ya el cuarto directamente producido para la tele) eran el Lagarto Juancho, Leoncio el León y Tristón y La Tortuga D'Artañán y su perro Dum Dum. Juancho (Wallygator) era un lagarto (más bien un cocodrilo o un caimán, a saber) que vivía en un zoológico, como Yogui pero a diferencia de su primo de pincel éste quería escapar de allí y regresar a su entorno natural. El Sr. Horacio, el guardia del zoo, conseguía impedirlo en cada capítulo. Leoncio (Lippy) era un león aventurero y muy seguro de sí mismo al que le acompañaba una hiena siempre quejumbrosa, Tristón (Hardy Har Har). Ambos eran vagabundos y mientras el primero siempre estaba dispuesto a lanzarse a cualquier andanza, el segundo intentaba convencerlo para quedarse quietecitos, propósito que nunca conseguía. En la tercera serie una tortuga espadachina solía rescatar a princesas secuestradas por malandrines o dragones al grito de "¡Al ataqueeee!". Nada tenía que ver con el personaje de Dumas excepto el nombre que le impusieron los traductores al español y digo español y no castellano porque se doblaban en Sudamérica para distribuirse por todos los países de habla hispana, incluido el nuestro. Touché Turtle era su nombre original. 


A España llegaron años más tarde y por separado y se estuvieron emitiendo hasta bien entrados los ochenta. Si me retrotraigo a mi infancia diría que el Lagarto Juancho y Leoncio el León sí tenían una presencia constante en TVE, no tanto D'Artañán. He de confesar que mi favorito, a pesar de su soberbia, era Leoncio porque mi hermano se llama así (herencia familiar) y nos parecía tan raro que un hombre tan peculiar apareciera en la tele y nada menos que fuera el de un personaje de Hanna-Barbera que jugábamos continuamente a sus aventuras. Durante muchos años pensé que en inglés Leoncio se decía "Lippy" y ya os adelanto que no. Confesiones personales aparte, os había dicho al principio que este título fue importante tanto para la productora como para la propia TV y no mentía: fue la primera estrenada en color aunque no en todas las cadenas podían emitirlo en este sistema y, desde luego, sólo una parte de los espectadores tenía un monitor adecuado en esa época. ¿Y Yogui no era en color? Sí, lo era y por eso se continuó distribuyendo por todo el mundo durante más de medio siglo pero... en su andadura original las copias que se repartían a las cadenas eran en blanco y negro por razones lógicas: eran más baratas y prácticamente nadie tenía a finales de los 50 una tele en color. 

En definitiva, quizás esta serie se encuentre en el olvido (o casi) y pocos sean conscientes de su importancia para la historia de la tele pero la tiene y es justo que la reivindiquemos por su valor.


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