"Nadie es perfecto" decía Joe E. Brown a Jack Lemmon en el famosísimo final de "Con faldas y a lo loco" de Billy Wilder y ese fue el título elegido para el debut nacional del periodista vasco Antxon Urrusolo. Fue en 1995 cuando, por fin, consiguió cumplir un sueño: tener su propio programa en TVE aunque quizás aquí se podría aplicar aquello de "cuidado con los sueños porque pueden cumplirse". Tras años de triunfo con programas rompedores (y polémicos) en ETB primero y en Telemadrid después (emisión conjunta), Urrusolo aterrizaba en la pública con su particular forma de entender la tele, que había sido definida por Jaime Barroso como "attack-show".
Aseguraba en la presentación a la prensa en enero que quería ir contracorriente y hacer lo que ya no se llevaba en televisión, iba a dirigir y presentar un magazine que sería un "info-show" donde habría información, espectáculo y, sobre todo, mucha sorpresa. "Todos nos vamos a tomar el pelo a todos y seremos indulgentes con los errores y las debilidades de la gente porque nadie es perfecto" aseguraba Urrusolo (El País, 24-1-95). El programa comenzó con una semana de retraso y como expresión de intenciones una de las invitadas de la primera emisión fue Marisa Naranjo, la locutora tristemente célebre por una cadena de errores técnicos que la llevó a no retransmitir correctamente las Campanadas en 1990, nadie es perfecto.
El problema de este espacio es que realmente no tenía un formato definido, se querían tratar muchos temas, entrevistar a invitados de fuste (como Roman Polanski y Victoria Abril al mismo tiempo, por ejemplo), sorprender al espectador con personajes que hoy denominaríamos frikis, tener música en directo y todo eso con el endiablado ritmo al que solía someter Antxon a sus programas. Otro inconveniente era el día de emisión, los miércoles, en una época en la que la pública tenía los derechos de la Champions y ese era su día estrella. En la práctica suponía que varias veces el programa se tenía que retrasar hasta las 23.30 h, es decir, dos horas más tarde su hora habitual. Además competía con el "Cita con la vida" de Nieves Herrero que en Antena 3 había conseguido una audiencia considerable. De hecho en el Anuario GECA un miembro del equipo, Gonzalo Rohrer confesaba: "La obsesión de Antxon era la de superar a Nieves pero era demasiado difícil. Durante todos los programas se fue variando el formato siempre intentando dar con la fórmula mágica que consiguiese aumentar el interés del telespectador".
En su primer día consiguió un 22,4% de share, que hoy puede parecer mucho pero estaba por debajo de la media de la cadena y eso no se podía permitir en el prime-time. Además la audiencia fue bajando en las siguientes semanas hasta quedarse con una media del 19%. El 24 de marzo se anunció que finalizaría etapa dos semanas más tarde pero eso no sucedió. La infausta emisión del 29 de marzo, la penúltima, aceleró su suspensión definitiva. ¿La razón? Una serie de catástroficas desdichas. La cosa comenzó con un debate entre Jesús Gil y Moncho Alpuente (que presentaba libro) al que también asistían el escritor Fernando Sánchez Dragó y el entrenador de fútbol David Vidal. De repente unas palabras del político desataron la furia, aseguraba no tener ninguna relación con sindicalistas ni comunistas porque "son los culpables de la situación del país. Los sindicalistas de hoy han hecho del obrero bueno uno malo y del obrero malo, un profesional del despido". Por supuesto, Alpuente replicó y Gil contraatacó diciendo que que su caballo (Babieca) era más inteligente. Tras finalizar la acalorada discusión se emite la sección "Suspiros de España", rodada en 1985 en la que gente anónima expresaba opiniones. Una de las recuperadas era lamentable pero además no había ningún comentario posterior para explicar el contexto: "No deseo que se vuelva a oír en Castilla o en León o en ninguna televisión española a ningún partidario de lenguas catalanas, vascas, etc. ¡Que hablen en su región! ¡Que ladren y maúllen como quieran pero que nos dejen a nosotros hablar en castellano sin mezclarnos con ellos!".
Los siguientes invitados eran Juan Echanove y Loquillo, que no se caracterizan precisamente por su tibieza. "Por respeto a esta casa y a ti, Antxon, aunque seas víctima de tu propio destino creando esta estética que favorece lo que he presenciado, no me voy a levantar y no me voy a ir. Me siento peor que nunca (...) Alguien ha utilizado mi ideología comunista para especular en un programa en desuso y a punto de desaparecer" decía con evidente tensión contenida Echanove. Loquillo tampoco se quedó callado: "Después de asistir a esta ceremonia de estupidez mental, sólo me gustaría añadir que el pueblo catalán, el pueblo gallego y el pueblo vasco se merecen más respeto". La tormenta perfecta dejó a su director sin defensa, intentando arreglar el desaguisado centrándose en el mensaje de respeto para todos los partidos que pedía el actor y para todas las Españas que solicitaba el cantante, sumándose a ellos pero ya era demasiado tarde. Aquel día el programa tuvo su mejor cuota de audiencia pero a costa de "vulnerar el principio de respeto en que se basa la programación de la televisión pública" según declaró Jordi García Candau, director general de RTVE. "A mí me apetece arriesgar, incluso equivocarme, y hacer un espacio con una mirada diferente. Un programa riguroso y de calidad y, sin embargo, con mucho humor" había declarado Urrusolo a El País en la presentación. Sus palabras resultaron proféticas, se equivocó.