50 años de esta imagen icónica en nuestra cultura popular, medio siglo se ha cumplido del triunfo de Salomé en el Festival de Eurovisión de 1969 junto a las representantes de Reino Unido, Países Bajos y Francia, primera y única vez de un cuádruple empate con 18 puntos (muy lejos quedaban las puntuaciones de cientos y cientos de puntos a las que estamos acostumbrados hoy). Aquella fue la segunda y también postrera ocasión en la que nuestro país (o más bien nuestra televisión, que de eso se trata) consiguió alzarse con el triunfo en este festivo concurso musical y la única en la que se celebró aquí, en concreto en el Teatro Real de Madrid.
Pero además de todos esos datos que el público medio conoce bastante bien, celebramos también un aniversario importante para la historia de TVE: la primera vez que retransmitía en color y para toda Europa. No fue el primer programa que se produjo en color, de eso ya hemos hablado aquí, pero nunca antes se había emitido en directo y mucho menos en conexión con Eurovisión. Y eso no fue algo fácil, no ya técnicamente, sino políticamente. No olvidemos que estábamos en plena dictadura franquista y que algunos países no estaban muy conformes con enviar a sus delegaciones a un país donde no existía la libertad de expresión. Manuel Fraga Iribarne, entonces Ministro de Información y Turismo, vio en esto una oportunidad extraordinaria de limpiar la imagen del Régimen aprovechando la campaña publicitaria que podía suponer la organización del certamen. Años después se supo que se destinaron cien millones de pesetas (600.000 euros) al evento. Para hacernos una idea y según datos que maneja el historiador televisivo Manuel Palacio, con esa cantidad se podrían haber financiado doce largometrajes.
Los profesionales más expertos en cuestiones internacionales se encargan del Festival, Artur Kaps (el director del Clan de los Vieneses, director de "Amigos del lunes" y de los programas de Herta Frankel entre otros muchos) produce, Ramón Díez (con la categoría de primer realizador de la Casa, muy apreciado en toda Europa por la limpieza de sus retransmisiones deportivas) dirige y realiza, Bernardo Ballester se encarga de la escenografía (complicada tarea porque no puede modificar nada del escenario del Real), César Fraile (con reconocida experiencia cinematográfica) ilumina, Amadeo Gabino elabora la escultura de la estrella que preside el decorado y Laurita Valenzuela (que por entonces había regresado a la tele tras un período cinematográfico) presenta con mucha espontaneidad (dentro del encorsetamiento de la época, claro).
A Salomé se la eligió a dedo pero hubo un concurso para seleccionar la canción. Precisamente "Vivo cantando" era la que menos la convencía pero entre los gerifaltes le hicieron comprender que ese tipo de frivolidades eran las más adecuadas para este festival y no la balada dramática que ella quería interpretar. Y acertaron. Aquí la vemos posando con una de las cámaras durante los múltiples ensayos que se realizaron en las semanas previas y no es baladí la foto porque aquellos aparatejos también fueron noticia en aquellos días de marzo de finales de la década de los sesenta.
En varios países de Europa ya se emitía en color con regularidad y en España se hablaba desde hacía años de esa posibilidad pero el debate estaba entre los dos sistemas que regían en el continente por entonces, el SECAM y el PAL y no era una mera cuestión técnica sino también política, era una guerra entre Francia y Alemania. Unos meses antes se anunció que TVE efectivamente realizaría el Festival en color pero no se supo hasta unos días antes que sería con el sistema alemán. La unidad móvil sería Philips y habría una gigante pantalla de 20 metros en la sala de prensa del Real para que los periodistas acreditados pudieran ver la retransmisión en rutilante colorines.
Aunque resulte increíble, sólo se utilizaron cuatro cámaras, ¡cuatro! para este programa, nada que ver con las decenas que se usan hoy, al menos dos estaban montadas sobre grúa y eso permitía una mayor movilidad. Cada una tenía tres plumbicones y esto, amigos, suena a lenguaje de los Electroduendes. Para hacernos una idea, cada cámara de blanco y negro tenía un tubo, mientras que las de color tenían tres, denominados plumbicones, que producían tres gupos de señales: rojo, verde y azul. Cada cámara tenía un codificador que convertía esas tres señales primarias en una compuesta. El resultado fue magnífico, visto con ojos de hoy ni siquiera parece un color "de tele" sino más bien cinematográfico, casi de Technicolor. Y precisamente ahora que se cumplen las cinco décadas de aquel acontecimiento, la web del Archivo RTVE ha recuperado íntegro aquel festival ¡a todo color!
Y para más disfrute del eurofan, también han rescatado una fragmento del programa de reportajes "A toda plana" en el que se explicaba cómo se estaba preparando la fiesta eurovisiva.