El 20 de septiembre de 1976 se estrenaba en la BBC "Yo, Claudio", una de sus series más internacionales y con la que reinventó el género de época. Después de esta adaptación de la novela homónima de Robert Graves y su continuación "Claudio, el dios, y su esposa Mesalina", nada volvió a ser lo mismo. Adiós a las fórmula iniciada con "La saga de los Forsyte" a finales de los 60 y de la que bebieron otros títulos como "Arriba y abajo" que exportaron esa Inglaterra victoriana y eduardiana que tanto gustaba fuera, especialmente en Estados Unidos. Si os gustó hace unos años "Roma" y ahora "Juego de tronos", antes Claudio y sus ambiciosos familiares conquistaron las pantallas de medio mundo con sus cuitas, asesinatos, tragedias y, sobre todo, las enrevesadas estrategias para llegar al poder del Imperio Romano.
Gracias a este dramático dirigido por Herbert Wise se abrió el abanico narrativo de la BBC, demostrando que no sólo sabía contar (y muy bien) su historia. La cadena pública destinó un amplio presupuesto para recrear las diferentes épocas por las que el pobre y tartamudo Claudio va sobreviviendo hasta convertirse en emperador de forma casual y sin que él lo buscara. La escenografía, el vestuario, el maquillaje... no se escatimaron medios para explicar su complicada vida y, además, se contó con la supervisión de especialistas en historia romana para que cada detalle fuera lo más cercano posible a la realidad. Uno de los protagonistas contaba, décadas después, que una de las batallas de los asesores era recordarles continuamente que debían comer con la izquierda porque la derecha se usaba para limpiarse ciertas partes. Los romanos sabían muy bien qué mano servía para cada cosa pero un inglés del siglo XX no lo tenían tan en cuenta.
A España la serie llegó con dos años de retraso, su primer capítulo se emitió el 22 de octubre de 1978 dentro del espacio "Grandes Relatos" por la Primera Cadena en torno a las 22.15 h después de las Noticias. Antes, el partido de fútbol entre el Athletic de Bilbao y el Barça retransmitido desde el Estadio San Mamés y narrado por Guillermo Fernández. "Fantástico" el ómnibus de Íñigo que había comenzado recientemente su andadura, había ocupado el resto de la tarde. Tras la serie británica, "625 líneas", "Últimas noticias" y "300 millones" (en torno a la medianoche). Curiosamente, a pesar del éxito del que venía precedida en buena parte de Europa y EE.UU. aquí la serie comenzó muy débilmente en el panel de aceptación de la audiencia, con una nota de 6,4 lo que la colocaba en la parte baja (muy baja) de la tabla. Su crecimiento fue constante hasta acabar en el 5º puesto de los más apreciados por el público en su último capítulo, con un 7,9, superado por la película de Primera Sesión del sábado ("La llamada de las tierras vírgenes") (4º lugar), "Informe Semanal" (3º), "625 líneas" (2º) y "Mundo Submarino" (1º), el documental del comandante Jacques Cousteau.
No tardó mucho en reponerse, en verano de 1980, regresó a la pantalla de TVE y la revista "TeleRadio" calificaba de "necesaria" esta repetición. El reparto liderado por Derek Jacobi se hizo famoso en todo el planeta y se confirmó la vieja teoría de que los británicos son los mejores actores del mundo. Conviene añadir que hubo un habitante de nuestro país que vio antes que nadie los episodios de "Yo, Claudio", incluso antes del estreno: Robert Graves, el autor de los libros originales. Londinense de nacimiento, se había trasladado a vivir a la localidad mallorquina de Deià, en plena Sierra Tramontana, en 1929 y ahí decidió quedarse el resto de su vida. La guerra civil española le obligó a dejar su paraíso en 1936 pero regresó una década más tarde para permanecer en ese rinconcito hasta su muerte en 1985. Pues bien, decía que él vio la serie antes que cualquier español y es que la BBC se trasladó a las Baleares con un equipo de reproducción (no se había popularizado todavía el uso del vídeo casero aquí) y las cintas para mostrar el trabajo de adaptación televisiva. Cuando por fin llegó a España en el 78, Graves se perdió el primer capítulo porque según le contó su mujer al periodista Damián Caubet en un reportaje de la revista "TeleRadio", se había acostado pronto aquel día. Tengamos en cuenta que el escritor tenía ya 83 años y su salud estaba bastante resentida, aún así se mostró feliz de la repercusión de su trabajo 44 años después de su publicación. "Yo, Claudio" sigue siendo considerada parte fundamental de la historia de la TV y, gracias a ella, miles de lectores se acercaron a la obra original. No está mal para una serie que cumple estos días 41 años. Felicidades.