Fue la imagen de la Movida en la tele porque ella fue la que se atrevió a trasladar el espíritu caótico de ese movimiento liberador y contracultural a un espacio tan supuestamente organizado como un plató. Paloma Chamorro ha fallecido y a pesar de llevar años retirada de la vida pública hoy parece que todo el mundo la conocía y hasta la echaba de menos de la pantalla. Seguramente, ella tendría una respuesta vitriólica a tanta alabanza a destiempo. Ella fue la más moderna de una tele encorsetada desde sus inicios, cuando en 1973 comenzó a colaborar en un espacio dirigido por Fernando Méndez Leite titulado "Galería" al que le siguió "Cultura 2". Cuando fue requerida para el trascendental "Encuentros con las artes y las letras" en el 76 ya era "la chica del arte" en Prado del Rey y cuando el macro-espacio se desgajó ella continuó con "Trazos" junto a Ramón G. Redondo y, posteriormente, ya como directora y presentadora "Imágenes". Como de todo estoy ya hemos hablado en este blog no quiero extenderme demasiado pero sí dejar claro que Paloma era ya un icono de la cultura con mayúsculas antes de convertirse en personaje popular.
Eso sería a partir de 1983 gracias a (o "por culpa de" diría ella) "La edad de oro", el espacio más transgresor y libre de la tele aunque ella, como máxima responsable, no tuviera esa intención. Ingenuamente quería informar de todo lo que se estaba moviendo en Madrid al resto del país y, por qué no, que esa creatividad desbordante se contagiara a través de las ondas hercianas. Pero a fuerza de presentar a los más importantes músicos del momento en Europa y de (intentar) entrevistar a los más iconoclastas artistas en un estudio lleno de humo (sospecho que no del incienso o del hielo seco que se solía utilizar para eso) la Chamorro devino también en símbolo. Su pelo, ese que no se peinaba porque, simplemente, no tenía tiempo porque prefería dedicar cada segundo a hacer de su programa la joya catódica en la que se convirtió, fue motivo de imitación pero ella tenía otras preocupaciones, como afrontar una denuncia por ofensa religiosa de la que no se libró hasta los 90. Todo por permitir que un artista provocador se riera de la simbología religiosa. Ella lo permitió todo en su espacio... pero aquello no era un billete de ida y vuelta.
Tras el abrupto final de "La edad de oro" en 1985 se le cerraron muchas puertas, tal y como ella contó en varias ocasiones y sin ningún tipo de pudor. Tuvieron que pasar dos años hasta que comenzar la emisión de "La estación de Perpignan" (del que también hemos hablado aquí), un programa con largas entrevistas monográficas a artistas de todos los géneros entre los que también había músicos así que, puntualmente, se recuperaba el espíritu de su programa anterior con conciertos muy cuidados estéticamente aunque con cantantes muy distintos de los que habían agotado su paciencia un par de años antes.
Un año más tarde llegó "La realidad inventada", otro programa sobre arte que ha dejado para el archivo de TVE entrevistas hoy ya históricas. Y después... el silencio. Un par de documentales más para la Casa, uno sobre la pintora gallega Maruja Mallo y otro sobre Goya, fueron sus dos únicas aportaciones a la tele de los noventa. Desde hacía tiempo sufría de migrañas que sumadas a la decepción y el cansancio por el ninguneo constante de los gerifaltes hacia su trabajo consiguieron que esta "filósofa de la acción" se hartara de pugnar por un hueco en la parrilla. Hoy todo el mundo la valora pero incluso en su período de apogeo tuvo que enfrentarse a las críticas de los envidiosos que consideraban que no estaba "preparada" para dirigir un musical, al boicot de ciertos operadores de cámara demasiado viejos para aguantar a una juventud desfasada y a las continuas quejas de los jefes. Paloma Chamorro es otro ejemplo de profesional totalmente desaprovechada. Afortunadamente el archivo se nutre de algunas de sus contribuciones más valiosas. Gracias, Paloma, por habernos permitido soñar con una tele sin complejos y libre. Al menos... soñar.
Algunos ejemplos de su brillante trabajo: