Desde que en 1963 Bugs Bunny apareciera por primera vez en nuestra pantalla se convirtió en una estrella rutilante en la programación de una TVE todavía balbuceante que alternaba "telefilmes" extranjeros de probado éxito en todo el mundo (Perry Mason, Alfred Hitchcok presenta...) con series de producción propia valientes (como las de Adolfo Marsillach) pero muy pobres en medios. A pesar de que su horario, las 16 h., no ayudaba demasiado y además lo alejaba del público adulto al que se dirigían los double entendre tan característicos de estos cortos, el "Conejo de la Suerte" (tal y como se denominaba entonces) fue un éxito tal que sirvió de avanzadilla para el resto del elenco de la productora Warner. Porky llegó enseguida para acompañarle y a lo largo de los años, mejor dicho: de las décadas, las Merrie Melodies, las Looney Tunes o los Shows independientes del Pato Lucas, el Correcaminos, Silvestre y Piolín, el gallo Claudio y tantos otros alegraron las mañanas y tardes de niños y no tan niños. Pero en realidad, todos estos personajes no nacieron para televisión y, por si alguno no lo sabe, llegaron a ella casi como producto de saldo. Todo esto nos lo cuentan Cruz Delgado y Alfons Moliné en su libro "¡Eso es todo, amigos!" editado por Diábolo. Alfons, que es quien se ha encargado de investigar profundamente la carrera televisiva de esta recua de animales antropomorfos con tendencia a la esquizofrenia, nos descubre cómo Bugs y sus amigos se convirtieron en estrellas televisivas mundiales.
La TV fue fundamental para difundir los cortos clásicos de la Warner, les dio una segunda vida cuando los propios directivos de la compañía ya no creían que ese negocio tuviera más rentabilidad...
En efecto, ya desde los años 50 la Warner y otras “majors” empezaban a plantearse el abandonar la producción de cortos para cine porque eran un producto cada vez menos rentable y la televisión constituyó, en cierto modo, su “tabla de salvación”; incluso, mientras los cartoons más añejos se emitían por televisión, el estudio de animación de la Warner seguía sacando cortos nuevos para su estreno inicial en la gran pantalla y su posterior reciclaje en la pequeña. A pesar de ello, el estudio cerró sus puertas en 1963, aunque poco después reanudara la producción de cortos, encargándola a equipos externos, hasta clausurar definitivamente dicha producción en 1969.
En nuestro país fue TVE la que estrenó esos cortos porque no se habían proyectado en los cines con la asiduidad que en otros países, ¿no es así?
En España, los “cartoons” de la Warner fueron escasamente proyectados en cines, contrariamente a los de otros estudios como Disney (Mickey, Donald y cía.), Fleischer (Popeye, Betty Boop), Metro-Goldwyn-Mayer (Tom y Jerry), Walter Lantz (El Pájaro Loco), etc. Algunos cortos de Bugs Bunny sí fueron distribuidos en salas con el título de “El conejo atómico” o “El conejo loco”. También estaban los tebeos -por entonces aún no se decían cómics- que ofrecían la versión en historietas de los personajes warnerianos “El conejo de la suerte” y “Porky y sus amigos”, publicados por la mejicana Editorial Novaro, que nos llegaban de importación a España. Pero efectivamente, fue a partir de 1963, cuando TVE estrenó el Show de Bugs Bunny, cuando los “cartoons” de la Warner se hicieron realmente populares entre el público español, . Fue desde entonces cuando el merchandising con sus personajes cobró importancia en nuestro de país. Una muestra de esta popularidad de los “dibus” warnerianos en nuestra “piel de toro” durante la década de los 60 la tenemos en un episodio de la mítica serie “Historias para no dormir” de Narciso Ibáñez Serrador, titulado “El trasplante” y emitido originalmente en 1968, en el que se canta el tema de apertura del Show de Bugs Bunny, “La función va a empezar” pero con la letra cambiada.
TVE comenzó con "El Show de Bugs Bunny" en 1963, en pleno período de expansión. Aunque su emisión original en la ABC fue en prime-time aquí se hizo en horario infantil. Ahí comenzó una larga carrera de los cortos de la Warner en nuestra tele…
Es cierto que los dibujos de la Warner tuvieron una presencia masiva en TVE durante varias décadas: hay que tener en cuenta que, además de emitirse los programas-contenedores de media hora compuestos de tres cortos cada uno (los shows de Bugs Bunny, Porky y el Correcaminos y posteriormente el “Merrie Melodies Show” compuesto básicamente por los cortos de la etapa de declive del estudio, es decir los años sesenta) también se emitían sueltos los cartoons de 7 minutos como relleno en la programación infantil.
Durante los 60-70 los cortos de la Warner tuvieron hueco fijo en la parrilla, a veces como shows independientes, otras formando parte de contenedores como "Un globo, dos globos, tres globos". Era un producto de lujo en una tele más bien pacata y muy censurada…
Esto se puede extender a otras series de dibujos animados ampliamente emitidas sobre la misma época, como las de la productora Hanna-Barbera, y a la mayoría de telefilmes norteamericanos también difundidos contemporáneamente: fueron unos productos sofisticados en una España mediocre y en blanco y negro -como la televisión de entonces, vaya- que aportaron su grano de arena -junto con otros medios que, en esos años, también experimentaban notables cambios a nivel estético y de contenido: cine, música, literatura, cómic…- a que el país empezara a modernizarse y a abrirse al mundo. Claro que aunque los dibujos animados warnerianos fueran considerados como un “producto de lujo”, los programadores de Televisión Española no siempre lo pensaron así.
En los 80 los cortos de la Warner sirvieron para rellenar huecos en la programación de forma indiscriminada e incluso se emitieron algunos de los cortos en B/N de Porky pero eso también contribuyó a una difusión aún mayor. Teniendo en cuenta que en los 90 comienza "La hora Warner" podríamos decir que varias generaciones asumieron que Bugs y Cía. eran un producto netamente televisivo…
Nada más cierto, es un poco lamentable el afirmarlo, pero a pesar de esta presencia masiva de los cartoons warnerianos en nuestra televisión, prácticamente siempre han sido presentados como un producto infantil. En efecto, estos cortos eran a menudo emitidos “a traición”, esto es, como relleno para tapar un hueco en la programación infantil o después de la emisión de una película, como si fueran vulgares videoclips, dificultando su visionado para los que valorábamos el dibujo animado como algo digno de ser tomado “en serio”. O sea que, en el momento menos esperado, a media tarde e inmediatamente después de la emisión de un programa preescolar tipo “Barrio Sésamo”, ¡te podías encontrar, sin anunciarse previamente en la programación, con una “joyita” de 7 minutos firmada por un genio como Chuck Jones o Bob Clampett! Sencillamente vergonzante.
No ocurre lo mismo en Francia y otros países donde la animación es más valorada como un medio artístico, y donde no infrecuentemente los cortos Warner han sido presentados en espacios de emisión nocturna destinados al espectador adulto y cinéfilo; no es de extrañar que Tex Avery, uno de los directores clave del estudio Warner, sea considerado desde hace décadas como una figura de culto entre nuestros vecinos galos, al mismo nivel que un Alfred Hitchcock o un Orson Welles. Y, en efecto, cada vez el público olvida más que estos cortos -al igual que los de Disney y otros grandes estudios de la edad de oro del “cartoon”- fueron inicialmente concebidos para su proyección en las salas de cine, destinados a un público masivo que incluía todas las edades, incluyendo a los adultos. Por poner sólo un comentario, cuando se estrenó el largometraje “Space Jam” (1996) en nuestros cines, recuerdo haber leído frases publicitarias o comentarios del tipo de “¡Los Looney Tunes, las famosas estrellas de la televisión, ahora en cine!”, ignorando que fue el cine el medio en que nacieron. Sin comentarios.
En cuanto a su emisión en EE.UU. fue un éxito continuado entre otras cosas porque el nivel de producción con el que se habían realizado era mucho mayor que los dibujos realizados exclusivamente para televisión...
Puede asegurarse que la emisión continua de estos “cartoons” en EE.UU. se debe, en efecto, a la alta calidad de los mismos y la aparentemente perenne popularidad de sus protagonistas, hasta el punto de que durante muchas décadas fueron reemitidos una y otra vez en televisión aunque tuvieran más de 20, 30 ó 40 años de antigüedad: el público no parecía cansarse de ellos. Sólo fue a partir de principios de los 90 cuando Warner empezó a lanzar nuevas series especialmente para TV con los personajes clásicos, o basadas abiertamente en los mismos: Tiny Toons, Taz-mania, Animaniacs, Los casos de Silvestre y Piolín… una tendencia que ha ido explotando hasta la actualidad. Pese a que estos “revivals” de los Looney Tunes originales no tengan el nivel de calidad y humor de estos últimos, demuestran que Bugs Bunny y su pandilla son unas creaciones absolutamente perennes; en resumen, que la frase “los héroes están cansados” no puede aplicarse en absoluto a los “dibus” warnerianos, mientras hayan artistas de talento dispuestos a seguir dándoles vida y a embarcarlos hacia nuevas aventuras.