Tres concursantes emprenden un imaginario viaje por España en avión partiendo desde Madrid al mismo tiempo. El objetivo es realizar el recorrido propuesto en el menor tiempo posible y para ello tendrán que responder correctamente a las preguntas que formule el presentador en las distintas etapas en las que el aeroplano toma tierra. Así de simple era "La vuelta a España en 30 minutos", concurso que se presentó a los espectadores el 11 de abril de 1962 con una emisión de prueba en la que se explicaba su mecánica.
Lo que hoy nos parece tan sencillo (y hasta simplón), en aquella época suponía todo un avance. La premisa del programa obligaba al cambio de decorado, ¡nada menos que tres veces! El propio avión durante el vuelo, el panel de la ruta marcada en el mapa de la Península y la cabina de control desde la que el presentador iba indicando las etapas de la ruta y realizaba las preguntas. Todo un alarde para un género que habitualmente no tenía grandes escenografías.
Tres personas se enfrentaban semanalmente y sólo una de ellas podría conseguir el primer premio pero las otras dos se quedaban al menos con uno de consolación. Además, y esto también era una novedad, se permitía que los espectadores "de provincias" que no podían desplazarse hasta el Paseo de la Habana (no se pagaba el transporte de los concursantes por aquel entonces) optaran a un premio mensual de un viaje para dos de tres días a cualquier capital del país o extranjerara que se encontrara en las rutas normales del servicio de Líneas Aéreas Españolas. Ese concurso para televidentes consistía en una pregunta que se repetiría durante 4 semanas y que se respondería por carta. De esta manera se tenían en cuenta todas las misivas recibidas durante ese mes. Entre las respuestas acertadas se realizaba un sorteo.
Esta original idea provenía de un veterano de la radio y televisión chilenas, Edwin Harrington, que colaboraba por primera vez con TVE. Su experiencia en emisoras hispanoamericanas fue fundamental para encarar este ambicioso proyecto: "El concurso es una de las facetas de los programas de televisión que reúne mayores complicaciones ya que en todo el mundo se ha demostrado que los títulos que más fama alcanzaron entre los espectadores fueron aquellos en los que no se tenía demasiado entusiasmo ante su realización televisiva. Nosotros intentamos entretener a los espectadores de toda España sin demasiadas complicaciones y con una mecánica ligera y apropiada para el lenguaje de la TV con objeto de que pueda participar todo tipo de público aunque sus conocimientos no sean demasiado profundos. A este objeto en cada programa habrá un tema preciso sobre el que girarán las preguntas que realice el presentador" decía el guionista a la revista "TeleRadio". En el primer programa con participantes el tema fue la pintura española, centrándose en los maestros Goya, El Greco, Velázquez y Murillo.
Guillermo Caram era el productor y presentador. Su nombre sonaba a los televidentes por su función como realizador. Esta era su primera experiencia como maestro de ceremonias y pretendía ser sobrio, dejando todo el protagonismo a los participantes. Le ayudaba en su labor la azafata Cristina Vivacua, vestida como una areomoza. Ella se situaba frente al mapa de España y movía los aviones que representaban a los concursantes.
"La vuelta a España en 30 minutos" se emitía los miércoles a las 20.30 y, a pesar de sus buenas intenciones, no consiguió un gran éxito a juzgar por las críticas de la época y por su única temporada.