"Club del sábado", "Gran Parada", "Concertino"... ya hemos comentado en este blog los inicios de Torrebruno en TVE y habíamos prometido hablar de un programa que marcó un antes y un después en su trayectoria, lo que se debe calificar con todos los deshonores de fracaso se convirtió, sin embargo, en el inicio de una nueva (y longeva) etapa en su carrera. "Las supersabias" era una ambiciosa (en lo conceptual) apuesta de la Casa para la temporada 72/73 pero no llegó a completar ciclo, en diciembre del 72 fue cancelada su emisión.
Era un concurso de media hora semanal programado para los miércoles a las 15.35, después del Telediario. En esa misma franja se emitía un concurso distinto cada día de la semana, los jueves, por ejemplo, "De la A a la Z". Ninguno de esos programas pretendía ser un exitazo pero se trataba de no despertar críticas furibundas como las que sufríó éste.
En las primeras semanas Torrebruno estaba acompañado en las presentaciones por la actriz Josele Román en el papel de catedrática seria y circunspecta. A ella los espectadores la conocían de sobra por sus papeles de pilingui o criada en decenas de pelis de la época. Josele escapó pronto del invento y sería sustituida por una especie de azafata con frase de la que su nombre no pasaría a la posteridad.
El formato era sencillo: preguntas y respuestas, juegos de pistas y poco más. La diferencia estaba en que a este concurso sólo podían presentarse mujeres y eso, en principio, fue saludado con alegría por los críticos que se lamentaban de que las féminas no solían ser tenidas en cuenta en la programación en general y en los concursos en particular. Lo que en principio contaba como el mayor mérito se transmutó en un lastre, el programa ya comenzaba con un prejuicio y no supo liberarse de él.
El otro objetivo de los ataques fue el mismísimo conductor. Lo que antes hacía gracia ahora ponía nervioso al espectador, sus italianismos, sus continuos errores y una flagrante falta de dirección (y por lo tanto de ayuda en plató) condenaron al concurso al fracaso casi inmediato.
Años después, en una entrevista en la revista "TeleRadio", el propio Torrebruno decía: "No era culpa mía. Un extranjero al que le daban unas preguntas que no ha leído nunca, en un sobre cerrado, no es responsable de no pronunciar un acento que falta o de cometer errores sintácticos estando el texto mal puntuado"
En la noticia sobre su cancelación, el periódico ABC destacaba la simpatía del romano pero confirmaba que el programa estaba mal planteado desde el principio. Al respecto, Torrebruno aseguraba que "aquel programa tuvo mala suerte. Era un tema delicado y hacía agua por demasiados sitios".
Todo parecía indicar que la carrera del showman en nuestro país había acabado de forma fulminante pero en realidad tomó un nuevo impulso. Tras una breve experiencia en el ómnibus dominical "Todo" ese año pasó una etapa de barbecho hasta que en 1975 TVE le dió una nueva oportunidad que él definió como la última, el programa infantil "La Guagua" (del que hemos hablado aquí). Fue un éxito y significó la reconducción de su carrera hacia el público más joven, que ya conocía por su trabajo en los parques de atracciones de Madrid y Barcelona. Este cambio supuso que continuara en pantalla hasta los 90 y se convirtiera en un icono para los chavales de los 70-80.
Era un concurso de media hora semanal programado para los miércoles a las 15.35, después del Telediario. En esa misma franja se emitía un concurso distinto cada día de la semana, los jueves, por ejemplo, "De la A a la Z". Ninguno de esos programas pretendía ser un exitazo pero se trataba de no despertar críticas furibundas como las que sufríó éste.
En las primeras semanas Torrebruno estaba acompañado en las presentaciones por la actriz Josele Román en el papel de catedrática seria y circunspecta. A ella los espectadores la conocían de sobra por sus papeles de pilingui o criada en decenas de pelis de la época. Josele escapó pronto del invento y sería sustituida por una especie de azafata con frase de la que su nombre no pasaría a la posteridad.
El formato era sencillo: preguntas y respuestas, juegos de pistas y poco más. La diferencia estaba en que a este concurso sólo podían presentarse mujeres y eso, en principio, fue saludado con alegría por los críticos que se lamentaban de que las féminas no solían ser tenidas en cuenta en la programación en general y en los concursos en particular. Lo que en principio contaba como el mayor mérito se transmutó en un lastre, el programa ya comenzaba con un prejuicio y no supo liberarse de él.
El otro objetivo de los ataques fue el mismísimo conductor. Lo que antes hacía gracia ahora ponía nervioso al espectador, sus italianismos, sus continuos errores y una flagrante falta de dirección (y por lo tanto de ayuda en plató) condenaron al concurso al fracaso casi inmediato.
Años después, en una entrevista en la revista "TeleRadio", el propio Torrebruno decía: "No era culpa mía. Un extranjero al que le daban unas preguntas que no ha leído nunca, en un sobre cerrado, no es responsable de no pronunciar un acento que falta o de cometer errores sintácticos estando el texto mal puntuado"
En la noticia sobre su cancelación, el periódico ABC destacaba la simpatía del romano pero confirmaba que el programa estaba mal planteado desde el principio. Al respecto, Torrebruno aseguraba que "aquel programa tuvo mala suerte. Era un tema delicado y hacía agua por demasiados sitios".
Todo parecía indicar que la carrera del showman en nuestro país había acabado de forma fulminante pero en realidad tomó un nuevo impulso. Tras una breve experiencia en el ómnibus dominical "Todo" ese año pasó una etapa de barbecho hasta que en 1975 TVE le dió una nueva oportunidad que él definió como la última, el programa infantil "La Guagua" (del que hemos hablado aquí). Fue un éxito y significó la reconducción de su carrera hacia el público más joven, que ya conocía por su trabajo en los parques de atracciones de Madrid y Barcelona. Este cambio supuso que continuara en pantalla hasta los 90 y se convirtiera en un icono para los chavales de los 70-80.