La temporada 1962/63 vivió el debut de dos jóvenes prometedores: Juan Diego y Julián Mateos, ambos se estrenaron en TVE con distinta suerte aunque fue precisamente el que tuvo menos éxito en esa primera ocasión quien se dedicó a la actuación con mayores triunfos. Ambos coincidieron en una obra de teatro, "La enemiga" a las órdenes de Federico Ruiz, Mateos como protagonista y Diego como secundario. El segundo tuvo la oportunidad de protagonizar su propia serie al poco tiempo, "Mi hijo y yo" junto a María Fernanda Ladrón de Guevara, madre de Carlos Larrañaga. La serie fue un fracaso total, tanto de crítica como de público. Su mayor problema radicaba en que era moralista hasta extremos ridículos Juan interpretaba a un chaval de 18 años que ponía a prueba la paciencia de su santa madre que, finalmente, siempre encontraba la mejor manera de hacerle entender cuál era el buen camino en la vida. A pesar de ese rotundo descalabro, el actor sevillano siguió trabajando en la tele, el ciney el teatro hasta demostrar que es uno de los actores más capacitados de este país. No en vano ha conseguido todos los premios que puedan otorgarse a un actor español, incluidos 3 Goyas y la Concha de Plata del Festival de San Sebastián.
En cuanto a Julián Mateos, con la obra "La enemiga", estrenada en el espacio "Primera fila", obtuvo un gran reconocimiento. Aquella emisión fue muy seguida por la entonces incipiente audiencia con televisor y la crítica (también incipiente, dicho sea de paso) alabó las virtudes del debutante. Mateos fue un actor de potente personalidad, exigente con sus elecciones pero que en los 80, y tras haber alcanzado un gran prestigio, abandonó la profesión para dedicarse exclusivamente a la producción. En esa faceta alcanzó la gloria con títulos como "Los santos inocentes" o "El viaje a ninguna parte". Desgraciadamente falleció en 1996 con tan sólo 57 años de un cáncer de pulmón. A Julián hay que reinvidicarlo como un actor moderno y un productor valiente.
En cuanto a Julián Mateos, con la obra "La enemiga", estrenada en el espacio "Primera fila", obtuvo un gran reconocimiento. Aquella emisión fue muy seguida por la entonces incipiente audiencia con televisor y la crítica (también incipiente, dicho sea de paso) alabó las virtudes del debutante. Mateos fue un actor de potente personalidad, exigente con sus elecciones pero que en los 80, y tras haber alcanzado un gran prestigio, abandonó la profesión para dedicarse exclusivamente a la producción. En esa faceta alcanzó la gloria con títulos como "Los santos inocentes" o "El viaje a ninguna parte". Desgraciadamente falleció en 1996 con tan sólo 57 años de un cáncer de pulmón. A Julián hay que reinvidicarlo como un actor moderno y un productor valiente.