En 1990 Suárez quemaba sus últimos barcos en la política presentándose a la presidencia del Gobierno con su partido CDS (Centro Democrático y Social). Si durante la transición fue pasto de las revistas satíricas de la época (que el mismo había potenciado con su permisividad absoluta a la prensa), en su última etapa en la vida pública volvió a ser caricaturizado en un espacio emitido dentro del programa espectáculo "Pero ¿esto qué es?" dirigido por Hugo Stuven. "Paridor Nacional" (un año más tarde renombrado "Antena colectiva") era un "Spitting Image" a la española, una treintena de muñecos representaba a los políticos más importantes y a algún conocido artista como Lola Flores. Estas marionetas eran "Los muñegotes" y tuvieron un gran éxito enseguida aunque no tanto entre los adultos como en los niños, por eso las tramas de sus aventuras de 6 minutos eran más bien banales y poco críticas con la actualidad. El muñegote de Suárez, sin embargo, reflejaba perfectamente la imagen que tenía el verdadero Adolfo en aquella España de los 90. Era un personaje que quería volver a la Moncloa como fuera, sin importarle que nadie quería que volviera. Era un ser caprichoso y voluble.
Le acompañaba continuamente Agustín Rodríguez Sahagún, su segundo en el CDS. Una especie de "esbirro" del malo de la película, siempre espiando tras las puertas, ayudando al Suárez de látex a conspirar contra el morador del palacio, Felipe González.
Los muñegotes tuvieron vida breve, en 1992 ya eran historia... y Suárez, políticamente, también. Hoy revisar esos capítulos sorprendería al más pintado por la crueldad con la que se trató, entre todo el elenco de caricaturizados, al primer presidente de la democracia. En las últimas dos décadas hemos aprendido a respetarlo y valorarlo.
Le acompañaba continuamente Agustín Rodríguez Sahagún, su segundo en el CDS. Una especie de "esbirro" del malo de la película, siempre espiando tras las puertas, ayudando al Suárez de látex a conspirar contra el morador del palacio, Felipe González.
Los muñegotes tuvieron vida breve, en 1992 ya eran historia... y Suárez, políticamente, también. Hoy revisar esos capítulos sorprendería al más pintado por la crueldad con la que se trató, entre todo el elenco de caricaturizados, al primer presidente de la democracia. En las últimas dos décadas hemos aprendido a respetarlo y valorarlo.