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Gran Teatro: El enfermo imaginario. 1962

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Antes de que el título "Estudio 1" marcara a varias generaciones con sus adaptaciones teatrales, incluso antes de que se construyera ese plató que tanta fama alcanzó, TVE ya tenía un espacio teatral destinado a presentar a su público obras de renombre de todos los tiempos y nacionalidades, "Gran Teatro". El viernes 16 de febrero de 1962 presentó uno de esos textos clásicos, "El enfermo imaginario" de Molière. A lo largo de las décadas veríamos muchas más versiones (especialmente reseñable la protagonizada por José María Caffarel en 1979) pero esta fue una de las primeras veces (sino la primera) que la célebre pieza francesa se asomaba a nuestra pantalla y lo hacía con el denominado "elenco propio" de la tele. Encabezaba la función Jesús Puente y le secundaban Giove Campuzano, Asunción Villamil, María Luisa Rubio, Pablo Sanz, Alfonso Gallardo e Ignacio de Paúl. Realizaba el ubicuo Pedro Amalio López, decoraba Bernardo Ballester e iluminaba César Fraile, equipo técnico habitual, no sólo de este programa sino de cualquiera que se emitiera durante su turno. 

El día que unas elecciones tumbaron Estudio 1... o no

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Marisa Paredes y Ramiro Oliveros

Cuando el 21 de febrero de 1979 la obra anunciada en "Estudio 1" no se emitió nadie se sorprendió en exceso, era algo que sucedía con cierta frecuencia y para lo que cualquier excusa era buena. En aquel caso, se aseguró que "Sur" de Julian Green se había "caído" en el último momento porque su longitud excedía sobradamente el tiempo destinado en la parrilla al espacio dramático y descabalgaba demasiado el resto de la programación nocturna. Tampoco esto era extraño porque a veces el montaje de un programa se terminaba in extremis, mucho después de que los horarios  se hubieran enviado a la prensa. Pero en realidad había dos factores que enseguida hicieron saltar las alarmas de los más avispados y algunos periódicos como "El País" se preguntaron si la cercanía a las elecciones 1 de marzo de 1979 podrían tener algo que ver. ¿Qué podía molestar de un tele-teatro a los políticos?

Cristina Galbó y Marisa Paredes

"Sur" es una novela de Julian Green publicada por primera vez en 1953 y que se desarrolla en una plantación sudista de Estados Unidos durante la Guerra de Secesión, esa que enfrentó al Norte y al Sur por conflictos relacionados con la política y, sobre todo, con la esclavitud. Mientras los de arriba eran partidarios de abolirla, los de abajo se oponían a ello. El escritor Marcial Suárez adaptó este texto para TVE que dirigió y realizó José Antonio Páramo. Marisa Paredes, Ramiro Oliveros, Cristina Galbó, María Asquerino, Fernando Cebrián y Verónica Luján la protagonizaban. 

La iluminación recreaba el sofocante sol de un estado del Sur de EE.UU. colándose por puertas y ventanas

El retraso imprevisto en la emisión de "Sur" provocó las suspicacias de unos cuantos que aseguraron que en una democracia recién instaurada como la nuestra y teniendo en cuenta el ligerísimo equilibrio en la convivencia de partidos como UCD, PSOE, PC y AP, que iban de un extremo a otro del ideario político (del comunismo a la extrema derecha pasando por el centro), una obra sobre una Guerra provocada por la diferencia entre gobiernos podría ser peligrosa. Esto nunca se confirmó y es una anécdota más para añadir a las múltiples leyendas sobre la oportuna emisión de películas o programas en momentos históricos muy concretos. Pero si preferimos echar leña al fuego de la rumorología pongamos sobre la mesa otros dos temas tratados en esta obra y que, quizás podrían haber molestado mucho más a los jefazos una vez visionado el montaje final: la homosexualidad y el suicido. Sí, amigos, esto es un spoiler en toda regla, uno de los protagonistas descubre que otro hombre está enamorado de él y que este es un sentimiento que no le resulta ajeno, lo que le provoca un gravísimo conflicto interno que le lleva a quitarse la vida. 
   Por una u otra razón, la obra no se difundió el día anunciado pero... sí unas semanas más tarde, en concreto el miércoles 14 de marzo. Las elecciones ya habían pasado y el triunfo de Adolfo Suárez quizás permitió que, a pesar de su longitud y, sobre todo, de los asuntos expuestos no importaran tanto una vez pasada la romería. ¿Se habría emitido si Manuel Fraga hubiera ganado? ¿Cuál fue la razón real para el retraso? No tengo respuestas y quizás sea mejor. 

Fotos: Manuel Martín para "TeleRadio"

Mitomanía. La Estrella de Belén

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Guillermo Summers y Susana Hernández en el plató del Belendiario

La Nochebuena de 1998 TVE emitió un informativo especial, tan especial que reflejaba la actualidad del año 0, la de la noche en la que, según la tradición cristiana, nació el niño Jesús. Con el título "Belendiario", Guillermo Summers y Susana Hernández daban paso a una pléyade de reporteros repartidos por Tierra Santa entre los que se encontraban Andrés Aberasturi, Teresa Viejo, Jesús Álvarez y María San Juan. Por si acaso cabe alguna duda, este programa era una nueva entrega de la serie "Mitomanía" aunque en esta ocasión tenía casi más importancia la ficción montada para las presentaciones que la recopilación de canciones navideñas extraídas del Archivo.  

Aberasturi entrevista a Manolo Tena

Una treintena de famosos de distinto pelaje intervenía en este ingenioso programa dirigido y escrito por Summers y que había intentado vender a la tele un par de años antes. La espera, en este caso, había beneficiado al proyecto porque, con el éxito de "Mitomanía", se había podido enriquecer el guión original y además contar con un mayor presupuesto que permitía contratar a personajes muy populares. 

El reportero Jesús Álvarez inquiere a dos peculiares figuritas de Belén, Sara Baras y Alaska

Además de la colaboración de los presentadores de la Casa, se contrató a muchos de los cantantes que aparecían en la selección musical del programa, desde Alaska a Encarnita Polo pasando por Pablo Abraira, José Guardiola, Elsa Baeza o Betty Missiego. Precisamente, la finalista de Eurovisión 79 protagonizaba una de las escenas más corrosivas, ejerciendo de imitadora de Flautista de Hamelín mientras conducía a un montón de niños al palacio de Herodes al ritmo de "Su canción". 

Paloma Lago y Jaime Bores, en las nubes

El guión de Guillermo, escrito al alimón con Federico García Serrano, incluía buenas muestras de su caústico sentido del humor: unos angelotes Paloma Lago y Jaime Bores se comían su propio cabello, Sara Baras (flamenco en mano) era una figurita del Belén, con los pies pegados al suelo, lo que la impedía bailar, Teresa Viejo retransmitía un bestial sorteo navideño, arcángeles chulescos que no sabían muy bien qué estaba pasando, un mercado de esclavos en el que se ofrecía a José Manuel Parada, Paco Vegara y Manolo Giménez...

La previsión meteorológica a cargo de un pitoniso

Y, por supuesto, como en cualquier Telediario, también había previsión del tiempo ¿y quién podía vaticinar las borrascas hace casi dos mil años? por supuesto, un vidente, en este caso Octavio Aceves, muy presente en aquel momento en los programas de corazón. 

Paco Vegara y Manolo Giménez, esclavos

"La Estrella de Belén" fue una brillante idea para un programa de refrito musical. Este era uno de los secretos de Guillermo Summers para triunfar con un espacio que había nacido de forma muy modesta tres años antes y que, gracias a su enorme audiencia, TVE usaba como comodín y de forma intermitente cuando le convenía. No sería este el único especial navideño de la serie pero, quizás, sí el más redondo. 

Cuento de Navidad en febrero

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Estamos más que acostumbrados a que las cadenas no respeten el orden de emisión de los capítulos de series extranjeras y eso supone que en pleno verano veamos episodios Navideños o de Acción de Gracias. Lo que no es tan habitual es que se emitan programas con esa temática más allá de diciembre. Por eso el 6 de febrero de 2004 nos rechinó ver a las azafatas del "Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!" de esta guisa. 


Luis Larrodera (renombrado Luis Roderas por Chicho para esta nueva etapa de su concurso) presentaba con su habitual entusiasmo a las chicas, ora sexy Mamás Noël, explicando que esa semana, más cercana a San Valentín que a Santa Claus, el libro elegido como inspiración para el programa era el célebre "Cuento de Navidad" de Charles Dickens. Sobre la historia del tacaño Scrooge girarían las preguntas de la eliminatoria y los números musicales de la subasta. 


Aunque el mísero británico propietario de una oficina en la que tenía esclavizado al bonachón de Bob Cratchit no aparecería de forma directa en esos números. El porqué de este retraso ilógico en la emisión de un programa así tiene su explicación. Esta última serie del mítico espectáculo comenzaba el 9 de enero, una fecha más adecuada para este relato navideño pero Chicho quería iniciar la etapa con "Las mil y una noches", tal y como ya había hecho en 1976 (primer programa en color con Kiko Ledgard) y en 1982 (primero de Mayra como presentadora). Era algo simbólico y se respetaba una vieja tradición interna. El siguiente se dedicó a "Drácula", el otro a "Sandokán" y llegamos al cuarto, "El retrato de Dorian Gray", cuya historia transcurre en Londres, como la del relato dickensiano y, siguiendo una política ahorradora, se decide reaprovechar el decorado construido en los Estudios Buñuel y adaptarlo a las necesidades de la narración invernal. ¿Que esto se va a emitir en febrero? Bueno... no importa tanto, ¿no? Aquel programa fue el más visto del viernes, por encima de "¿Dónde estás, corazón?" de Antena 3 y la película de Telecinco "Asesinato en la Casa Blanca" con una media del 26,1% de share y más de tres millones y medio de espectadores. Además consiguió el minuto de oro del día a las 22.38 h, en plena tanda de preguntas, con un 41,3 % y 6.877.000 televidentes. Un buen regalo navideño para el equipo, más de un mes después del día señalado por Papá Noël.

Informe del año. El resumen de Informe Semanal

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Es una costumbre que comenzó a mediados de los 80. En el último "Informe Semanal" del año se hacía un amplio recorrido por las noticias más importantes en todos los aspectos de aquellos trescientos sesenta y pico días transcurridos. En ocasiones coincidía con el mismo 31 de diciembre pero la mayoría de las veces el resumen se adelantaba unas cuantas jornadas. Aquello recibía el nombre de "Informe del año" y no era un simple corta y pega con las imágenes más impactantes que habían pasado por la sala de montaje. Haciendo honor a su prestigio, se revisaba la información, se analizaba cómo había evolucionado la noticia desde que se había ofrecido por primera vez y se contextualizaba y relacionaba con otras que, con el paso de los meses, se habían entrelazado entre sí. Aunque la fórmula no era fija, era habitual que se dividieran los reportajes en áreas temáticas: Nacional, Internacional, Deportes, Cultura... Era un día especial y nuestra admirada Mari Carmen Gª Vela se permitía la licencia de aparecer con un vestido menos formal. 


A finales de los 90 Baltasar Magro continuó con la tradición e incluso recalcó más el aspecto de programa especial con cabecera propia y fondos distintivos. En alguna ocasión las presentaciones se realizaron desde uno de los despachos de los jefes de informativos, junto a las pantallas que solían tener encendidas todo el día para vigilar a la competencia. 
   Esta costumbre nunca se abandonó pero, como el propio programa, ha perdido su esencia (por no hablar de audiencia). En los últimos años no siempre se ha dedicado el tiempo íntegramente al resumen y, para ser sinceros, más bien parece un trámite a cubrir de la manera más honrosa posible pero sin la pasión que nos hizo amar a este formato y que lo aupó a los primeros puestos de audiencia. 

¡Felices 70!

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El 31 de diciembre de 1969 TVE decidió echar el resto en un programa especial que marcara el final de la década (no entremos en temas matemáticos que gracias al cambio de milenio ahora ya sabemos cuándo acaba realmente). Según los propios responsables del espectáculo, aquello era "un programa monstruo" y a tenor de su duración (más de 4 horas) y la cantidad de realizadores implicados, las jornadas implicadas en su grabación, los platós repartidos entre Madrid y Barcelona (algo habitual hasta mediados de los 70) y los artistas contratados, no era exageración.


Para marcar aún más el carácter de evento extraordinario, todo comenzaba con unos fuegos artificiales desde Prado del Rey. Aunque en los primeros segundos más bien parecía que el edificio central de los estudios situados en Pozuelo de Alarcón estaba ardiendo. Cosas del blanco y negro y la menor resolución que tenían esas cámaras en exteriores. 


La orquesta habitual de los programas musicales de la Casa (por ejemplo "Galas del sábado, la gran estrella de la programación en esa temporada) dirigida por el omnipresente Rafael Ibarbia daba comienzo a la fiesta en plató. Un decorado que hoy se nos antoja demasiado sencillo, ciclorama negro con cintas de espumillón plateado, daba la bienvenida a los artistas que amenizarían la noche. Un plato de Barcelona simulaba una escenografía similar para albergar a artistas locales como Núria Feliu.


La primera cara que aparecía en este especial no era la de un presentador sino la de uno de los realizadores, Enrique Martí-Maqueda en representación del grupo formado por Fernando García de la Vega, Julio Herrero, José María Quero, Valerio Lazarov y Pilar Miró desde Madrid y Sergi Schaaff en Barcelona. Siete actrices ejercían de presentadoras pero asumiendo el papel de unas videntes, cada una con una especialidad. Conchita Núñez, Mari Paz Pondal, Diana Sorel, María Silva, Rosanna Yanni, Marisol Ayuso y Fiorella Faltoyano intentaban defender un endeble guión que servía de hilazón entre las actuaciones de Julio Iglesias, Rocío Jurado, Miguel Ríos, Karina, Jaime Morey, Fórmula V, Los Brincos y Los Mismos, entre otros. 


El humor corría a cargo de Tip y Coll, Fernando Esteso, Andrés Pajares (todavía por separado), Lina Morgan y Juanito Navarro (como pareja), Kim (uno de los cómicos pioneros de TVE junto a Kiko, fallecido prematuramente), Tony Leblanc y el mago-humorista Julio Carabias (en la foto) recién llegado de Argentina presumiendo de haber trabajado en teatro y televisión allí.


Este esfuerzo por presentar una gala que felicitara la década, no sólo el año entrante, fue bien valorado por la audiencia pero el año siguiente, por contraste, el especial de Nochevieja pareció poca cosa. Se aprovechó el éxito de la serie "El último café" para montar un cotillón allí pero... esa es otra historia que quizás contemos el año próximo. Mientras tanto, ¡Felices 70!

Los regalos de TVE y los Reyes Magos

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Manolo Bermúdez "Boliche" repartiendo regalos en una institución benéfica madrileña

A principios de los 60 TVE no estaba preparada para retransmitir en directo la cabalgata de los Reyes Magos pero eso no impedía que se buscaran fórmulas para llevar la alegría de estos días a toda la audiencia (por muy escasa que fuera entonces). La campaña de RNE-TVE "Un juguete, una ilusión" reparte regalos entre los más desfavorecidos desde 1999 y su bolígrafo solidario se ha hecho ya famoso pero tiene un clarísimo precedente en otra iniciativa surgida en la emisora televisiva de Barcelona 40 años antes y que involucraba a los dos centros de producción existentes entonces (Madrid y la propia Ciudad Condal). 

El programa especial de Reyes realizado desde Miramar en Barcelona

"Un juguete para cada niño y cada niño con su juguete" era el lema de aquella idea que consistía en que los espectadores se acercaran a Miramar y Paseo de la Habana para entregar juguetes o dinero que sería destinado a que "los pequeños impedidos y de escasos recursos económicos pudieran disponer de un regalo" según se explicaba en un reportaje publicado en "TeleRadio" en 1962. Aquel año algunos de los favorecidos fueron los pacientes del Hospital del Niño Jesús y chavales del cerro del tío Pío en el Puente de Vallecas. Los presentadores y actores de la Casa junto a los tres Reyes Magos se acercaban al centro de salud para llevar la ilusión, que sería captada por una cámara de cine para su emisión en un reportaje en el programa especial del día 6 que se organizaba en los platós de ambas ciudades y con la visita de un puñado de esos niños agraciados. 

Juan Viñas, con gafas, rodeado de niños

El verdadero artífice de esta propuesta fue el locutor radiofónico Juan Viñas, pionero de TVE en Barcelona con su concurso "X-0 da dinero". Él había iniciado una cruzada similar años antes en la radio y la traspasó casi literalmente a la tele con la ayuda de Eduardo Fábregas, el célebre Señor Dalmau, su cómplice radiofónico. Desde Madrid se contaba con Manolo Bermúdez, famosísimo en aquella época con su personaje de Boliche, que era ayudado por Juan Francisco Puch en la organización. Hasta principios de los setenta se mantuvo esta tradición en la radio aunque en la tele había finalizado un poco antes. 

Los hermanos Vázquez

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No es extraño que a lo largo de la historia de TVE hayamos conocido a sagas enteras de artistas, tampoco ha sido excepcional que algunos padres famosos hayan sido sucedidos por sus hijos en tareas periodísticas. Quizás es menos frecuente encontrarnos con hermanos que hayan hecho pantalla e incluso hayan coincidido en la misma época en los estudios de Prado del Rey pero conocemos, al menos, dos ejemplos. Hablemos hoy de los hermanos Vázquez, Santiago y Javier, ambos presentadores del Telediario en los 70, ambos directores de sus propios programas más tarde. Santiago, el mayor, nació en 1930 y aunque debutó en la radio fue en la tele donde consiguió el respeto y la popularidad. Ya en 1960, tan sólo cuatro años después de la inauguración oficial de TVE, estaba trabajando en el Paseo de la Habana, como locutor y reportero. A mediados de la década asciende a presentador, fundamentalmente de espacios de actualidad, y en 1968 lo podemos ver al frente del Telediario.


Aunque fue uno de los presentadores/locutores habituales hasta mediados de los 70 en los informativos fue con su paso al departamento de programas cuando realmente consiguió la fama entre los espectadores. Primero fue "Buenas tardes", en sustitución de Raúl Matas que regresaba a Chile. Allí demostró que podía ser mucho más natural en estas lides y que tenía cierta ironía que funcionaba muy bien en las entrevistas. Después en "El mundo de la televisión" intentó informar de la programación con mucha más frescura de lo habitual, este claro precedente de "625 líneas" supuso el debut ante la pantalla de Marián Flores que después sería secretaria del "Un, dos, tres" aunque hoy es más conocida por ser la hermana de Mar y exmujer de Kiko Matamoros. Fue otro divulgativo con la palabra "mundo" en su título el que supuso su mayor éxito ante las cámaras, "Un mundo para ellos". Desde 1979 y hasta 1983, primero acompañado por Isabel Baeza y luego por Adela Cantalapiedra, llevó al plató los problemas intergeneracionales desde un punto de vista profesional y no desde el religioso como había sido norma hasta aquel momento en nuestra tele. Este espacio fue uno de los más vistos a principios de la década pero eso no le aseguró un puesto en el prime-time en las siguientes temporadas, de hecho sus últimos años en la que fue su casa durante más de 30 años, fueron más bien desoladores aunque dignos, dirigiendo y presentando programas muy modestos como "La hora de la salud". Tras su jubilación se ha dedicado a escribir libros históricos. 

 

Su hermano Javier, trece años más joven, ingresó en TVE en 1967. Allí coincidió con su hermano en los Servicios Infomativos. Además del Telediario, del que fue una de las caras habituales durante los últimos años del Franquismo y los primeros de la Transición, también presentó "Semanal Informativo", después retitulado "Informe Semanal". Más tarde enlazó como copresentador dos programas emitidos antes del TD1, "Aquí y ahora" junto a José Luis Uribarri y "Gente" primero con Isabel Tenaille y luego con Mari Cruz Soriano. Esos dos magazines, por cierto, estaban dirigidos por la recientemente fallecida Maruja Callaved. Poco después inició una nueva etapa como subdirector de uno de los debates más importantes de nuestra historia, "La clave". A principios de los 80 también se encargó de la misma tarea en "Tertulia con...", un curioso programa de charla presentado por Fernando Fernán Gómez. 


Nada parecía resistírsele al Vázquez más joven, como antes había pasado con su predecesor. En 1983 acepta el encargo (no sé si de buen grado o no) de preparar un programa sobre motor. "Al mil por mil" funcionó y estuvo en antena durante dos años. Los espectadores tendrían que esperar hasta la temporada 91/92 para disfrutar de nuevo de la natural profesionalidad de Javier y sería con un matinal, "el mayor reto de mi carrera" dijo entonces a la prensa y no exageraba porque "De par en par" (del que ya hemos hablado aquí) llegaba a la Primera en un momento de ajuste presupuestario y con la exigencia de no contratar personal externo para los programas de producción propia. A pesar de las dificultades, Vázquez y su equipo llenaron las mañanas de la mejor manera posible y él se adaptó a un público que le exigía desprenderse de la corrección a la que estaba acostumbrado en sus destinos anteriores. Después de aquel esfuerzo no vimos a Javier  en otro gran formato aunque los oyentes de distintas radios sí que han tenido la oportunidad de escucharle durante años.
   Estos dos hermanos cubrieron distintas etapas importantes en nuestra tele y coincidieron en varias de ellas. Demostraron que tener una cantera es básico en una emisora pública. 

Teledeporte 1971-72

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"Teledeporte" es un canal de TVE dedicado, como su nombre deja bien claro, al deporte. Eso es bien sabido por los espectadores pero quizás muchos no sepan que ese es un título usado ya en 1964 para un programa que estuvo en antena hasta finales de esa década. Pero no sólo eso, en 1971 comenzaba otro espacio con temática similar pero formato distinto que llevaba esa misma cabecera. Su presentador era Antolín García, presente en nuestras pantallas desde los tiempos del Paseo de la Habana, antiguo atleta y actor de doblaje profesional.


Este "Teledeporte" se emitía en las tardes de los lunes de 19.35 a 20.25 y, tras la pausa para el Telediario y otros microespacios, regresaba de 21.25 a 22 h. En la redacción nos encontramos a un casi debutante en la pantalla José María García, apenas un año antes de ser fichado por la SER y revolucionar las madrugadas con su particular forma de entender el periodismo. En este programa era uno de los redactores pero también se le podía ver como reportero en los campos de media España preguntando a jugadores, entrenadores, directivos o aficionados. 


Matías Prats y Joaquín Díaz Palacios se ocupaban de los comentarios sobre los encuentros futbolísticos celebrados durante el fin de semana. Sustituía a "Ayer domingo" y aunque se centraba especialmente en el fútbol (¡cómo no!) también prestaba atención a otros deportes como el  tenis, o el motociclismo, ofreciendo entrevistas en plató a profesionales que estaban despuntando o bien que ya habían adquirido prestigio, como el añorado Ángel Nieto. 


Con secciones como "La jugada dudosa" o "El gol discutido" despertaba la polémica y con sus concienzudos resúmenes calmaba la sed de imágenes del futbolero radiofónico. La solvencia de García ante las cámaras y el excelente equipo que le rodeaba hicieron de este "Teledeporte" un programa popular. Sin embargo, al año siguiente redujo su duración y se emitía de 21.30 a 22.10. En 1973 desaparece de la parrilla, junto a otros espacios deportivos como "Antorcha" o "En juego", que son sustituidos por "Estudio Estadio" y "Polideportivo". Ambos permanecerían en antena durante años y años. "Teledeporte" regresaría con otro formato en 1976 (de martes a viernes a última hora de la tarde) y a principios de los ochenta como sección deportiva de los informativos pero independizada del Telediario. De la versión que nos ocupa hoy se han recuperado recientemente varios programas que han servido de documentación para "Conexión Vintage". 

De cuando Buruaga presentaba "¿Quién sabe dónde?"

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El 5 de marzo de 1992 a las 21.30 h comenzaba en la 2 un programa que durante años se alzaría con el primer puesto en la lista de audiencias con medias superiores a los ocho millones de espectadores. Sí, habéis leído bien pero hay truco, esas cifras se alcanzaron a partir de su segunda temporada, ya en la Primera y con otro director y presentador. Quizás la mayoría no lo recuerde pero "¿Quién sabe dónde?" no siempre fue "el programa de Lobatón". Su primera etapa paseó triunfal por la 2 pero con otro comunicador al frente, Ernesto Sáenz de Buruaga. 


Esta adaptación (no reconocida) del programa italiano "Chi l'ha visto?" (desde 1989 en la RAI) llegó de manera discreta a una cadena en la que quizás no pegaba mucho pero que le ayudó a asentarse. Desde su segunda emisión inició un sorprendente crecimiento que le llevó a superar los dos millones de espectadores y alcanzar un 15% de media de share a mitad de temporada. Por eso no sorprendió que en octubre del año siguiente y tras el descanso veraniego, pasara a primera división. Ese cambio no lo vivió su primer director porque prefirió aceptar una interesante oferta de Onda Cero para ocuparse de sus informativos. La etapa Buruaga se caracterizó por dedicar cada programa a un tema: secuestrados, sectas, cadáveres sin identificar... aunque, por supuesto, la interacción telefónica del público también era fundamental para solucionar casos de desaparecidos algo que se reforzaría en la época Lobatón y que haría tan popular a este espacio. 


La segunda oportunidad

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Tres años de rodaje y cientos de accidentes provocados dieron como resultado "La segunda oportunidad", posiblemente el programa sobre seguridad vial más famoso de nuestra tele y el más exportado. Emitido entre 1978 y 1979, a lo largo de 26 entregas, este divulgativo consiguió concienciar al español (bueno, al europeo si tenemos en cuenta su emisión en otros países) de la importancia de tomar la decisión correcta durante la conducción, porque nunca hay una segunda oportunidad como aquella que se veía en la reconocible cabecera, los coches destrozados nunca se reconstruyen por arte de la moviola en la realidad.


El periodista gallego Paco Costas dio la cara y puso su rasgada voz para explicar (metiendo un poco de miedo) lo fácil que es, a veces, evitar un mortal accidente. Especializado desde sus inicios en prensa en temas de motor, hoy en día sigue dedicándose a ello. Sus primeras intervenciones en TVE fueron en el ómnibus "Todo es posible en domingo" a principios de los 70, como la cosa funcionó bien los jefes le encargaron el primer espacio dedicado íntegramente a los coches y su mecánica, "A cuatro tiempos". Con "La segunda oportunidad" consiguió definitivamente la fama.  


El programa partía de una idea del director y realizador Fernando Navarrete, el eterno cómplice de José María Íñigo en el control"Estudio Abierto" y que a mediados de los 80 dominaría las cámaras en aquellas interminables Nocheviejas en directo con Concha Velasco con la que repetiría fórmula en pequeñas dosis en "¡Viva el espectáculo!". Paco Costas describía en un reportaje para la revista "TeleRadio" en 1977, un año antes de que se difundiera el primer episodio, cómo trabajaba Navarrete en la planificación: "Ha pasado una hora, ha dispuesto sus efectivos y todo parece estar en su sitio. El rodaje previo al accidente es muy laborioso. Planos de los pies del conductor frenando. Hay que filmar los pretendidos errores que motivaron el vuelco al producirse el reventón del neumático. Después planos de la acción correcta que dará al personaje de la historia la segunda oportunidad y la posibilidad de evitar el accidente. Pie al freno, suave el intermitente, en el momento en el que el estallido del neumático provoca una pérdida en la dirección. Una cámara en el capó del coche de Navarrete que conduce él mismo, va en seguimiento del coche protagonista. Otra, pegada con ventosas y toda clase de ingenios improvisados, filmará en planos cortos el neumático". 


¿Y quién era el incauto voluntario que se prestaba a conducir esos vehículos en peligro? Aquí lo tenéis, Alain Petit, "le cascadeur", acróbata automovilístico y especialista cinematográfico francés que trabajó en múltiples ocasiones desde los 70 en producciones internacionales y que siguió en activo en este peligroso oficio hasta finales de los 90. Con su templaza (y temeridad) recorrió cientos de kilómetros de carreteras de Ávila para este programa. Esta provincia fue el principal escenario para el programa gracias a la variedad de sus calzadas, el poco tráfico y las facilidades que prestaban las autoridades. El agudo ojo del operador de cámara Paco Aguayo captó perfectamente cada uno de aquellos desastres provocados.


Las espectaculares explosiones que se veían cada semana eran un reclamo para el espectador que, de paso, se quedaba con la lección que predicaba Paco Costas entre esas impresionantes escenas narradas por Rafael Taibo, el inolvidable locutor de Radio Clásica y voz también asociada a buena parte de los documentales de Cousteau. 
   Aquellos efectos especiales tenían un responsable bien conocido por su excelso trabajo, el recientemente fallecido Reyes Abades. Este fue el primer trabajo que realizó con su recién creada empresa aunque por entonces ya tenía sobrada experiencia en rodajes de películas de todo tipo. 
   "La segunda oportunidad" tuvo un éxito considerable en su primer pase y por eso se repitió en multitud de ocasiones y horarios porque en realidad su mensaje seguía presente a pesar de que el celuloide fuera perdiendo color con cada reposición. 

Los decorados de "Magacine" en Canal Plus

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En 1996 un programa sobre los estrenos cinematográficos de nombre "Magacine" sustituye en Canal Plus a "Primer Plano", el espacio que durante seis años se había encargado de esa labor. Si el que había roto el hielo en la cadena había tenido a actores presentando (Fernando Guillén Cuervo haciendo pareja con Maribel Verdú primero y Emma Suárez después y Carmen Maura en solitario en su última temporada), su sucesor tendría a una periodista, Ana García Siñeriz, y un reconocido crítico y cronista del séptimo arte, Jaume Figueras al frente. Pero como de "Magacine" ya hemos hablado aquí, hoy quiero centrarme en sus decorados, uno de los sellos de aquel divulgativo. En aquel Canal Plus todo era elegante, desde la concepción de sus programas hasta la escenografía, pasando por el diseño de sus logos, cabeceras, rótulos...


En sus primeras temporadas, el dibujante y director de animación Juan Padrón ("Vampiros en la Habana") creó unas bellas introducciones que servían de inspiración para el decorado, construido en la productora Escosura. Un par de años después, tras la compra de un antiguo cine en una calle perpendicular de esa empresa audiovisual, el programa se trasladó al local recién adquirido, muchísimo más grande y con más posibilidades de realización. Un enorme ciclorama (foto superior) pintado de un color crema suave con ocho monitores (con la reproducción continua de los cortos que Padrón dirigía para el programa como cortinillas) sería el fondo, simple pero muy eficaz, para las presentaciones. 


En la última temporada presentada por la pareja Siñeriz-Figueras y con la partida de Padrón del equipo, se diseña un decorado espacial, con una nave a la derecha con el flamante logo, fondo estrellado en el centro tras unas estructuras que simulaban metal y cuatro pantallas numeradas a la izquierda. Aparentemente más fría pero también más acogedora, esta escenografía marcaría el fin de una larga y brillante etapa que sería continuada por otra mucho más discreta presentada por Antonio Muñoz de Mesa, al que se le uniría un par de años después Raquel Sánchez Silva.

Fotografías de Alejandro Macías, Todos los derechos reservados.

Los locutores de continuidad de la 2 en 1993

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En otoño de 1993 los espectadores de la 2 vivieron una especie de viaje al pasado pero con aires modernos. Suena contradictorio pero esta era la intención de los directivos de la cadena cuando decidieron recuperar la mítica figura de la locutora de continuidad y darle aún más presencia de la que había sido habitual cuando desaparecieron a mediados de los ochenta (sí, se mantuvieron hasta los noventa pero ya de forma casi anecdótica, no me seáis pejigueros). 


Una decena de jóvenes actores, modelos y presentadores (o aspirantes a serlo) fueron seleccionados para ser los nuevos locutores y esta vez había más hombres que mujeres, cambiando la tradición secular de nuestra tele donde las féminas ganaban por goleada en esta dura y pesada labor. Luis Miguel Torrecillas, recién salido del programa juvenil "Fanático" era el único de todo el grupo que tenía verdadera experiencia en los platós. Antes de su anterior destino ya había sido uno de los tres presentadores originales del "Club Disney". Del resto, muchos de ellos serían habituales en los años siguientes en programas deportivos, como Carlos Beltrán (en la foto superior), en magazines o culturales como "La mandrágora", caso de Silvia Ruiz, o en series médicas, especialidad absoluta de Jesús Cabrero primero en "Hospital Central" y ahora en "Centro Médico". 


A otros, como este joven de la foto, los perdimos de vista al poco tiempo y su cameo en el "Telepasión" de la Nochebuena de 1993 fue casi su despedida. Su nombre es Leopoldo Mateos y hoy en día es la voz del grupo "Nudozurdo", nada que ver con sus inicios como presentador en la segunda cadena. Esta iniciativa de recuperar a los locutores no funcionó demasiado bien y apenas duró una temporada televisiva, o sea, tres meses. La idea no era mala, estos chavales eran atractivos y tenían ganas de triunfar así que intentaron aprovechar esta oportunidad. Su presencia era constante, cada 3 ó 4 horas aparecía una pareja para informar de lo que se iba a ver a continuación, al principio con cierto humor y después con demasiada solemnidad y mensajes casi filosóficos, quizás ahí la cosa perdió su esencia. 


No se puede negar que, al menos, se cuidó la estética de estas breves presentaciones. Fondo blanco con dos marcos dorados con algún elemento de atrezzo solía ser el decorado habitual. Quizás si se hubiera dejado reposar un poco más y los guiones no hubieran sido tan encorsetados, hoy seguiríamos teniendo locutores de continuidad que sirvieran de hilazón y para reforzar la identidad de la cadena. Eso sí, hoy ya no harían los famosos Cierres de emisión pasada la medianoche, entre otras cosas porque ya no se cierra nunca y la Carta de Ajuste ha pasado a ser objeto de anticuario televisivo. 

Ah... sí, no habéis visto mal, el muchacho de la derecha en la última foto es Carlos Lozano debutando en televisión. 




Nuestro agradecimiento a @DiexistaFM por las imágenes 1, 2 y 3.

La renovación de las mañanas de Tele 5 en 1994

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Tal día como hoy de 1994 Tele 5 (todavía se escribía así entonces) presentaba sus nuevas apuestas para llenar la programación matinal. Hasta diciembre del año anterior se había probado un formato clásico de magazine presentado por Laura Valenzuela y José María Íñigo, dos clásicos de la televisión en nuestro país unidos en la privada por primera vez para competir contra "Pasa la vida" de María Teresa Campos en la Primera y "Toda va bien" de Pepe Navarro en Antena 3. La fórmula no funcionó y tras un par de meses de reforma, el 21 de febrero de 1994 llegaban tres nuevos programas a "la pantalla amiga" con la esperanza de superar la audiencia de los intentos previos. 


Otro veteranísimo de la tele iniciaba la mañana telecinquera con un programa de cocina a las 11.10. "Comer es un placer" estaba dirigido y presentado por Alfredo Amestoy, periodista de largo recorrido en prensa primero y en TVE después donde se encargó de todo tipo de espacios pero esta sería su primera vez con un culinario. En una pequeña cocina montada en los estudios de la cadena dirigida por Lazarov, el otrora presentador de "35 millones de españoles" recibía a profesionales de la restauración con los que preparaba platos más bien tradicionales mientras los entrevistaba e iba comentando cuestiones relacionadas con el origen de la receta, los ingredientes de temporada o la historia del restaurante del invitado. Una temporada se mantuvo en antena, hasta aquel verano.


20 minutitos más tarde llegaba Laura Valenzuela, pionera de TVE en el Paseo de la Habana que tras un intento fallido de retornar en 1989 a la Casa con "Waku Waku" (que finalmente presentaría Consuelo Berlanga) había fichado al año siguiente por la privada para "Tele 5, ¿dígame?". Después llegarían "Se acabó la siesta", "Date un respiro" y "Las mañanas de Tele 5". Con "Mi querida España" probaba un esquema distinto en el que se daba especial importancia a las celebraciones, festividades, costumbres, tradiciones y curiosidades del país. Reportajes, entrevistas en plató y actuaciones musicales eran complementadas con unos rancios números cómicos de la pareja formada por Juanito Navarro y Manolo Codeso. La cosa duró poco, sólo tres semanas.


Finalmente, a las 12 h, el único formato que alcanzaría cierto éxito, un debate popular dirigido y presentado por José María Íñigo. "¿De qué parte estás?" transcurría en un decorado que simulaba la plaza mayor de cualquier pueblo. El comunicador se situaba en el centro para mediar entre dos posturas enfrentadas sobre temas generales y, en general, intrascendentes. Una veintena de anónimos y algunos famosillos deseosos de acaparar minutos de pantalla discutían vehementemente mientras Íñigo aplicaba una sana ironía al asunto. 
   Como ya hemos comentado, el trío de programas se deshizo pronto y sólo se renovó para 1995 la tertulia a la que incluso cambiarían de escenografía por otra más luminosa, azulada y amplia (también más impersonal). En  enero 1995 estrenó versión sabatina pero en julio finalizó su historia. No llegó nunca a alcanzar las audiencias de sus competidores pero sí que consiguió subir el share de una franja maldita para la cadena.


Agradezco a @DiexistaFM las imágenes y a @ColeccionTV la confirmación de las fechas de emisión

Forges y la tele

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Hoy se ha ido uno de los humoristas gráficos más destacados de nuestro país, Forges, pero también desaparece la persona que estaba detrás de ese pseudónimo, Antonio Fraguas y él fue mucho más que el genial cronista del último medio siglo en sus viñetas en prensa, Antonio comenzó su carrera profesional con tan sólo 14 años en TVE. Fraguas fue uno de los pioneros del Paseo de la Habana y por entonces hacía de todo y, como la gran mayoría de aquellos primeros trabajadores, posó ante la cámara con el primigenio logo de la cadena. 


Desde el primer momento estuvo detrás de las cámaras, en la parte técnica. Casi desde el principio fue encargado de tele-cine, es decir, la máquina que se encargaba de convertir las imágenes cinematográficas en señal de vídeo. En realidad era una especie de vídeo conversor con una cámara de vídeo que grababa una pantalla en la que se proyectaba la película. Ese proceso era imprescindible para poder emitir no sólo las series que venían de fuera o los pocos largometrajes de los que se conseguían derechos sino también para las noticias y cualquier reportaje que se realizara en exteriores.  


Más adelante se especializaría aún más y se convertiría en mezclador de imagen, o sea, el que pincha las imágenes que decide el realizador o, para entendernos, el que controla de verdad la mesa de realización. ¿Y cuándo comenzó a dibujar? Por supuesto, Fraguas ya le daba al lápiz desde pequeño pero fue en un largo puente de 1962 cuando decidió (según contaba él mismo, de forma repentina) crear chistes gráficos. Aquellos días dibujó y dibujó decenas de viñetas sin ningún propósito aparente. Su primera ilustración se publicó en abril de 1964 en el diario "Pueblo" a instancias de Jesús Hermida. Poco a poco su firma, la traducción al catalán de su propio apellido, fue haciéndose conocida en todas las publicaciones satíricas de la época, entre ellas la más popular: "La Codorniz". 


¿Y por qué utilizar un pseudónimo? Pues porque al formar parte de la plantilla fija de un estamento público como era TVE no estaba bien visto que se dedicara a la crítica (aunque fuera sutil) a través del humor. En 1973 pidió excedencia de la que era su Casa profesional ante la imposibilidad de compatibilizar el trabajo como coordinador de plató (su último destino allí) con sus múltiples compromisos editoriales aunque en realidad nunca la abandonó del todo, bien como colaborador bien como director de series. La más curiosa de las cuatro que firmó fue "El Muliñandopelicascarabajo", una absurdez maravillosa rodada en formato cine 16 mm y emitida, cómo no, en UHF (la 2 antes de ser la 2).


En 2014 regresó a los estudios televisivos atreviéndose a dirigir e incluso presentar un programa de nombre bien forgiano: "Pecadores Impequeibols", un distendida tertulia sobre temas monográficos que, una vez más, servían para describir la sociedad española. Y es que lo mejor de Forges es que nos estampaba nuestros defectos en la cara pero haciéndonos reír. 

"La Olivetti, la espía y el loro", la intrahistoria de "Encuentros con las letras"

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Este hombre de la fotografía es uno de los profesionales que más luchó por la divulgación de la cultura a través de la televisión en nuestro país. Durante los años de la Transición su programa fue la plataforma para muchos jóvenes escritores pero también el lugar donde los ya consagrados podían hablar de su obra en profundidad y con total libertad... siempre y cuando la censura lo permitiera. Su nombre es Carlos Vélez pero la gran mayoría lo ha olvidado y, desgraciadamente, no se estudia en las facultades de Periodismo. El programa era "Encuentros con las letras" y los que frisan los sesenta lo recordarán perfectamente, aunque no lo vieran. Desde 1977 a 1981 (aquí no contamos el primer año en que también se hablaba de arte bajo el título "Encuentros con las artes y las letras") fue el escenario perfecto para los literatos y los lectores y llegó a tener una audiencia media de dos millones de espectadores. 


Quizás encuentren cierto parecido entre Carlos y esta mujer. Es su hija Lea. La menos lectora en una casa donde los libros dominaban todos los rincones. Hace poco le explicó a su madre que era porque no encontraba textos protagonizados por mujeres con las que se pudiera identificar. Cuando su padre le preguntaba qué quería ser ella respondía que escritora porque sabía que era lo que él quería escuchar pero sentía que le estaba engañando. Durante años escribió cientos, miles de guiones para series televisivas pero no se sentía escritora. Ahora ya no puede negarlo. Sus "El jardín de la memoria" y "Nuestra casa en el árbol" han sido una pequeña revolución en el, por lo general, aburrido mundillo literario español y la han puesto en un lugar preeminente. Y ahora sorprende con "La Olivetti, la espía y el loro", un ensayo sobre el programa que dirigía y presentaba su padre en la Segunda Cadena de TVE durante más de seis años. Un ensayo que está contado con aires de novela y por eso, resulta una lectura apasionante, con intrigas, traiciones, disgutos... pero también ilusión, risas y mucha, mucha intimidad, la de una familia extremadamente interesante. 


- Es fascinante la forma en la que se gesta este libro, parece una historia novelesca pero es real, la aparición de unas viejas cintas olvidadas desencadena un montón de recuerdos pero también la necesidad de reivindicar a tu padre y su trabajo en TVE.

Bueno, la verdad es que es novelesca porque soy novelista. Uno puede contar las cosas de forma pedestre o novelesca y quizá yo tengo mucha culpa en eso. Por supuesto, las cintas magnetofónicas llenas de voces de la literatura aparecieron en unas cajas, tras estar olvidadas cuarenta años, como aparecen las cosas novelescas, pero creo que el toque mágico igual se lo he dado yo al saber identificar la cantidad de joyas que podían salir de ahí si me ponía con el libro. Lo que es cierto es que no esperaba encontrar las joyas tan enormes que encontré, ni tanta inspiración, ni tantos recovecos de mi memoria infantil, ni esa sensación de viajar en el tiempo que me dio la idea de la estructura tan documental del libro


- Nos descubres a un Carlos Vélez más allá de su imagen ante la cámara. Tu descripción es tan gradual, dándonos pequeñas pistas a lo largo de todo el texto, que se hace real, de repente se convierte en alguien de la familia. Si tuvieras que contarle a alguien que no ha leído el libro cómo era tu padre, ¿sería fácil resumirlo en unas palabras?

No, no sería fácil porque era un padre como miles de padres, que tenía un trabajo con el que cumplir, que quería a sus hijos, que tenía mucho sentido del humor y nunca parecía hablar en serio cuando se sentaba a la mesa con nosotros. Siempre estaba de broma. Ahora… si añades sus peculiaridades, su necesidad de vivir entre libros, su pasión por la literatura, su lealtad a los amigos, su necesidad de aportar algo útil y digno a la sociedad, te sale un hombre muy serio. La combinación de lo serio y lo bromista era su gran característica. He tratado de mostrarlo a través de mi amor por él porque no quería fingir una imparcialidad que me parecía imposible.

- "Encuentros con las letras" es uno de esos ejemplos de una tele libre, sin miedo a la divulgación, culta pero popular... y todo por el empeño de tu padre. En el libro nos cuentas los misiles que le lanzaban desde la propia cadena. Para él esto era más que un programa, ¿se lo tomaba como una misión, una oportunidad para potenciar la lectura?

Pues era una misión inconsciente y una obligación que él sentía. Mi padre era funcionario en excedencia cuando se vuelca con su pasión por los libros, pero mantenía su vocación de servicio público. Al principio de la televisión pública, existía el concepto de que precisamente por ser pública y estar financiada por los impuestos de los ciudadanos, la televisión debía ser un servicio que mejorase la sociedad, como lo es la universidad pública o la sanidad pública. Mucha gente tenía ese concepto a la hora de hacer cualquier programa, no sólo mi padre. Lo que ocurre es que igual mi padre era más cabezota y lo consiguió durante unos años. Por tanto, la cultura en TVE la entendía como algo que se le brindaba al ciudadano, no para entretenerlo, sino para ilustrarlo, motivarlo, contagiarlo de pasión por la lectura, en este caso.


- Al contrario que muchos de sus compañeros, a Vélez le gustaba rodearse de otra gente para hacer el programa mucho más completo. Su nómina de colaboradores fijos era impecable y además de ideologías distintas. ¿Cómo es posible ser director y presentador de un espacio y huir de su cuota de ego?

Bueno, él no tenía un gran ego, no. Creo que el ego puede ser un síntoma de inseguridad y él tenía muy claro quién era, lo que le gustaba, y que no necesitaba hacer más que lo que ya hacía. Si no salía más en pantalla es porque para bien un programa tan serio, tenía que estar a cien cosas y por eso se rodeó de muy buenos colaboradores, especialistas, los llamaban, en teatro o poesía o narrativa. Él participaba lo necesario para el bien de la obra, del programa, presentando las secciones o moderando las mesas redondas, porque es el director el que marca la pauta y el que lleva la batuta en un programa de hablar, de explicar. Así que él introducía los temas para que aquello tuviera estructura, pero ponerse de “presentador” no era necesario.

- Se nota que eres una escritora muy habituada a las series televisivas, logras crear suspense casi desde el principio con el cebo continuo de "la cena de los calamares". Sin desvelar nada ahora, sí que podemos decir que el programa tuvo su puntilla por una traición personal y totalmente inesperada.

Sí, he jugado al suspense porque todo libro debe de tener algo de eso, yo creo. Lo he hecho mostrando precisamente quien soy, que soy del cine y una bromista y que el suspense es un juego y también, que los escritores tenemos unas técnicas nada despreciables para que los lectores os quedéis sentados, leyendo. Con respecto a lo de la traición, alguien me ha preguntado si este libro es un ajuste de cuentas y he dicho ¡no, no! A ese amigo que cometió ese, llamémosle, error, no le tengo ningún rencor, no he querido ajustar cuentas y me dolería pensar que hago daño a alguien contando lo que cuento. Lo que ocurre es que ya, ese amigo de mi padre, que murió hace años, se había convertido para mí en un personaje literario. Un personaje, además, que se da en la historia de la literatura de forma cíclica y que es el “judas”, el que ama a su maestro, pero se equivoca llevado por la frustración, o la sensación de fracaso o la necesidad de triunfar o las famosas monedas de plata. Hay tanto drama ancestral en esa historia, que encima acaba bien, que igual que el hallazgo de las cintas, me pareció novelesca e imprescindible. Creo que es un ejemplo de cómo la realidad me obliga a forjar literatura, nada más.


- ¿Cómo afectó a tu padre no ya el cierre de su obra magna televisiva sino esa traición? Prácticamente desapareció de la vida pública, ¿a qué se dedicó después?

Mi padre acabó agotado. El estrés de sacar cada semana adelante un programa de esa magnitud, que estaba en boca de los intelectuales, de la prensa, de los políticos, que invadía la vida privada y familiar, era una cosa que no se puede comprender desde fuera. Yo una vez le pregunté a mi madre, que es la gran narradora de aquello, qué pasó cuando acabó Encuentros y ella sonrió y me respondió: “que dejó de sonar el teléfono”. Demoledor, ¿no?
Eso, que yo también viví, me enseñó que existe un mundo real, el de los amigos de verdad y un mundo de amistades imaginarias, que están llamándote y pidiéndote y queriéndote solo mientras tienes poder y páginas en prensa o minutos en televisión, y que cuando dejas de estar ahí para ser su puerta a la fama o al éxito, al día siguiente, te olvidan sin piedad. No sé bien qué sentiría mi padre, nunca lo hablé a las claras con él, pero era un hombre muy feliz, así es probable que sintiera que no merecía la pena embarcarse en otra cosa parecida. Volvió a ser funcionario, que lo había dejado en excedencia, y el resto de su vida fue jefe del servicio de publicaciones de un ministerio, haciendo lo que siempre hizo en la tele o donde fuera: servir a la sociedad.

- ¿Qué es lo que has descubierto de tu padre en esta "investigación" que ignorabas y te ha sorprendido?

Que era exactamente igual ante las cámaras que detrás de ellas.

- No sólo reivindicas a tu padre sino también a su eterna cómplice, tu madre.

Mi madre, como tantas mujeres de hombres “importantes” era su mayor colaboradora, llevaba un peso enrome de trabajo, le preparaba entrevistas, leía libros que a él no le daba tiempo a leer y se los resumía, hacía la documentación, llevaba el gabinete de prensa y las relaciones con los medios… y nadie lo sabía, solo nosotros en casa, porque trabajaba desde casa. A mi madre, y no a mi padre, le debo ser escritora, con su Olivetti y su repiqueteo constante y su capacidad de trabajo, porque yo a mi padre nunca lo vi trabajar, pero a mi madre sí, porque lo hacía desde la cocina mientras yo jugaba con mis muñecas metida entre sus piernas. Este libro lo he escrito para rescatar a esas personas normales, anónimas, sus valores, sus ilusiones durante la Transición y entender cómo llega cualquiera, sin grandes ambiciones, ni ideas de gloria o fama, a escoger la profesión de escritor.



"La Olivetti, la espía y el loro" ha sido editado por Sílex y es una lectura imprescindible para los aficionados a la literatura y para los que quieren saber cómo se gestó un programa cultural básico en la historia de la televisión y la lucha de su creador para mantenerlo en pantalla a pesar de los vaivenes de los directivos y el nulo interés de la propia Casa por aprovechar un espacio de libertad donde los más grandes se sentían cómodos, desde Cortázar a Borges pasando por todos aquellos que tenían algo que decir a finales de los setenta y principios de los ochenta. No olvidemos que gracias a este programa hoy el Archivo de TVE es mucho más rico y, ojo, este fue un empeño del propio Vélez que se negaba a reutilizar las cintas y borrar entrevistas que hoy son consultadas por expertos de medio mundo. Este libro nos cuenta todo eso... y mucho más.

¿Quién sabe dónde?, el gran éxito de Lobatón

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Pocos programas han marcado tanto la carrera de un profesional como "¿Quién sabe dónde?" a Paco Lobatón. A pesar de que no fue su primer presentador y director, supo apreciar el potencial que tenía este espacio que Ernesto Sáenz de Buruaga conducía en la 2 en 1992 y que destacaba en audiencia en una cadena minoritaria. Fue Lobatón el que lo llevó a audiencias superiores a los 9 millones de espectadores en pleno despegue de las cadenas privadas y el que dotó de credibilidad a uno de los primeros reality-show de nuestra tele. Supo pasearse por el límite de lo macabro y lo sentimentaloide sin superarlo nunca, ni siquiera la dramática noche de Alcàsser de la que Nieves Herrero y su "Cita con la vida" quedaron tocados. La diferencia fue que ella tuvo en directo a las familias y las entrevistas, lógicamente, se le fueron de las manos mientras que Lobatón decidió grabar previamente esas conversaciones y no emitirlas al completo para evitar la parte más emocional y, por lo tanto, íntima. 


No en vano este gaditano de Jerez de la Frontera venía de informativos y venía con una idea de la ética periodística grabada a fuego. Había formado parte de la revolución de los Telediarios emprendida en 1984 y de la que salieron triunfadores compañeros como Campo Vidal, Ángeles Caso o Concha García Campoy. Antes de eso, radio, mucha radio. Y después, debates políticos y sociales hasta que se volvió a su Andalucía para ser pionero de Canal Sur. Fue la primera cara, la que dio la bienvenida a la nueva emisora y dirigió sus informativos en sus primeras temporadas. En los 90 volvió a RNE donde estaba presentando el nocturno "24 horas" cuando TVE le reclamó para suceder a Buruaga al frente del programa sobre desaparecidos. 


En esta segunda etapa iniciada el 14 de octubre de 1992 a las 23.35 h, Lobatón se desprendió del encorsetamiento de los monográficos que había implantado su predecesor y se centró en la búsqueda. Se reforzó la interacción con la audiencia, dándole mucha más importancia, presentando ya en el primer programa al equipo de operadores de la centralita montada en el plató y con la que se conectaba continuamente. Poco a poco fue creciendo el número de profesionales de la redacción por las propias necesidades que requería el programa con su crecimiento inesperado. La audiencia aumentaba exponencialmente al número de peticiones de ayuda. Eso también obligó a reorganizar las tareas e incorporar un equipo multidisciplinar en el que se incluían abogados, psicólogos y trabajadores sociales. En la siguiente temporada se creó una lista de protegidos para los que no querían ser localizados y aunque todos recordamos las escenas de reencuentros en el estudio con la música in crescendo tenían la norma de respetar la intimidad de aquellos que preferían la reunión tras las cámaras. 
   No tardó en ascender al prime-time y convertirse en el programa más visto de todas las cadenas. Fue imitado en Antena 3 con "Se busca", primero presentado por José Antonio Gavira y después por Tico Medina. Tras seis años, su última temporada fue desinflándose en audiencia de forma preocupante. Quizás un hartazgo del público por el género que había invadido la televisión (con mayor o menor fortuna y más bien con poca deontología profesional) llevó a que no se renovara. 1998 fue su último año... o no. En 2007 dirigió y produjo "Los más buscados" en las mañanas de Antena 3 que era un remedo poco disimulado de su espacio de mayor éxito y en los últimos años regresó a TVE para presentar "la ventana Quién sabe dónde" también en las mañanas. Esta temporada, y de forma inesperada, ha regresado con todas las de la ley a la primera división dirigiendo y co-presentando "Desaparecidos" en la Uno. Y, por supuesto, no olvidemos su trabajo en la Fundación Europea de Desaparecidos. Lo dicho, no se puede negar que este trabajo marcó a Lobatón. 

    

Adiós a Manuel Almendros

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Ha vuelto a suceder, fallece un profesional que durante décadas fue importante para TVE y la cadena dedica apenas unos segundos para recordar su trayectoria. De forma totalmente desapercibida ha pasado la noticia del fallecimiento hace dos días de Manuel Almendros, periodista que desde mediados de los 60 hasta principios de los 90 presentó y dirigió informativos de todo tipo y que fue el primer conductor del veterano "Parlamento". 


Conquense del primer día de 1940, Almendros llegó a TVE donde estudió primero en su Escuela Oficial de RTV para ingresar ya de forma oficial en 1966. Previamente había adquirido una fuerte experiencia en la radio, siempre en RNE, primero en su tierra y ya después en Madrid donde se puso al frente de todo tipo de programas, informativos por supuesto, su gran especialidad, pero también musicales, reportajes, retransmisiones... "de todo menos de toros" diría en 1980. Su llegada a Prado del Rey le llevó directamente al Telediario donde primero trabajaría como redactor y locutor. 


Su altura (1,84), inusual para la época, y sus ojos azules no pasaron desapercibidos para el público de principios de los 70. Enseguida fue considerado uno de los nuevos tele-bombones tomando el relevo de Eduardo Sancho y José Luis Uribarri y rivalizando en esa misma época con Pedro Macía, que se convertiría en uno de sus compañeros más habituales en la redacción. 


Precisamente fue bajo sus órdenes como director cuando Manuel ascendió a editor y presentador de la última edición del Telediario en 1976-77, la época más brillante y valiente de los informativos de la Transición. Y fue en ese etapa cuando se produjo un incómodo momento para él y que quedaría para los anales del anecdotario televisivo. Aquella noche que fue incapaz de pronunciar a la primera (o a la segunda o tercera) la palabra "nacionalizará" (referida a la peseta, por cierto, aunque a nadie le importe ya) y que un compañero decidió grabarlo en la temida cinta de pifias en directo y tomas falsas que rulaba por Prado marcó su recuerdo. Desgraciadamente, cada vez que en un programa especial se quería recordar viejos fallos, ahí estaba el pobre Manuel intentando explicar que la moneda patria no se nacionalizaría. En la gala "Brindemos por los 40" a la que había sido invitado reprodujeron esos segundos con su consiguiente cabreo y abandono de la sala (tal y como me ha contado una testigo). Estaba harto de que toda su trayectoria se resumiera en eso. 


En 1980 estaba coordinando "Últimas noticias" cuando recibió el encargo de presentar y subdirigir "Parlamento". Dirigía Mauro Muñiz (en el centro de la foto) que también había sido el responsable de "Tribuna del Parlamento", el programa que informaba sobre las Cortes Constituyentes. En esta nueva etapa se explicaban las nuevas leyes salidas de las Cortes Generales en un período de extraordinaria actividad política. Durante un par de años Almendros puso cara y voz a ese apasionante momento de nuestra historia. Compaginó este espacio con la subdirección de informativos especiales y la presentación de "Circuito nocturno" en RNE.


La llegada a la dirección de la Casa de José María Calviño supuso la destitución de sus cargos y estuvo una etapa en barbecho en los largos pasillos de la cadena. En 1984 fue designado para retransmitir los Sorteos de la Lotería Nacional y ahí se mantuvo hasta que en 1990 le sucedió Marisa Abad. En esa temporada 89/90 le tocó cubrir la información sabatina a mediodía con un magazine a la americana titulado "Sábado revista" en el que le acompañaba María San Juan. Fue la última vez que le vimos en pantalla de forma periódica. 
   Desde luego, Manuel Almendros merece más que unos segundos de recuerdo y que se le homenajee por haber sido periodista en una época aguerrida de nuestra tele. 

Aprendiendo inglés con Walter y Connie

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No fue el primer curso de inglés ofrecido por TVE, ni siquiera fue el primero que nos venía empaquetado directamente desde una productora británica pero "Walter y Connie" fue el primero que tuvo éxito y del que hasta se llegó a editar un libro con su método didáctico. Emitido en 1963 en el espacio "Academia TV" tres tardes por semana a partir de las 18.30, este espacio estaba producido nada menos que por la BBC (como decían por entonces "la de Londres") con la colaboración (y vigilancia) del British Council. 


Walter y Connie era un joven matrimonio de típicos británicos, tan estereotipados que eran absolutamente irreales pero eso daba igual, no sólo enseñaban inglés con sus divertidas aventuras, además ayudaban a reforzar esa idea de la ironía y la flema de la bautizada por Matías Prats en una histórica retransmisión como la "pérfida Albión" (cuando Zarra metió un gol en portería inglesa en 1950). Gracias a estos sanos muchachuelos, Gran Bretaña (lo de Reino Unido vendría más tarde) era menos pérfida. 


Ann Lawson interpretaba a Connie y Brian McDermott a Walter en este divulgativo producido por la cadena pública británica el mismo año de su estreno en nuestro país, llegó a ser un éxito en aquel 1963 en 14 países europeos y americanos (pobres estos últimos, que aprenderían un inglés con un acento que sería incomprensible en muchos estados de sus vecinos del norte). Tal fue la popularidad que alcanzaron que incluso grabaron con cancioncillas de lo más estúpido con letras del estilo "Hello Connie, how are you? Hello Walter, how are you? I'm fine today and if I may I like to take you for a walk?". Ambos actores tenían ya experiencia en la tele y el cine y durante años serían rostros habituales en series tan famosas como "El Santo". Ella se retiró en los setenta pero Brian continuó trabajando hasta su fallecimiento en 2003. 
   Este cursillo de idiomas basado en pequeños sketches ruló por unos cincuenta países durante una década. Aquí tenéis un pequeño ejemplo: 


El profesor Poopsnagle y el secreto de las salamandras de oro

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El 18 de junio de 1987 a eso de las 18 h, después de la película de los sábados en "Primera Sesión" llegaba por primera vez a la Primera Cadena de TVE una serie que alcanzaría una enorme popularidad entre el público infantil y juvenil de la época y que ha generado un cierto culto en países como el nuestro o Reino Unido donde se demanda, desde hace años, una edición en DVD, "El profesor Poopsnagle y el secreto de las salamandras de oro". Emitida de forma muy inteligente una semana después del final de la reposición de "Valle Secreto" (estrenada en 1982), de la que era un spin off, se convirtió enseguida en una de las favoritas de la chavalada ochentera y durante los casi seis meses que duró en antena, su sintonía fue una de las más cantadas hasta el punto de que muchas madres avisaban a sus hijos de que ya comenzaba eso del "Bum bum chaka chaka bim bam bim". La trama se dividía en seis partes y cada una de ellas en cuatro capítulos hasta alcanzar los 24. La historia se iba complicando cada semana hasta puntos insospechados pero es que el punto de partida también se las traía: el susodicho Poopsnagle y su colega el doctor José Calandre García han descubierto que en tiempos remotos se usaba una poderosísima fuente de energía denominada "Megavapor". En pleno trabajo, el hombre desaparece y García, siguiente ciertas pistas, decide ir en su busca a Australia. Hete aquí que un Conde de apellido Sator, malvado como él solo, no quiere que esta energía se desarrolle porque eso supondría fuertes pérdidas económicas para él así que envía a un esbirro de nombre Muk para sabotear el viaje. García no es un científico discreto y elige como medio de transporte un globo de aire caliente así que a Muk, por muy tonto que sea, no le cuesta localizarlo y destruir el aerostático. Casualmente, García cae en las inmediaciones del campamento Valle Secreto y los jóvenes se proponen como reto propio ayudar al doctor a encontrar los seis minerales que componen el secreto del Megavapor al tiempo que rehabilitan un viejo autobús para usarlo como banco de pruebas para esa potente energía. 


El prolífico José María Caffarel era la cara visible del equipo español en esta coproducción entre Australia, Francia, Holanda y nuestro país encarnando al doctor García. Su rodaje comenzó en tierras australianas en 1985 y tardó casi un año en completarse puesto que por entonces para las series internacionales se utilizaba formato cine (en este caso 16 mm) lo que ralentizaba enormemente la grabación y el montaje pero también permitía una mayor calidad y la seguridad de que era compatible con todas las televisiones del mundo. De la caterva de niños prodigio que acompañaba a Caffarel varios siguen dedicándose a la interpretación en series australianas e incluso un par de ellos han tenido papeles episódicos en producciones norteamericanas de éxito. 
   Poopsnagle no fue un éxito sólo en España sino en todos aquellos países que participaron en la producción y en otros como Reino Unido donde se emitió en la poderosa ITV (la gran competidora privada de la BBC). Aquí se repuso en 1992 y en la temporada 1997/98 aunque no alcanzó la misma popularidad, entre otras cosas porque los tiempos habían cambiado mucho televisivamente y la audiencia infantil tenía otros gustos que poco tenían que ver con los de sus hermanos mayores, a Leticia Sabater me remito. No sé si una edición en DVD tendría éxito comercial pero seguro que sería muy bien recibida por buena parte de los lectores de este blog.

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